¿El Presidente Salvador Allende fue asesinado por orden de Fidel Castro a manos de un agente cubano de chapa “Carlos”, que se encontraba en La Moneda el 11 de septiembre de 1973 y que luego logró escabullirse hacia la embajada de su país?
¿Existen documentos que avalen esa tesis, del agente cubano “Carlos”, en una caja de seguridad en Panamá?
En una carta enviada por Fidel a Salvador Allende, se menciona el arribo a Santiago de un tal Carlos y Piñeiro, “para apoyar el proceso”…
Luis Fernández, cubano esposo de Beatriz “Tati” Allende,  ¿se casó con ella, enviado por la nomenclatura cubana, para espiar al  Presidente chileno y mantenese cerca de los círculos de poder locales?
¿Sufrió Tati de bulimia y anorexia antes de su trágica decisión?
¿Qué sucedió con aquella carta de despedida de 9 carillas que Tati escribió antes de quitarse la vida y que estaría en manos de Fidel Castro?
Esas y otras interrogantes forman parte de un libro recientemente publicado en España bajo el título de Tati Allende, la hija revolucionaria del Presidente, y cuyo lanzamiento está previsto para las próximas semanas en Chile. Su autora, Margarita Espuña Cerezo,  periodista, escritora y licenciada en Antropología, escarbó en  historias y documentos; conversó con colaboradores del gobierno de la  Unidad Popular y cercanos a la familia Allende así como con ex  guerrilleros que pelearon junto a Fidel Castro y al Che Guevara;  hurgó en la vida de quienes vivían en la isla durante el período en que  Beatriz “Tati” Allende, hija predilecta del mandatario chileno, estuvo  ahí junto a sus hijos y a su esposo, y relata, en poco más de 200  páginas, una historia de dolor, tramas políticas, traumas personales y  colectivos, y devela pasajes de la vida de una mujer comprometida con  las causas sociales de Chile y de otros países, que recibió instrucción  militar en Cuba, fue solidaria con causas guerrilleras latinoamericanas;  sufrió en carne propia la derrota de su padre e intentó, embarazada de  siete meses, quedarse a luchar en La Moneda cuando ya todo estaba  perdido.
Exiliada en Cuba, donde se convirtió en  símbolo del castrismo y de la resistencia chilena, trabajó decididamente  por recomponer el tejido fracturado y aglutinar a los partidos  políticos que conformaron la Unidad Popular de Salvador Allende. Su  historia personal, que incluye al amor de su vida, Luis Fernández, diplomático y oficial de seguridad del régimen cubano, con quien huyó a la isla junto a su hijita Maya –hoy concejala de la comuna de Ñuñoa y candidata al comité central del Partido Socialista de Chile. Luego nacería Alejandro, quien vive en Nueva Zelanda y realiza visitas a Chile en forma esporádica.
El nombre Alejandro habría sido impuesto  por el propio Fidel, sin consulta previa a la madre o el padre del niño  nacido en Cuba. El libro cuenta el porqué.
Esta obra, “una narrativa novelada” de  la vida de la hija del Presidente chileno que murió en La Moneda, a  decir de la autora, se convierte en la primera biografía de quien, por  razones difíciles de entender, ha sido permanentemente mantenida en una  nebulosa. Ni la familia, ni cercanos hablan del tema, y Margarita Espuña  realiza un viaje a la memoria para rescatarla desde las profundidades  de un olvido inmerecido.
El libro, cuya intensidad mantiene al lector en constante sobresalto, alude, por ejemplo, a secretos que personas como Marta Harnecker, ex esposa de “Barbarroja” Piñeiro,  alto jefe del espionaje cubano, habrían jurado llevarse consigo a la  tumba. Harnecker asesora hoy al gobierno del presidente Hugo Chávez, en  Venezuela.
O las experiencias políticas de Tati  convertida en “Marcela”, su nombre adoptado en la clandestinidad, cuando  apoyaba a grupos guerrilleros en Bolivia, o cuando hace entrega a Santucho,  guerrillero argentino que había secuestrado un avión que aterrizó en  Chile, de una pistola que Salvador Allende le envió de obsequio antes de  instarlo a continuar viaje hacia Cuba.
La depresión que sufrió Tati antes de  quitarse la vida en su hogar cubano la habría llevado de la bulimia a la  anorexia. Abandonada por Luis, a quien amó profundamente, Tati vio con  pesar el acomodamiento de ex jerarcas de la Unidad Popular en el exilio  europeo mientras su pueblo sufría necesidades y era objeto de  persecusiones.
Otro de los pasajes que revela el impacto emocional en los exiliados, sería un intento de suicidio de Carmen, viuda de Miguel Enríquez,  y la sensación de Tati de ser objeto de espionaje por parte del aparato  de seguridad cubano, al igual que las humillaciones de que habrían sido  objeto miles de chilenos que llegaron a buscar refugio en la isla  caribeña por no haber defendido a Allende. Una forma que los chilenos  tenían para demostrar ante sus anfitriones que eran leales a la  revolución consistía en la denominada “Prueba de los cojones”, que el  relato clarifica.
¿Urdió Laurita Allende, hermana del Presidente chileno, un plan para asesinar a Augusto Pinochet?  En ese tramo de la historia, tanto el MIR como personas vinculadas a la  ex RDA y quienes allí vivieron parte de su exilio tendrían mucho que  explicar.
En cuanto a Salvador Allende, es  descrito como un “feminista”, debido en parte a “su profundo amor por  las mujeres, su sensibilidad, poder de seducción, galantería y fineza  para tratar con las representantes del sexo opuesto”. También sus  amantes, entre las que destacan Payita y Gloria Gaitán, hija de un líder izquierdista colombiano, asesinado en su país cuando era candidato a la presidencia de la República.
El constante apoyo de Isabel Allende,  hermana de Tati, hoy senadora, forma parte del relato central, así como  la injerencia cubana en los asuntos internos de Chile con el envío, por  valija diplomática, de armas, que tras el golpe militar heredó el MIR.
La periodista reconoce que la tarea  investigativa en la recopilación de datos acerca de la vida de Tati  Allende fue dura, pues casi nadie quiere opinar o dar su versión de los  hechos, menos la familia, a quien ha enviado mensajes en distintos  momentos sin obtener respuestas concretas.
“Beatriz Allende no está entre nosotros  para certificar o desmentir la versión que aquí se da sobre ella –señala  Margarita Espuña- por ello y por mi honestidad periodística, considero  este trabajo como novela biográfica”.
Conmueve, a medida que las páginas  revelan los últimos minutos de Tati e Isabel Allende junto a su padre en  La Moneda, la actitud del Presidente, quien obliga “con voz militar”, a  que abandonen el Palacio todos quienes allí se encontraban bajo fuego  enemigo, incluidas sus hijas, con excepción de su guardia personal. Sólo  30 personas permanecen allí, todos varones, aunque Payita logra  ocultarse en un recoveco sin que Allende note su presencia.
Una vez en las calle, las hermanas  Allende corren parapetándose entre automóviles y edificios, y pese a su  avanzado estado de embarazo, Tati se suelta de la mano de Isabel e  intenta retornar e ingresar a La Moneda. Pese a sus ruegos y por  instrucciones precisas de Allende, el doctor Danilo Bartulín no le abre la puerta.
Aunque habitaba una casa cómoda en la  calle Quinta del barrio de Miramar, Tati estaba consciente que sus  vecinos cubanos no podían acceder a determinados lujos que ella sí  poseía, como “huésped insigne” del régimen. Eso le incomodaba  profundamente en contraste con las “cartillas de racionamiento” válidas  para los ciudadanos comunes y corrientes que carecían de esos  privilegios.
En entrevista exclusiva, Margarita  Espuña admite que la biografía de Tati Allende puede contener errores  involuntarios; que la derecha española y, en particular, la chilena,  intentarán sacar provecho mezquino de las revelaciones del libro y que  parte de la izquierda, en una suerte de corporativismo mal entendido,  seguirá callando sucesos que involucran no sólo a una connotada familia  política nacional sino también a la izquierda de la década de los años  sesenta, setenta y ochenta en su conjunto.
La autora de “ Tati, …” sabe que el  gobierno de Cuba no verá con buenos ojos lo que se publique acerca de  una mujer que sintió en su alma la derrota política y militar sufrida  por su padre. Que la propia familia Allende probablemente seguirá  esquivando preguntas, a pesar de que el libro no alude en forma negativa  ni al Presidente ni al personaje principal del relato. Y, seguramente,  parte de la izquierda allendista, en especial la que vivió en suelo  cubano, se reconocerá en cada página.
Cabe consignar también que, pese a  sucesivos intentos por obtener un comentario de Maya o de la senadora  Isabel Allende, solamente la hija de Tati Allende respondió que “había  oído del libro pero que no lo había leído, y por lo tanto se reservaba  de hacer cualquier comentario al respecto”.
Margarita Espuña, quien nunca ha  visitado Chile pero mantiene vínculos con exiliados chilenos en Europa,  imparte también talleres de escritura narrativa y ha publicado Las orillas del Senna, en 2001; Las mujeres tienen mucho cuento, en 2003; Morir por amor a la vida. Historias de eutanasias en España, 2005; Tres tazas de café, en 2006; Tania, compañera del Che, (2007) basada en la guerrillera Tamara Bunke; y El creador de historias, con el cual obtuvo el Premio Delta.
Por Enrique Fernández Moreno
