martes, 10 de abril de 2012

Si no queda satisfecho, reclame en Twitter


Los servicios de atención al cliente se extienden en redes sociales como alternativa de gestión

Los expertos bendicen sus ventajas, pero advierten: responder no basta; hay que dar soluciones

 Madrid 9 ABR 2012 - 21:38 CET
“Movistar me ha cambiado el tipo de contrato. Coste disparado. Desesperado. ¿Dónde reclamar? El 1004 noooo”, escribe en Twitter un cliente de la operadora telefónica visiblemente frustrado. Diez minutos después, Movistar le envía una réplica: “¿Nos pasas por DM [mensaje privado] algún dato y lo vemos desde aquí?”. Conversaciones como esta son cada vez más habituales en las redes sociales. Las grandes marcas, que empezaron utilizándolas como un escaparate más para publicitar sus productos, temen el daño que un consumidor enfadado puede causar con sus comentarios en las comunidades virtuales y muchas han abierto cuentas en las redes más populares, especialmente Twitter yFacebook, para dar respuesta a dudas, quejas, reclamaciones e, incluso, insultos. Los expertos auguran una tendencia al alza y bendicen las ventajas de estos nuevos canales frente a los tradicionales servicios de atención telefónica, en algunos casos desacreditados por largas esperas, contestadores automáticos inoperantes o un coste excesivo de las llamadas.
La clave está en lograr que el cliente se sienta escuchado. “No estamos acostumbrados a que nos contesten. Hay personas que expresan su queja en las redes como último recurso, más como un desahogo que esperando una respuesta. Pero de pronto alguien responde, se preocupa por su problema y genera empatía. Eso, de entrada, contribuye a cambiar una actitud negativa hacia la marca”, aseguraEnrique Dans, profesor de Sistemas de Información de la escuela de negocios IE. “Otra ventaja de estos canales es que evitan los pesados tiempos de espera al teléfono mientras el operador realiza operaciones de todo tipo. Además, constriñen la conversación a lo verdaderamente relevante: en Twitter tienes que decirlo todo en 140 caracteres”, añade. Pero advierte: no basta con intentar calmar con una frase breve a un usuario insatisfecho; además de comprensión, el cliente espera soluciones.
Muchos ‘call center’ en
EE UU integran ya la
asistencia en estos canales
Se trata, según Dans, de usar las redes para ayudar al consumidor, no para molestarle con cientos de mensajes publicitarios que pueden acabar siendo contraproducentes. Como ejemplo pone la experiencia de la operadora de cable estadounidense Comcast, pionera en el uso de Twitter como canal de atención y que hace unos años era una de las peor situadas en las encuestas sobre la satisfacción de los clientes. En Internet surgían páginas como ComcastMustDie.com (Comcast debe morir), y un usuario llegó a volcar en YouTube un vídeo que mostraba a uno de sus técnicos durmiendo en su sofá mientras esperaba a que la empresa le respondiese a una llamada. Ante esta situación, en abril de 2008, un empleado de la compañía llamado Frank Eliason decidió abrir en Twitter la cuenta @comcastcares: su objetivo no era intentar defender la maltrecha reputación de la marca, como por entonces hacían sus competidoras, sino dar solución a problemas concretos. Al principio la iniciativa fue percibida como una maniobra de publicidad, pero poco a poco fue demostrando que ofrecía lo que prometía y, actualmente, Comcast es la operadora con mejor índice de satisfacción en EE UU.
El éxito logrado por Comcast animó a otras compañías a seguir su ejemplo y hoy prácticamente todas las grandes marcas estadounidenses ofrecen asistencia en Twitter y Facebook, integrada ya en muchos casos en los tradicionales call center (centros de atención telefónica).
En España, el fenómeno es incipiente, pero va en ascenso. Un estudio realizado en marzo de 2011 por la consultora IZO entre 75 grandes marcas revela que la mayoría seguía utilizando las redes como espacio publicitario. El 76% tenía cuenta en Twitter, pero un 23% no publicó nada en dos semanas y un 30% no contestó a ningún usuario durante todo un mes. No obstante, según la evolución registrada por IZO, el nivel de respuesta aumenta cada año.
Los consumidores valoran que las empresas respondan a sus comentarios
El sector de las telecomunicaciones es el más activo en España, sobre todo porque es el que más reclamaciones genera. Según un reciente informe de la Federación de Usuarios Consumidores Independientes (FUCI), una de cada dos reclamaciones recibidas por esta asociación en los dos primeros meses de 2012 estuvo relacionada con operadores de telefonía e Internet. Movistar, que empezó hace dos años, tiene cerca de 50.000 seguidores en Twitter y más de 100.000 en Facebook. En estos canales lanza promociones, aclara dudas y proporciona información sobre sus productos, pero su éxito radica principalmente en que responde siempre a los comentarios y gestiona incidencias concretas. “Nuestros usuarios agradecen mucho que les hagamos caso. Hay muchos ejemplos de personas indignadas que cambian su percepción sobre nosotros solo por el hecho de sentirse escuchadas en las redes. Pero, sobre todo, los clientes valoran que recojamos las críticas y hagamos algo con ellas, que produzcan cambios”, asegura Paz Noriega, gerente de Comunicación Nacional de Telefónica.
Una crisis de imagen originada en Internet empujó a Vodafone España a impulsar su actividad en este campo. A finales de 2009, un cliente de la compañía, con el seudónimo de grankoala, escribió lo siguiente en un foro: “He llamado al 122 de Vodafone por un problema en mi línea. Una señorita me ha dicho que me mantenga a la espera mientras resuelven mi incidencia. Llevo 50 minutos a la espera escuchando la música. ¿Qué hago? ¿Cuelgo o espero?”. Los miembros del foro le animaron a esperar y 27 horas después, cuando la historia ya corría como la pólvora en Internet sin que la operadora se hubiera dado cuenta, grankoala anunció: “Siento comunicaros que en este mismo momento ¡me han colgado!”. “Aprendimos mucho de aquello. Nos hizo pensar y fue un detonante para ponernos a trabajar en las redes”, recuerda Ignacio Casado, responsable del Departamento Online de Vodafone España, que hoy cuenta con 34.000 seguidores en Twitter y 170.000 en Facebook, además de un foro en su web corporativa.
Amabilidad, inmediatez y un lenguaje menos formal que el que se suele utilizar en otras comunicaciones con los clientes son consignas que siguen la mayoría de los equipos que atienden las cuentas de las grandes compañías en las redes. El trato es de tú a tú y la relación pretende ser amigable en todo momento, aunque el trabajo no es fácil. “Hay que manejar momentos de gran tensión con gente a veces muy cabreada. No es agradable recibir insultos, pero tratamos de no perder los nervios porque parte de nuestro trabajo consiste precisamente en calmar enfados. Para ello, intentamos ofrecer soluciones rápidas o, si no podemos, redirigir a los usuarios a los departamentos adecuados”, reconoce Jonathan Jiménez, community manager de Vodafone.
“A veces hay que tratar
con gente muy cabreada”,
dice un operador
La voluntad es atender todas las consultas, pero no siempre es posible. A veces, hay que seleccionar. “Está claro que si una queja viene de un cliente que tiene muchos seguidores, la compañía aludida se va a esforzar para responder rápidamente, porque en estos canales públicos las críticas las puede ver mucha gente, no se quedan en el ámbito privado de una conversación telefónica”, afirma Enrique Dans.
Otra crisis fue la que aceleró la entrada de Iberia en estos canales. Fue la nube de ceniza provocada por la erupción del volcán islandés Eyjafjalla, que obligó a cancelar miles de vuelos en Europa en abril de 2010. “Estábamos todavía en una primera fase, buscando asesores y viendo cuál era la mejor estrategia, cuando, de pronto, estalló el volcán y la gente empezó a reclamar y hablar de ello en las redes. Nos pusimos inmediatamente a trabajar, aún sin haber definido estrategias, sin ayuda de expertos, solo con la voluntad de informar y socorrer a los afectados. No podíamos resolver todos los problemas, evidentemente, pero los clientes captaron nuestra disposición y, de pronto, conseguimos muchos seguidores. Era el lugar donde la compañía daba la cara, explicaba los problemas e intentaba ayudar”, recuerda Margarita Blanco, subdirectora de Prensa y Comunicación Interna de la aerolínea.
La vocación de ayudar es clara, pero obviamente la atención al cliente no se resuelve solo con buenas intenciones. “El problema final es el mismo que el de los canales telefónicos o presenciales tradicionales. De nada vale que te tranquilicen en las redes si luego no hay una buena interrelación entre departamentos para solucionar las incidencias de los usuarios de forma rápida y eficaz. Es necesario un trabajo de integración y comunicación interna para que esto funcione. En este sentido, aún estamos por madurar”, subraya Carlos Molina, vicepresidente de Innovación de IZO.
Las compañías temen las críticas de los usuarios con muchos seguidores
Consultoras como IZO proporcionan a las empresas tecnología cada vez más sofisticada que ayuda a gestionar con mayor eficacia las reclamaciones online. Existen herramientas para rastrear todo lo que se dice de una marca en cualquier red o foro de Internet, otras crean respuestas automáticas a cuestiones sencillas y hay empresas que incluso están intentando desarrollar programas para agrupar opiniones, en función de si son positivas o negativas, aunque esto es aún difícil. “El lenguaje está lleno de ironías y giros complicados que las máquinas no pueden descifrar todavía. Además, a nadie le gusta hablar con robots, y el diálogo es especialmente importante en las redes sociales: aunque usemos la tecnología para muchas otras cosas, hay que evitar la interacción automática”, explica Jairson Vitorino, director técnico deE.Life, otra consultora especializada en gestión y seguimiento de redes sociales.
La información que proporciona el rastreo de opiniones no solo sirve para mejorar la atención a los clientes. “Son datos muy valiosos que, bien cruzados, pueden utilizarse también para averiguar preferencias o necesidades de los consumidores y desarrollar nuevas estrategias de promoción o de captación de nuevos clientes”, señala Enrique Burgos, experto en redes sociales y director de Marketing de la agencia de publicidad QDQ. Lo ilustra con un ejemplo que protagoniza él mismo: “Una tarde lancé un tuit en el que contaba que estaba a punto de entrar a ver un ballet en el Teatro Real de Madrid. A los pocos segundos, recibí una réplica de un restaurante cercano que me sugería ir a cenar a la salida. La propuesta me gustó y reservé mesa inmediatamente con otro tuit”.
¿No crea recelos entre los internautas este rastreo creciente de sus comentarios? “Es cierto que rastreamos blogs, foros, redes, pero si vemos que no podemos ayudar, no interferimos. No se trata de perseguir a nadie. Tratamos de no inmiscuirnos en las conversaciones, salvo que den pie a ello o que podamos ayudar en algo”, afirman en Iberia. “En todo caso, cuando te resuelven un problema, aunque no lo hayas pedido, no te importa. Una sorpresa positiva no suele molestar”, asegura el consultor Jairson Vitorino. “Es un cambio cultural. Los cajeros daban miedo al principio, el comercio electrónico, también. Por otro lado, el internauta es libre de publicar lo que quiera, nadie le obliga”, añade Enrique Burgos, de QDQ.
Las marcas rastrean
cada vez más las
opiniones de los internautas
Una prueba de que a los internautas no parece preocuparles que las empresas husmeen en sus perfiles la encontramos en una campaña lanzada hace dos veranos por la aerolínea holandesa KLM. La compañía buscó las cuentas de sus pasajeros en dos redes sociales, Twitter y Foursquare, para descubrir sus gustos o las circunstancias por las que viajaban y, después, mientras esperaban aburridos en las salas de espera de los aeropuertos, les hizo un regalo personalizado: champán para una pareja de recién casados, un contador de distancias para una deportista, asientos en primera clase para una mujer con dos niños pequeños y hasta un botiquín con remedios para la resaca para un grupo que se dirigía a una despedida de soltero. La campaña resultó un éxito y no molestó a nadie: todos los agraciados se mostraron encantados y ninguno consideró que se hubiera invadido su intimidad.

miércoles, 4 de abril de 2012

Lo que hay que decir


El poeta alemán se opone a un ataque israelí contra Irán

Günter Grass, en su casa de la isla danesa de Mon. / Bernardo Pérez

Por qué guardo silencio, demasiado tiempo,
sobre lo que es manifiesto y se utilizaba
en juegos de guerra a cuyo final, supervivientes,
solo acabamos como notas a pie de página.
Es el supuesto derecho a un ataque preventivo
el que podría exterminar al pueblo iraní,
subyugado y conducido al júbilo organizado
por un fanfarrón,
porque en su jurisdicción se sospecha
la fabricación de una bomba atómica.
Pero ¿por qué me prohíbo nombrar
a ese otro país en el que
desde hace años —aunque mantenido en secreto—
se dispone de un creciente potencial nuclear,
fuera de control, ya que
es inaccesible a toda inspección?
El silencio general sobre ese hecho,
al que se ha sometido mi propio silencio,
lo siento como gravosa mentira
y coacción que amenaza castigar
en cuanto no se respeta;
“antisemitismo” se llama la condena.
Ahora, sin embargo, porque mi país,
alcanzado y llamado a capítulo una y otra vez
por crímenes muy propios
sin parangón alguno,
de nuevo y de forma rutinaria, aunque
enseguida calificada de reparación,
va a entregar a Israel otro submarino cuya especialidad
es dirigir ojivas aniquiladoras
hacia donde no se ha probado
la existencia de una sola bomba,
aunque se quiera aportar como prueba el temor...
digo lo que hay que decir.
¿Por qué he callado hasta ahora?
Porque creía que mi origen,
marcado por un estigma imborrable,
me prohibía atribuir ese hecho, como evidente,
al país de Israel, al que estoy unido
y quiero seguir estándolo.
¿Por qué solo ahora lo digo,
envejecido y con mi última tinta:
Israel, potencia nuclear, pone en peligro
una paz mundial ya de por sí quebradiza?
Porque hay que decir
lo que mañana podría ser demasiado tarde,
y porque —suficientemente incriminados como alemanes—
podríamos ser cómplices de un crimen
que es previsible, por lo que nuestra parte de culpa
no podría extinguirse
con ninguna de las excusas habituales.
Lo admito: no sigo callando
porque estoy harto
de la hipocresía de Occidente; cabe esperar además
que muchos se liberen del silencio, exijan
al causante de ese peligro visible que renuncie
al uso de la fuerza e insistan también
en que los gobiernos de ambos países permitan
el control permanente y sin trabas
por una instancia internacional
del potencial nuclear israelí
y de las instalaciones nucleares iraníes.
Solo así podremos ayudar a todos, israelíes y palestinos,
más aún, a todos los seres humanos que en esa región
ocupada por la demencia
viven enemistados codo con codo,
odiándose mutuamente,
y en definitiva también ayudarnos.


El País

Este artículo fue publicado por Le Monde el día de la huelga. Es de lectura obligatoria para todo aquél que necesite tener más información sobre la acción y opinión de los sindicatos españoles.



29/03/2012
Si muere el modelo Social, muere Europa
IGNACIO FERNÁNDEZ TOXO
El 29 de marzo los sindicatos españoles han convocado una huelga general de 24 horas para rechazar una
reforma laboral muy regresiva y para defender los servicios públicos fundamentales. La reforma laboral fue aprobada por Decreto Ley el pasado 10 de febrero, sin negociación ni consulta con los interlocutores
sociales. Así, el Gobierno del Partido Popular ha asestado un duro golpe no sólo al Derecho del Trabajo
sino a un modelo de diálogo social que ha sido puesto muchas veces como modelo. 

Quince días antes, las dos principales centrales sindicales, CC OO y UGT, habían suscrito un acuerdo con
la patronal sobre negociación colectiva para hacer del empleo su prioridad y promover la “flexibilidad interna negociada”. La “contrarreforma” gubernamental incumple este acuerdo y desequilibra decisivamente el poder contractual a favor del empresario: establece la primacía absoluta del convenio de empresa, individualiza las relaciones laborales y permite que los empresarios modifiquen unilateralmente salarios y demás condiciones de trabajo pactadas. 

Además, la reforma facilita y abarata el despido. Habiendo entrado la economía española en recesión, está generando ya un aumento de trabajadores despedidos que se suman a la insoportable cifra de 5,3 millones de parados, el 23% de la población activa. 

Al mismo tiempo, las exigencias de las instituciones de la UE para la reducción del déficit público obligan al
Gobierno de España a realizar, en 2012, un ajuste presupuestario de 35.000 millones de euros que hay que sumar a los 15.000 millones que realizó el Gobierno de Zapatero en 2010. Todavía no concretados, los nuevos recortes afectarán a la calidad y las prestaciones de los servicios públicos fundamentales, en
particular la educación y la salud, profundizando un deterioro que ya ha producido protestas sociales muy
importantes.

Nunca ha habido tantos motivos para una huelga general, que concebimos como un paso más en un
proceso de movilizaciones sindicales y sociales de largo alcance. La convocamos, emplazando al Gobierno
de España a la negociación, porque todavía existe un cierto margen de autonomía en el modo de concretar las políticas de austeridad y reformas estructurales impuestas por las instituciones europeas desde mayo de 2010. Pero somos conscientes de que estamos sufriendo las consecuencias de unas malas políticas definidas en Berlín y aplicadas por Bruselas, bajo el imperio de la ideología económica neoliberal
conservadora imperante en Alemania. 

El Pacto por el euro plus, el “six-pack” de la gobernanza económica y el nuevo Tratado o Pacto fiscal son,
por el momento, los instrumentos legislativos de unas políticas que está poniendo en cuestión los
fundamentos políticos y sociales de la UE. Lo peor del caso es que esas políticas están fracasando. Sus
objetivos explícitos eran alcanzar, en 2013, los objetivos de déficit público y deuda del Pacto de Estabilidad
y así lograr que los mercados prestasen a los Estados a tasas de interés razonables. Los severos recortes
presupuestarios, no acompañados de ninguna otra política impulsora del crecimiento y promotora del
empleo, han provocado una nueva recesión. Y con recesión no pueden cumplirse los objetivos de déficit. 

Por otro lado, la crisis de las deudas soberanas se ha extendido y agravado con respecto a la situación de
comienzos de 2010. El caso español es sólo un ejemplo: antes de mayo de 2010 la prima de riesgo de la
deuda española era de unos 160 puntos básicos. Hoy nuestro gobierno parece darse por satisfecho si se
mantiene en el doble, porque ha llegado a situarse en el triple de dicha cifra. La cuestión es que lo que da
más confianza son las perspectivas de crecimiento y un gobierno fuerte y coherente lo que no existe en la
UE. Los daños colaterales de estas políticas –desempleo, pobreza, desigualdad, erosión de la cohesión
social- son de una gran magnitud, en particular en los países del Sur y el Este de Europa. La situación es
tan grave que ha llevado a la Confederación Europea de Sindicatos (CES) a declarar que el Pacto social
sobre el que se edificaron, después de la 2ª Guerra mundial, los Estados de bienestar y la propia UE está
en serio peligro. 

¿Cómo es posible tanta obcecación en el mantenimiento de unas políticas tan injustas como fracasadas?
Porque no lo decimos sólo los sindicalistas europeos o el Nóbel de economía, Paul Krugman, acuñador de
la expresión “economía del dolor” para describir la doctrina de quienes aparecen unidos sobre todo por su feroz antikeynesianismo. También critican esta obcecación desde columnistas de la prensa liberal
anglosajona hasta personalidades como Jacques Delors, Helmut Schmidt o Helmut Kohl. Es posible porque
algunos sí tienen un plan para ganar competitividad en la economía globalizada: una fuerte reducción de los costes laborales y sociales para lo que es necesario debilitar la negociación colectiva y los sindicatos. 

Es un plan que afectaría en mayor medida a los países del Sur y el este de Europa. No me cabe duda que
está en la cabeza del presidente del BCE, Mario Draghi, cuando declara que “el modelo social europeo está 
muerto. Cabría preguntarse cómo es posible que el que fuera vicepresidente de Goldman Sachs para 
Europa, en la época en que este banco inundaba el sistema financiero europeo con los peores productos
tóxicos que provocaron esta crisis, al tiempo que ayudaba al Gobierno de Grecia a falsificar sus cuentas
públicas con artimañas de ingeniería financiera, sea quien ahora quiera marcar la línea del futuro de
Europa. Pero sería lo mismo que preguntarse cómo es posible que una persona con esos antecedentes
fuera nombrada guardián de la ortodoxia monetaria de la Zona euro. Todo un ejemplo del estado político y moral de la UE. 

Sin el modelo social, cuyos principios y valores están en los Tratados, y con una democracia degradada –
como la que establece el Pacto Fiscal en materia de decisiones presupuestarias-, la UE caminaría hacia su
destrucción. Esto deberían tenerlo muy presente los políticos europeos. El sindicalismo europeo, la CES,
con un gran sentido de la responsabilidad está respondiendo tanto con movilizaciones como con propuestas para el diálogo social, europeo y nacional, y alternativas para salir de la crisis: eurobonos, impuesto a las transacciones financieras, regulación de los mercados, plan de inversiones para la reactivación y la economía sostenible, etc. 

Y quiere un gobierno económico, con más contenidos como la fiscalidad y las políticas de crecimiento e
industriales entre otras, y mucho más democrático (bajo el control del Parlamento Europeo y abierto a la
participación de los interlocutores sociales). Y acaba de formular, ante la degradación del pacto histórico y
fundacional, una propuesta de largo alcance: un nuevo Contrato Social Europeo con la que también
deberían implicarse las fuerzas políticas y sociales que consideran que sin un modelo social avanzado y sin
un funcionamiento mucho más democrático la UE no tiene futuro.

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Le président de la Confédération Européenne des Syndicats (CES), Ignacio Fernández Toxo estime que la journée de grève du 29 mars en Espagne doit être l'occasion de montrer qu'il existe une autre politique de celle de l'austérité.

Le 29 mars les syndicats espagnols ont convoqué une grève générale de 24h pour répudier une réforme du code du travail très régressive et pour défendre lesservices publics fondamentaux. La réforme du code du travail a été approuvée par un décret-loi le 10 février dernier, sans négociation ni consultation des partenaires sociaux. Ce faisant, le gouvernement du Parti Populaire a asséné un sérieux coup non seulement au code du travail espagnol mais aussi a un modèle social souvent donné en exemple.
Quinze jours plus tôt les principales centrales syndicales, les CC.OO et l'UGT avaient souscrit un accord avec l'organisation patronale sur la négociation collective pour faire  de l'emploi une priorité et promouvoir  "la flexibilité interne négociée". La "Contre-Réforme" du gouvernement viole les termes de ces accords et déséquilibre définitivement le système contractuel en faveur des patrons : elle établit la primauté absolue des accords d'entreprises, individualise les relations du travail et permet aux patrons de modifier  unilatéralement les salaires et autres conditions de travail préalablement accordées.
De plus, la réforme simplifie et diminue le coût des licenciements. L'économie de l'Espagne étant entrée en récession, la réforme augmente encore le nombre de travailleurs licenciés qui viennent gonfler  le chiffre insupportable des 5 millions 300 000 chômeurs, soit 23% de la population active.
Parallèlement, les exigences des institutions de l'UE en matière de réduction du déficit public obligent l'Espagne à réaliser un ajustement budgétaire de 35 milliards d'euros auxquels il faut rajouter  les 15 milliards d'euros d'économies déjà réalisés par le gouvernement Zapatero en 2010. Les nouvelles coupes, qui n'ont pas encore été déterminées, affecteront la qualité et les prestations des services publics, en particulier l'éducation et la santé. Ce qui aggravera la situation source de nombreuses protestations sociales.
Jamais il n'y a eu autant de motifs pour une grève générale. C'est un pas de plus dans un processus de mobilisations syndicales et sociales. Nous enjoignons au gouvernement de l'Espagne de négocier, car il existe encore une certaine marge d'autonomie dans la façon de mettre  en place les politiques d'austérité et les politiques structurelles imposées par les institutions européennes depuis le mois de mai 2010. Nous sommes néanmoins conscients d'essuyer  les revers d'une mauvaise politique définie par Berlin et appliquée depuis Bruxelles sous l'empire de l'idéologie économique néolibérale conservatrice dominante en Allemagne.
Le pacte pour l'euro-plus, le "six-pack" de la gouvernance économique et le nouveau Traité ou Pacte Fiscal sont, pour le moment, les instruments législatifs de politiques qui sont en train de remettre  en question les fondations politiques et sociales européennes. Le plus grave, c'est que ces politiques sont en échec. Leurs objectifs explicites étaient d'atteindre  en 2013 des objectifs de déficit public et d'endettement du pacte de stabilité et permettre  ainsi aux États d'obtenir  des marchés des prêts à des taux d'intérêt raisonnables. Les graves coupes budgétaires, qu'aucune mesure favorisant la croissance et l'emploi n'accompagnent ont provoqué une nouvelle récession. Or, en pleine récession il est impossible d'atteindre  les objectifs de déficit.
Par ailleurs, la crise des dettes souveraines s'est élargie et aggravée par rapport à 2010. Le cas de l'Espagne n'en est qu'un exemple : avant mai 2010 la prime de risque de la dette espagnole était de 160 points de base. Aujourd'hui notre gouvernement semble heureux si elle s'en tient au double, car elle a parfois atteint le triple de chiffre. Or, le fait est que, ce qui est le plus à même de redonner confiance, ce sont les perspectives de croissance et un gouvernement fort et cohérent, aujourd'hui inexistant dans l'UE. Les dommages collatéraux de ces politiques - chômage, pauvreté, inégalité, érosion de la cohésion sociale - sont d'une grande ampleur, tout particulièrement dans les pays du Sud et de l'Est de l'Europe. La situation est si grave qu'elle a amené la Confédération Européenne des syndicats (la CES) à déclarer que le pacte social sur lequel se sont édifiés, après la Seconde guerre mondiale, les États de bien-être et l'UE elle-même, est sérieusement en danger.
Comment un tel aveuglement dans la poursuite de politiques aussi injustes que discréditées est-il possible ? Car les syndicalistes européens ne sont pas les seuls à le dire . Le Nobel d'économie, Paul Krugman parle d' "économie de la douleur" pour décrire la doctrine de ceux qu'unit surtout leur féroce anti-keynésianisme. Cet aveuglement est aussi critiqué dans les colonnes de la presse libérale anglo-saxonne et par des personnalités comme Jacques Delors, Helmut Schmidt ou Helmut Khol. Si c'est possible, c'est que certains ont bien un plan pour être plus compétitifs dans l'économie mondialisée : réduire fortement les coûts du travail et les coûts sociaux. Il leur faut donc affaiblir  la négociation collective et les syndicats.
C'est un plan qui affecterait davantage les pays du Sud et de l'Est de l'Europe. Et c'est, sans aucun doute pour moi, ce que le président de la BCE, Mario Draghi, a en tête quand il déclare que le modèle social européen est mort. Ne pourrait-on pas se demander  comment il se peut que cet homme qui fut vice-président de Goldman Sachs pour l'Europe, à l'époque où cette banque inondait le système financier européen des pires produits toxiques, cause de la crise que nous vivons, en même temps qu'il aidait le gouvernement de la Grèce à falsifier  ses comptes publics par des stratagèmes d'ingénierie financière, soit maintenant l'homme qui prétend marquer  la voie à suivre  pour l'avenir  de l'Europe. Cela reviendrait à sedemander  comment il est possible que quelqu'un avec un tel casier puisse être nommé gardien de l'orthodoxie monétaire de la zone euro. Bon exemple de la situation politique et morale de l'UE.
Sans le modèle social, dont les principes et les valeurs sont inscrits dans les traités, et avec une démocratie détériorée - comme celle qu'établit le pacte fiscal en matière de décisions budgétaires - l'UE irait à sa perte. Les politiciens européens ne devraient pas l'oublier . Le syndicalisme européen, la CES très consciente de ses responsabilités, répond tant par des mobilisations que par des propositions pour un dialogue social, européen et national et des solutions alternatives pour sortir  de la crise : euro-obligations, impôt sur les transactions financières, régulation des marchés, plan d'investissements pour la relance et en vue d'une économie durable, etc.
La CES veut un gouvernement de l'économie, plus riche de mesures fiscales et de politique de croissance - industrielle entre autres - et beaucoup plus démocratique (sous le contrôle du Parlement Européen et ouvert à la participation des partenaires sociaux). Face à la dégradation du pacte historique et institutionnel, elle vient de formuler  une proposition de longue portée : un Nouveau Contrat Social. Les forces politiques et sociales, qui considèrent que sans un modèle social avancé et sans un fonctionnement beaucoup plus démocratique l'UE n'a pas d'avenir , devraient s'engager ;