martes, 31 de mayo de 2011

Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas

Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas

Resolución aprobada por la Asamblea General, 13 de septiembre de 2007
La Asamblea General,
Guiada por los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y la buena fe en el cumplimiento de las obligaciones contraídas por los Estados de conformidad con la Carta,
Afirmando que los pueblos indígenas son iguales a todos los demás pueblos y reconociendo al mismo tiempo el derecho de todos los pueblos a ser diferentes, a considerarse a sí mismos diferentes y a ser respetados como tales,
Afirmando también que todos los pueblos contribuyen a la diversidad y riqueza de las civilizaciones y culturas, que constituyen el patrimonio común de la humanidad,
Afirmando además que todas las doctrinas, políticas y prácticas basadas en la superioridad de determinados pueblos o personas o que la propugnan aduciendo razones de origen nacional o diferencias raciales, religiosas, étnicas o culturales son racistas, científicamente falsas, jurídicamente inválidas, moralmente condenables y socialmente injustas,
Reafirmando que, en el ejercicio de sus derechos, los pueblos indígenas deben estar libres de toda forma de discriminación,
Preocupada por el hecho de que los pueblos indígenas hayan sufrido injusticias históricas como resultado, entre otras cosas, de la colonización y enajenación de sus tierras, territorios y recursos, lo que les ha impedido ejercer, en particular, su derecho al desarrollo de conformidad con sus propias necesidades e intereses,
Consciente de la urgente necesidad de respetar y promover los derechos intrínsecos de los pueblos indígenas, que derivan de sus estructuras políticas, económicas y sociales y de sus culturas, de sus tradiciones espirituales, de su historia y de su filosofía, especialmente los derechos a sus tierras, territorios y recursos,
Consciente también de la urgente necesidad de respetar y promover los derechos de los pueblos indígenas afirmados en tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos con los Estados,
Celebrando que los pueblos indígenas se estén organizando para promover su desarrollo político, económico, social y cultural y para poner fin a todas las formas de discriminación y opresión dondequiera que ocurran,
Convencida de que el control por los pueblos indígenas de los acontecimientos que los afecten a ellos y a sus tierras, territorios y recursos les permitirá mantener y reforzar sus instituciones, culturas y tradiciones y promover su desarrollo de acuerdo con sus aspiraciones y necesidades,
Considerando que el respeto de los conocimientos, las culturas y las prácticas tradicionales indígenas contribuye al desarrollo sostenible y equitativo y a la ordenación adecuada del medio ambiente,
Destacando la contribución de la desmilitarización de las tierras y territorios de los pueblos indígenas a la paz, el progreso y el desarrollo económicos y sociales, la comprensión y las relaciones de amistad entre las naciones y los pueblos del mundo,
Reconociendo en particular el derecho de las familias y comunidades indígenas a seguir compartiendo la responsabilidad por la crianza, la formación, la educación y el bienestar de sus hijos, en observancia de los derechos del niño,
Considerando que los derechos afirmados en los tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos entre los Estados y los pueblos indígenas son, en algunas situaciones, asuntos de preocupación, interés y responsabilidad internacional, y tienen carácter internacional,
Considerando también que los tratados, acuerdos y demás arreglos constructivos, y las relaciones que éstos representan, sirven de base para el fortalecimiento de la asociación entre los pueblos indígenas y los Estados,
Reconociendo que la Carta de las Naciones Unidas, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos(2), así como la Declaración y el Programa de Acción de Viena(3) afirman la importancia fundamental del derecho de todos los pueblos a la libre determinación, en virtud del cual éstos determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural,
Teniendo presente que nada de lo contenido en la presente Declaración podrá utilizarse para negar a ningún pueblo su derecho a la libre determinación, ejercido de conformidad con el derecho internacional,
Convencida de que el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas en la presente Declaración fomentará relaciones armoniosas y de cooperación entre los Estados y los pueblos indígenas, basadas en los principios de la justicia, la democracia, el respeto de los derechos humanos, la no discriminación y la buena fe,
Alentando a los Estados a que cumplan y apliquen eficazmente todas sus obligaciones para con los pueblos indígenas dimanantes de los instrumentos internacionales, en particular las relativas a los derechos humanos, en consulta y cooperación con los pueblos interesados,
Subrayando que corresponde a las Naciones Unidas desempeñar un papel importante y continuo de promoción y protección de los derechos de los pueblos indígenas,
Considerando que la presente Declaración constituye un nuevo paso importante hacia el reconocimiento, la promoción y la protección de los derechos y las libertades de los pueblos indígenas y en el desarrollo de actividades pertinentes del sistema de las Naciones Unidas en esta esfera,
Reconociendo y reafirmando que las personas indígenas tienen derecho sin discriminación a todos los derechos humanos reconocidos en el derecho internacional, y que los pueblos indígenas poseen derechos colectivos que son indispensables para su existencia, bienestar y desarrollo integral como pueblos,
Reconociendo que la situación de los pueblos indígenas varía según las regiones y los países y que se debe tener en cuenta la significación de las particularidades nacionales y regionales y de las diversas tradiciones históricas y culturales,
Proclama solemnemente la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, cuyo texto figura a continuación, como ideal común que debe perseguirse en un espíritu de solidaridad y respeto mutuo:
Artículo 1
Los indígenas tienen derecho, como pueblos o como personas, al disfrute pleno de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales reconocidos por la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de Derechos Humanos(4) y la normativa internacional de los derechos humanos.
Artículo 2
Los pueblos y las personas indígenas son libres e iguales a todos los demás pueblos y personas y tienen derecho a no ser objeto de ningún tipo de discriminación en el ejercicio de sus derechos, en particular la fundada en su origen o identidad indígenas.
Artículo 3
Los pueblos indígenas tienen derecho a la libre determinación. En virtud de ese derecho determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural.
Artículo 4
Los pueblos indígenas, en ejercicio de su derecho de libre determinación, tienen derecho a la autonomía o al autogobierno en las cuestiones relacionadas con sus asuntos internos y locales, así como a disponer de los medios para financiar sus funciones autónomas.
Artículo 5
Los pueblos indígenas tienen derecho a conservar y reforzar sus propias instituciones políticas, jurídicas, económicas, sociales y culturales, manteniendo a la vez su derecho a participar plenamente, si lo desean, en la vida política, económica, social y cultural del Estado.
Artículo 6
Toda persona indígena tiene derecho a una nacionalidad.
Artículo 7
1. Las personas indígenas tienen derecho a la vida, la integridad física y mental, la libertad y la seguridad de la persona.
2. Los pueblos indígenas tienen el derecho colectivo de vivir en libertad, paz y seguridad como pueblos distintos y no serán sometidos a ningún acto de genocidio ni a ningún otro acto de violencia, incluido el traslado forzado de niños del grupo a otro grupo.
Artículo 8
1. Los pueblos y las personas indígenas tienen derecho a no sufrir la asimilación forzada o la destrucción de su cultura.
2. Los Estados establecerán mecanismos eficaces para la prevención y el resarcimiento de:
a) Todo acto que tenga por objeto o consecuencia privar a los pueblos y las personas indígenas de su integridad como pueblos distintos o de sus valores culturales o su identidad étnica;
b) Todo acto que tenga por objeto o consecuencia enajenarles sus tierras, territorios o recursos;
c) Toda forma de traslado forzado de población que tenga por objeto o consecuencia la violación o el menoscabo de cualquiera de sus derechos;
d) Toda forma de asimilación o integración forzada;
e) Toda forma de propaganda que tenga como fin promover o incitar a la discriminación racial o étnica dirigida contra ellos.
Artículo 9
Los pueblos y las personas indígenas tienen derecho a pertenecer a una comunidad o nación indígena, de conformidad con las tradiciones y costumbres de la comunidad o nación de que se trate. No puede resultar ninguna discriminación de ningún tipo del ejercicio de ese derecho.
Artículo 10
Los pueblos indígenas no serán desplazados por la fuerza de sus tierras o territorios. No se procederá a ningún traslado sin el consentimiento libre, previo e informado de los pueblos indígenas interesados, ni sin un acuerdo previo sobre una indemnización justa y equitativa y, siempre que sea posible, la opción del regreso.
Artículo 11
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a practicar y revitalizar sus tradiciones y costumbres culturales. Ello incluye el derecho a mantener, proteger y desarrollar las manifestaciones pasadas, presentes y futuras de sus culturas, como lugares arqueológicos e históricos, utensilios, diseños, ceremonias, tecnologías, artes visuales e interpretativas y literaturas.
2. Los Estados proporcionarán reparación por medio de mecanismos eficaces, que podrán incluir la restitución, establecidos conjuntamente con los pueblos indígenas, respecto de los bienes culturales, intelectuales, religiosos y espirituales de que hayan sido privados sin su consentimiento libre, previo e informado o en violación de sus leyes, tradiciones y costumbres.
Artículo 12
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a manifestar, practicar, desarrollar y enseñar sus tradiciones, costumbres y ceremonias espirituales y religiosas; a mantener y proteger sus lugares religiosos y culturales y a acceder a ellos privadamente; a utilizar y controlar sus objetos de culto, y a obtener la repatriación de sus restos humanos.
2. Los Estados procurarán facilitar el acceso y/o la repatriación de objetos de culto y de restos humanos que posean mediante mecanismos justos, transparentes y eficaces establecidos conjuntamente con los pueblos indígenas interesados.
Artículo 13
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a revitalizar, utilizar, fomentar y transmitir a las generaciones futuras sus historias, idiomas, tradiciones orales, filosofías, sistemas de escritura y literaturas, y a atribuir nombres a sus comunidades, lugares y personas y mantenerlos.
2. Los Estados adoptarán medidas eficaces para garantizar la protección de ese derecho y también para asegurar que los pueblos indígenas puedan entender y hacerse entender en las actuaciones políticas, jurídicas y administrativas, proporcionando para ello, cuando sea necesario, servicios de interpretación u otros medios adecuados.
Artículo 14
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a establecer y controlar sus sistemas e instituciones docentes que impartan educación en sus propios idiomas, en consonancia con sus métodos culturales de enseñanza y aprendizaje.
2. Las personas indígenas, en particular los niños indígenas, tienen derecho a todos los niveles y formas de educación del Estado sin discriminación.
3. Los Estados adoptarán medidas eficaces, junto con los pueblos indígenas, para que las personas indígenas, en particular los niños, incluidos los que viven fuera de sus comunidades, tengan acceso, cuando sea posible, a la educación en su propia cultura y en su propio idioma.
Artículo 15
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a que la dignidad y diversidad de sus culturas, tradiciones, historias y aspiraciones queden debidamente reflejadas en la educación pública y los medios de información públicos.
2. Los Estados adoptarán medidas eficaces, en consulta y cooperación con los pueblos indígenas interesados, para combatir los prejuicios y eliminar la discriminación y promover la tolerancia, la comprensión y las buenas relaciones entre los pueblos indígenas y todos los demás sectores de la sociedad.
Artículo 16
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a establecer sus propios medios de información en sus propios idiomas y a acceder a todos los demás medios de información no indígenas sin discriminación alguna.
2. Los Estados adoptarán medidas eficaces para asegurar que los medios de información públicos reflejen debidamente la diversidad cultural indígena. Los Estados, sin perjuicio de la obligación de asegurar plenamente la libertad de expresión, deberán alentar a los medios de comunicación privados a reflejar debidamente la diversidad cultural indígena.
Artículo 17
1. Las personas y los pueblos indígenas tienen derecho a disfrutar plenamente de todos los derechos establecidos en el derecho laboral internacional y nacional aplicable.
2. Los Estados, en consulta y cooperación con los pueblos indígenas, tomarán medidas específicas para proteger a los niños indígenas contra la explotación económica y contra todo trabajo que pueda resultar peligroso o interferir en la educación del niño, o que pueda ser perjudicial para la salud o el desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social del niño, teniendo en cuenta su especial vulnerabilidad y la importancia de la educación para el pleno ejercicio de sus derechos.
3. Las personas indígenas tienen derecho a no ser sometidas a condiciones discriminatorias de trabajo, entre otras cosas, empleo o salario.
Artículo 18
Los pueblos indígenas tienen derecho a participar en la adopción de decisiones en las cuestiones que afecten a sus derechos, por conducto de representantes elegidos por ellos de conformidad con sus propios procedimientos, así como a mantener y desarrollar sus propias instituciones de adopción de decisiones.
Artículo 19
Los Estados celebrarán consultas y cooperarán de buena fe con los pueblos indígenas interesados por medio de sus instituciones representativas antes de adoptar y aplicar medidas legislativas o administrativas que los afecten, a fin de obtener su consentimiento libre, previo e informado.
Artículo 20
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y desarrollar sus sistemas o instituciones políticos, económicos y sociales, a que se les asegure el disfrute de sus propios medios de subsistencia y desarrollo y a dedicarse libremente a todas sus actividades económicas tradicionales y de otro tipo.
2. Los pueblos indígenas desposeídos de sus medios de subsistencia y desarrollo tienen derecho a una reparación justa y equitativa.
Artículo 21
1. Los pueblos indígenas tienen derecho, sin discriminación alguna, al mejoramiento de sus condiciones económicas y sociales, entre otras esferas, en la educación, el empleo, la capacitación y el readiestramiento profesionales, la vivienda, el saneamiento, la salud y la seguridad social.
2. Los Estados adoptarán medidas eficaces y, cuando proceda, medidas especiales para asegurar el mejoramiento continuo de sus condiciones económicas y sociales. Se prestará particular atención a los derechos y necesidades especiales de los ancianos, las mujeres, los jóvenes, los niños y las personas con discapacidad indígenas.
Artículo 22
1. Se prestará particular atención a los derechos y necesidades especiales de los ancianos, las mujeres, los jóvenes, los niños y las personas con discapacidad indígenas en la aplicación de la presente Declaración.
2. Los Estados adoptarán medidas, junto con los pueblos indígenas, para asegurar que las mujeres y los niños indígenas gocen de protección y garantías plenas contra todas las formas de violencia y discriminación.
Artículo 23
Los pueblos indígenas tienen derecho a determinar y a elaborar prioridades y estrategias para el ejercicio de su derecho al desarrollo. En particular, los pueblos indígenas tienen derecho a participar activamente en la elaboración y determinación de los programas de salud, vivienda y demás programas económicos y sociales que les conciernan y, en lo posible, a administrar esos programas mediante sus propias instituciones.
Artículo 24
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a sus propias medicinas tradicionales y a mantener sus prácticas de salud, incluida la conservación de sus plantas medicinales, animales y minerales de interés vital. Las personas indígenas también tienen derecho de acceso, sin discriminación alguna, a todos los servicios sociales y de salud.
2. Las personas indígenas tienen derecho a disfrutar por igual del nivel más alto posible de salud física y mental. Los Estados tomarán las medidas que sean necesarias para lograr progresivamente la plena realización de este derecho.
Artículo 25
Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y fortalecer su propia relación espiritual con las tierras, territorios, aguas, mares costeros y otros recursos que tradicionalmente han poseído u ocupado y utilizado de otra forma y a asumir las responsabilidades que a ese respecto les incumben para con las generaciones venideras.
Artículo 26
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a las tierras, territorios y recursos que tradicionalmente han poseído, ocupado o de otra forma utilizado o adquirido.
2. Los pueblos indígenas tienen derecho a poseer, utilizar, desarrollar y controlar las tierras, territorios y recursos que poseen en razón de la propiedad tradicional u otra forma tradicional de ocupación o utilización, así como aquellos que hayan adquirido de otra forma.
3. Los Estados asegurarán el reconocimiento y protección jurídicos de esas tierras, territorios y recursos. Dicho reconocimiento respetará debidamente las costumbres, las tradiciones y los sistemas de tenencia de la tierra de los pueblos indígenas de que se trate.
Artículo 27
Los Estados establecerán y aplicarán, conjuntamente con los pueblos indígenas interesados, un proceso equitativo, independiente, imparcial, abierto y transparente, en el que se reconozcan debidamente las leyes, tradiciones, costumbres y sistemas de tenencia de la tierra de los pueblos indígenas, para reconocer y adjudicar los derechos de los pueblos indígenas en relación con sus tierras, territorios y recursos, comprendidos aquellos que tradicionalmente han poseído u ocupado o utilizado de otra forma. Los pueblos indígenas tendrán derecho a participar en este proceso.
Artículo 28
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a la reparación, por medios que pueden incluir la restitución o, cuando ello no sea posible, una indemnización justa, imparcial y equitativa, por las tierras, los territorios y los recursos que tradicionalmente hayan poseído u ocupado o utilizado de otra forma y que hayan sido confiscados, tomados, ocupados, utilizados o dañados sin su consentimiento libre, previo e informado.
2. Salvo que los pueblos interesados hayan convenido libremente en otra cosa, la indemnización consistirá en tierras, territorios y recursos de igual calidad, extensión y condición jurídica o en una indemnización monetaria u otra reparación adecuada.
Artículo 29
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a la conservación y protección del medio ambiente y de la capacidad productiva de sus tierras o territorios y recursos. Los Estados deberán establecer y ejecutar programas de asistencia a los pueblos indígenas para asegurar esa conservación y protección, sin discriminación alguna.
2. Los Estados adoptarán medidas eficaces para garantizar que no se almacenen ni eliminen materiales peligrosos en las tierras o territorios de los pueblos indígenas sin su consentimiento libre, previo e informado.
3. Los Estados también adoptarán medidas eficaces para garantizar, según sea necesario, que se apliquen debidamente programas de control, mantenimiento y restablecimiento de la salud de los pueblos indígenas afectados por esos materiales, programas que serán elaborados y ejecutados por esos pueblos.
Artículo 30
1. No se desarrollarán actividades militares en las tierras o territorios de los pueblos indígenas, a menos que lo justifique una razón de interés público pertinente o que se haya acordado libremente con los pueblos indígenas interesados, o que éstos lo hayan solicitado.
2. Los Estados celebrarán consultas eficaces con los pueblos indígenas interesados, por los procedimientos apropiados y en particular por medio de sus instituciones representativas, antes de utilizar sus tierras o territorios para actividades militares.
Artículo 31
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales, sus expresiones culturales tradicionales y las manifestaciones de sus ciencias, tecnologías y culturas, comprendidos los recursos humanos y genéticos, las semillas, las medicinas, el conocimiento de las propiedades de la fauna y la flora, las tradiciones orales, las literaturas, los diseños, los deportes y juegos tradicionales, y las artes visuales e interpretativas. También tienen derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su propiedad intelectual de dicho patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales y sus expresiones culturales tradicionales.
2. Conjuntamente con los pueblos indígenas, los Estados adoptarán medidas eficaces para reconocer y proteger el ejercicio de estos derechos.
Artículo 32
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a determinar y elaborar las prioridades y estrategias para el desarrollo o la utilización de sus tierras o territorios y otros recursos.
2. Los Estados celebrarán consultas y cooperarán de buena fe con los pueblos indígenas interesados por conducto de sus propias instituciones representativas a fin de obtener su consentimiento libre e informado antes de aprobar cualquier proyecto que afecte a sus tierras o territorios y otros recursos, particularmente en relación con el desarrollo, la utilización o la explotación de recursos minerales, hídricos o de otro tipo.
3. Los Estados establecerán mecanismos eficaces para la reparación justa y equitativa por esas actividades, y se adoptarán medidas adecuadas para mitigar las consecuencias nocivas de orden ambiental, económico, social, cultural o espiritual.
Artículo 33
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a determinar su propia identidad o pertenencia conforme a sus costumbres y tradiciones. Ello no menoscaba el derecho de las personas indígenas a obtener la ciudadanía de los Estados en que viven.
2. Los pueblos indígenas tienen derecho a determinar las estructuras y a elegir la composición de sus instituciones de conformidad con sus propios procedimientos.
Artículo 34
Los pueblos indígenas tienen derecho a promover, desarrollar y mantener sus estructuras institucionales y sus propias costumbres, espiritualidad, tradiciones, procedimientos, prácticas y, cuando existan, costumbres o sistemas jurídicos, de conformidad con las normas internacionales de derechos humanos.
Artículo 35
Los pueblos indígenas tienen derecho a determinar las responsabilidades de los individuos para con sus comunidades.
Artículo 36
1. Los pueblos indígenas, en particular los que están divididos por fronteras internacionales, tienen derecho a mantener y desarrollar los contactos, las relaciones y la cooperación, incluidas las actividades de carácter espiritual, cultural, político, económico y social, con sus propios miembros así como con otros pueblos a través de las fronteras.
2. Los Estados, en consulta y cooperación con los pueblos indígenas, adoptarán medidas eficaces para facilitar el ejercicio y garantizar la aplicación de este derecho.
Artículo 37
1. Los pueblos indígenas tienen derecho a que los tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos concertados con los Estados o sus sucesores sean reconocidos, observados y aplicados y a que los Estados acaten y respeten esos tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos.
2. Nada de lo señalado en la presente Declaración se interpretará en el sentido de que menoscaba o suprime los derechos de los pueblos indígenas que figuren en tratados, acuerdos y otros arreglos constructivos.
Artículo 38
Los Estados, en consulta y cooperación con los pueblos indígenas, adoptarán las medidas apropiadas, incluidas medidas legislativas, para alcanzar los fines de la presente Declaración.
Artículo 39
Los pueblos indígenas tienen derecho a la asistencia financiera y técnica de los Estados y por conducto de la cooperación internacional para el disfrute de los derechos enunciados en la presente Declaración.
Artículo 40
Los pueblos indígenas tienen derecho a procedimientos equitativos y justos para el arreglo de controversias con los Estados u otras partes, y a una pronta decisión sobre esas controversias, así como a una reparación efectiva de toda lesión de sus derechos individuales y colectivos. En esas decisiones se tendrán debidamente en consideración las costumbres, las tradiciones, las normas y los sistemas jurídicos de los pueblos indígenas interesados y las normas internacionales de derechos humanos.
Artículo 41
Los órganos y organismos especializados del sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones intergubernamentales contribuirán a la plena realización de las disposiciones de la presente Declaración mediante la movilización, entre otras cosas, de la cooperación financiera y la asistencia técnica. Se establecerán los medios de asegurar la participación de los pueblos indígenas en relación con los asuntos que les conciernan.
Artículo 42
Las Naciones Unidas, sus órganos, incluido el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, y los organismos especializados, en particular a nivel local, así como los Estados, promoverán el respeto y la plena aplicación de las disposiciones de la presente Declaración y velarán por la eficacia de la presente Declaración.
Artículo 43
Los derechos reconocidos en la presente Declaración constituyen las normas mínimas para la supervivencia, la dignidad y el bienestar de los pueblos indígenas del mundo.
Artículo 44
Todos los derechos y las libertades reconocidos en la presente Declaración se garantizan por igual al hombre y a la mujer indígenas.
Artículo 45
Nada de lo contenido en la presente Declaración se interpretará en el sentido de que menoscaba o suprime los derechos que los pueblos indígenas tienen en la actualidad o puedan adquirir en el futuro.
Artículo 46
1. Nada de lo señalado en la presente Declaración se interpretará en el sentido de que confiere a un Estado, pueblo, grupo o persona derecho alguno a participar en una actividad o realizar un acto contrarios a la Carta de las Naciones Unidas, ni se entenderá en el sentido de que autoriza o fomenta acción alguna encaminada a quebrantar o menoscabar, total o parcialmente, la integridad territorial o la unidad política de Estados soberanos e independientes.
2. En el ejercicio de los derechos enunciados en la presente Declaración, se respetarán los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos. El ejercicio de los derechos establecidos en la presente Declaración estará sujeto exclusivamente a las limitaciones determinadas por la ley y con arreglo a las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos. Esas limitaciones no serán discriminatorias y serán sólo las estrictamente necesarias para garantizar el reconocimiento y respeto debidos a los derechos y las libertades de los demás y para satisfacer las justas y más apremiantes necesidades de una sociedad democrática.
3. Las disposiciones enunciadas en la presente Declaración se interpretarán con arreglo a los principios de la justicia, la democracia, el respeto de los derechos humanos, la igualdad, la no discriminación, la buena administración pública y la buena fe.

 Véase la resolución 2200 A (XXI), anexo.
 A/CONF.157/24 (Part I), cap. III.
 Resolución 217 A (III).

domingo, 22 de mayo de 2011

Crímenes económicos contra la humanidad

por Carmen Sarasúa, Lourdes Benería

Según la Corte Penal Internacional, crimen contra la humanidad es "cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, cometido como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil". Desde la II Guerra Mundial nos hemos familiarizado con este concepto y con la idea de que, no importa cuál haya sido su magnitud, es posible y obligado investigar estos crímenes y hacer pagar a los culpables.

Situaciones como las que ha generado la crisis económica han hecho que se empiece a hablar de crímenes económicos contra la humanidad. El concepto no es nuevo. Ya en los años 1950 el economista neoclásico y premio Nobel Gary Becker introdujo su "teoría del crimen" a nivel microeconómico. La probabilidad de que un individuo cometa un crimen depende, para Becker, del riesgo que asume, del posible botín y del posible castigo. A nivel macroeconómico, el concepto se usó en los debates sobre las políticas de ajuste estructural promovidas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial durante los ochenta y noventa, que acarrearon gravísimos costes sociales a la población de África, América Latina, Asia (durante la crisis asiática de 1997-98) y la Europa del Este. Muchos analistas señalaron a estos organismos, a las políticas que patrocinaron y a los economistas que las diseñaron como responsables, especialmente el FMI, que quedó muy desprestigiado tras la crisis asiática.

En la actualidad son los países occidentales los que sufren los costes sociales de la crisis financiera y de empleo, y de los planes de austeridad que supuestamente luchan contra ella. La pérdida de derechos fundamentales como el trabajo y la vivienda y el sufrimiento de millones de familias que ven en peligro su supervivencia son ejemplos de los costes aterradores de esta crisis. Los hogares que viven en la pobreza están creciendo de forma imparable. Pero ¿quiénes son los responsables? Los mercados, leemos y oímos cada día.

En un artículo publicado en Businessweek el 20 de marzo de 2009 con el título "Wall Street’s economic crimes against humanity", Shoshana Zuboff, antigua profesora de la Harvard Business School, sostenía que el que los responsables de la crisis nieguen las consecuencias de sus acciones demuestra "la banalidad del mal" y el "narcisismo institucionalizado" en nuestras sociedades. Es una muestra de la falta de responsabilidad y de la "distancia emocional" con que han acumulado sumas millonarias quienes ahora niegan cualquier relación con el daño provocado. Culpar solo al sistema no es aceptable, argumentaba Zuboff, como no lo habría sido culpar de los crímenes nazis solo a las ideas, y no a quienes los cometieron.

Culpar a los mercados es efectivamente quedarse en la superficie del problema. Hay responsables, y son personas e instituciones concretas: son quienes defendieron la liberalización sin control de los mercados financieros; los ejecutivos y empresas que se beneficiaron de los excesos del mercado durante el boom financiero; quienes permitieron sus prácticas y quienes les permiten ahora salir indemnes y robustecidos, con más dinero público, a cambio de nada. Empresas como Lehman Brothers o Goldman Sachs, bancos que permitieron la proliferación de créditos basura, auditoras que supuestamente garantizaban las cuentas de las empresas, y gente como Alan Greenspan, jefe de la Reserva Federal norteamericana durante los Gobiernos de Bush y Clinton, opositor a ultranza a la regulación de los mercados financieros.

La Comisión del Congreso norteamericano sobre los orígenes de la crisis ha sido esclarecedora en este sentido. Creada por el presidente Obama en 2009 para investigar las acciones ilegales o criminales de la industria financiera, ha entrevistado a más de 700 expertos. Su informe, hecho público el pasado enero, concluye que la crisis se hubiera podido evitar. Señala fallos en los sistemas de regulación y supervisión financiera del Gobierno y de las empresas, en las prácticas contables y auditoras y en la transparencia en los negocios. La Comisión investigó el papel directo de algunos gigantes de Wall Street en el desastre financiero, por ejemplo en el mercado de subprimes, y el de las agencias encargadas del ranking de bonos. Es importante entender los distintos grados de responsabilidad de cada actor de este drama, pero no es admisible la sensación de impunidad sin "responsables".

En cuanto a las víctimas de los crímenes económicos, en España un 20% de desempleo desde hace más de dos años significa un enorme coste económico y humano. Miles de familias sufren las consecuencias de haber creído que pagarían hipotecas con sueldos mileuristas: 90.000 ejecuciones hipotecarias en 2009 y 180.000 en 2010. En EE UU, la tasa de paro es la mitad de la española, pero supone unos 26 millones de parados, lo cual implica un tremendo aumento de la pobreza en uno de los países más ricos del mundo. Según la Comisión sobre la Crisis Financiera, más de cuatro millones de familias han perdido sus casas, y cuatro millones y medio están en procesos de desahucio. Once billones de dólares de "riqueza familiar" han "desaparecido" al desvalorizarse sus patrimonios, incluyendo casas, pensiones y ahorros. Otra consecuencia de la crisis es su efecto sobre los precios de alimentos y otras materias primas básicas, sectores hacia los que los especuladores están desviando sus capitales. El resultado es la inflación de sus precios y el aumento aún mayor de la pobreza.

En algunos casos notorios de fraude como el de Madoff, el autor está en la cárcel y el proceso judicial contra él continúa porque sus víctimas tienen poder económico. Pero en general, quienes han provocado la crisis no solo han recogido unas ganancias fabulosas, sino que no temen castigo alguno. Nadie investiga sus responsabilidades ni sus decisiones. Los Gobiernos los protegen y el aparato judicial no los persigue.
Si tuviéramos nociones claras de qué es un crimen económico y si existieran mecanismos para investigarlos y perseguirlos se hubieran podido evitar muchos de los actuales problemas. No es una utopía. Islandia ofrece un ejemplo muy interesante. En vez de rescatar a los banqueros que arruinaron al país en 2008, la fiscalía abrió una investigación penal contra los responsables. En 2009 el Gobierno entero tuvo que dimitir y el pago de la deuda de la banca quedó bloqueado. Islandia no ha socializado las pérdidas como están haciendo muchos países, incluida España, sino que ha aceptado que los responsables fueran castigados y que sus bancos se hundieran.

De la misma forma que se crearon instituciones y procedimientos para perseguir los crímenes políticos contra la humanidad, es hora de hacer lo mismo con los económicos. Este es un buen momento, dada su existencia difícil de refutar. Es urgente que la noción de "crimen económico" se incorpore al discurso ciudadano y se entienda su importancia para construir la democracia económica y política. Como mínimo nos hará ver la necesidad de regular los mercados para que, como dice Polanyi, estén al servicio de la sociedad, y no viceversa.

Autoras: Lourdes Benería y Carmen Sarasúa
Fuente: El País

miércoles, 11 de mayo de 2011

Entrevista a Mario Bunge sobre "Las pseudociencias. ¡Vaya timo!"

Entrevista a Mario Bunge sobre "Las pseudociencias. ¡Vaya timo!"
“La delimitación en cuestión es culturalmente importante porque los artículos adulterados corrompen la cultura"

Rebelión
10-5-2011


Mario Bunge (Florida, Buenos Aires, 1919) es uno de los filósofos de la ciencia más reconocidos de todo el mundo. Su formación humanística y política, se señala en la solapa del libro referenciado, “se enraizó en los barrios obreros de Buenos Aires, que recorrió de niño junto a su padre, médico y diputado socialista”. A los 19 años de edad, el autor de los ocho volúmenes de Tratado de Filosofía, de La investigación científica, de Epistemología, de Filosofía de la física y de tantos otros ensayos imprescindibles sobre una gran diversidad de materias y asuntos, fundó la Universidad Obrera Argentina. Gran parte de sus más de cincuenta libros han sido traducidos a numerosos idiomas; el japonés, el ruso y el chino entre ellos. Mario Bunge ha recibido 19 doctorados honoris causa a lo largo de su dilatada carrera. Permítame, admirado profesor Bunge, felicitarte por su nuevo libro. ¿Por qué cree usted que tiene importancia gnoseológica y política delimitar el campo de las pseudociencias? ¿Las gentes suelen creer en teorías tan especulativas, tan poco firmes y tan opuestas al conjunto del conocimiento humano contrastado?
La delimitación en cuestión es culturalmente importante porque los artículos adulterados corrompen la cultura, ponen en peligro la búsqueda de la verdad y hacen perder tiempo a todos, especialmente a los jóvenes, que sacian su curiosidad con facilidad, ya que cualquier pseudociencia se aprende en días o semanas, en tanto que el aprendizaje científico insume muchos años. Y es políticamente importante porque todo político y todo funcionario público necesita conocimientos para concebir programas y organizar el partido o la dependencia estatal, y si usa pseudoconocimientos perjudicará al público. Baste pensar en el daño que ha hecho el neoliberalismo, esa mezcla de pseudociencia económica y pseudofilosofía política, que ha pretendido pasar privilegio e improvisación irresponsable por libertad.
Le pregunto sobre esto último. Una de las teorías que usted considera pseudociencia es la economía neoclásica. ¿Cómo es entonces posible que una teoría así, tan poco, digamos, presentable teóricamente, incluso inconsistente en sus postulados en su opinión, siga teniendo hegemonía académica y oriente la política económica de tantos gobiernos?
Hay varios motivos de su popularidad. Uno es que, por ser esquemática, es fácil de aprender y enseñar. Otro es que, al no exigir contrastación empírica, puede ser aprendida por cualquiera que sepa un poco de matemática. Un tercer motivo es que adula al egoísta, al hacerle creer que es racional. Un cuarto motivo es que disfraza sus fallas con un ropaje matemático. Un quinto motivo es que aun no le han salido competidores. La ortodoxia seguirá dominando mientras los escépticos económicos no construyan una teoría alternativa, que sea matemáticamente transparente y esté acorde con la economia real. Por cierto, no han faltado alternativas, tales como las de Sraffa y Fisher, pero se han quedado en etapas esquemáticas. Tenemos necesidad de un nuevo Keynes, que sea matemáticamente refinado, esté al día con la economía experimental, y lea los periódicos para enterarse de que la enorme mayoria de la gente es pobre, y de que los periodos de equilibrio son excepcionales. Y ahora le pregunto a Vd.: ¿Por qué ninguno de los miles de marxistas que ha habido en el curso de los últimos 100 años, con la posible excepción de Ernest Mandel, ha propuesto una teoría económica alternativa? ¿Será porque no han sido científicos sino escolásticos?
No creo que los marxistas de los últimos cien años, todos ellos o incluso una mayoría destacada, sean o hayan sido escolásticos practicantes, aunque gran parte de ellos no hayan sido científicos en el sentido en el que usted está usando ahora el término y algunos de ellos, muchos si insiste, se haya librado de las fiebres del dogmatismo. En mi opinión, muchos marxistas han formado parte de tradiciones de política revolucionaria, no han sido economistas o científicos académicos sin más. Pero, en mi opinión, revisable y muy provisional desde luego, sé poco de esto, los marxistas críticos que se han dedicado a temas económicos han puesto más el acento en denunciar los mecanismos de explotación, miseria y marginación del capitalismo que en la construcción de una teoría económica alternativa. Sea como sea, usted mismo citaba el caso de Mandel. Podemos pensar también en Baran, en Sweezy, en economistas próximos al PCI, en Morishima, en Kalecki, no sé si Joan Robinson puede ser considerada una economista marxista, o Sraffa, el amigo de Gramsci. No creo que el conjunto de marxistas de los últimos de cien años que hayan intentado proponer una teoría económica alternativa sea equipotente al conjunto vacío, incluso si dejamos al margen a Ernest Mandel.
De acuerdo: todos los economistas que usted menciona, con la posible excepción de Morishima, que se limito a matematizar “El Capital”, han hecho aportes importantes, más a la crítica del capitalismo y de la economía ortodoxa que a la reconstrucción de la teoría económica. Una prueba está en que ninguno de ellos, ni sus discípulos, ha sido capaz de describir, y menos aún de predecir, el colapso de las economías del bloque llamado socialista, ni las numerosas crisis del capitalismo.
Tomando pie en Robert K. Merton, el ethos de la ciencia básica sigue siendo para usted el universalismo, el altruismo, el escepticismo organizado y el comunismo epistémico. ¿No cree que, actualmente, muchos peligros acechan ese ideal normativo? Pienso, por ejemplo, en las multinacionales que financian investigaciones con criterios sobre la publicación de las investigaciones; en el secretismo que rodea a la industria nuclear; en la militarización de una parte nada marginal de la investigación; en la generalizada privatización (y exposición parcial) del software; en la psicología experimental que sigue las orientaciones de empresas y grandes ejecutivos...
En efecto, creo que sigue en pie el ethos de la ciencia básica descrito por mi finado amigo Robert Merton. También es verdad lo que Vd señala, que hay secreto y censura en las ciencias aplicadas como la farmacología y las técnicas como la ingeniería nuclear. Pero no creo que la haya en la matemática ni en las ciencias naturales básicas: la física, la química y la biología. Lo que hay en éstas es censura económica, o sea, recateo de fondos, porque ni la extrema derecha ni la extrema izquierda creen que haga falta la investigación desinteresada. Y también hay censura en las ciencias sociales, porque a ningún gobierno antidemocrático le conviene que se sepa la verdad acerca de los problemas sociales. Dos ejemplos: en la difunta URSS hubo que esperar a la muerte de Stalin para inaugurar el Instituto de Sociología; y los gobiernos de Reagan redujeron a la mitad los subsidios a las ciencias sociales pero no tocaron los subsidios a las ciencias naturales.
Si me permite un comentario: si a ningún gobierno antidemocrático le conviene que se sepa la verdad acerca de los problemas sociales, la mayor parte de los gobiernos del mundo deben ser antidemocráticos. Sea como sea, ¿podría dar algún ejemplo de su afirmación de que “la extrema izquierda no cree que haga falta la investigación desinteresada”? Tal vez en Cuba gobierne en su opinión la izquierda extrema y yo no veo que la dirección política haya marginado, con sus estrechos márgenes, la “investigación desinteresada”.
Cuando visité Cuba en 1983, invitado por la Academia de Ciencias, los directores de laboratorio me explicaron que no hacían investigación básica porque sus mentores y protectores soviéticos les habían dicho que el Tercer Mundo no puede darse el lujo de hacer ciencia básica. Esta tesis coincidía con la campaña de las izquierdas europea y latinoamericana contra el cientificismo. Hay que recordar que la izquierda participó activamente en la emergencia del posmodernismo. Volviendo a Cuba: cuando pedí literatura sobre el resultado del interesante experimento de autogbierno en la provincia de Matanzas, me dijeron que leyese un discurso de Fidel. Yo quería un estudio politológico científico, no una perorata política. Por lo visto, no lo había.
No tenemos las mismas experiencias e informaciones en este asunto, profesor Bunge. En el campo de la pseudociencia incluye usted teorías muy heterogéneas: existencialismo, psicoanálisis, parapsicología, marxismo... ¿La religión también lo sería para usted?
No, ya que hay una sola secta religiosa que se proclama científica: la variedad evangélica conocida como Christian Science, que esta moribunda. Y hay evangelistas norteamericanos que hablan de diseño inteligente como alternativa a la biología evolutiva, pero los tribunales competentes han fallado que eso no es ciencia sino religión, y la Iglesia Católica rechaza esa doctrina.
¿No podemos cometer un error taxonómico al incluir en el mismo conjunto teorías o pseudosaberes que no siempre tienen un aire de familia más allá del hecho de no ser ciencia empírica?
Es verdad que hay casos marginales: los de las protociencias, o ciencias emergentes, que aun no han logrado el rigor que caracteriza a las ciencias maduras. También está el caso de campos que han abordado sin rigor auténticos problemas científicos. Uno de ellos es la llamada psicología evolutiva, que por ahora no es sino una pila de especulaciones.
El psicoanálisis es, en su opinión, una pseudociencia. ¿Por qué? Muchos psicoanalistas le dirían que no puede serlo, por definición, porque no pretende vestirse con ropajes científicos. Es un error considerarlo así. Tampoco lo hace, por ejemplo, la crítica literaria y no es un saber que usted desprecie.
Todos los psicoanalistas, con la excepción de los adeptos de Lacan, pretenden hacer ciencia de la mente. Pero no la hacen puesto que ignoran al cerebro y no ponen sus especulaciones a la prueba experimental. La psicología científica existe desde hace casi dos siglos, y se ha reforzado enormemente en el curso del último medio siglo, al unirse con la neurociencia. Gracias a esta unión sabemos ahora que las enfermedades mentales son desarreglos cerebrales, por lo cual pueden tratarse con mayor o menor éxito mediante píldoras o cirugía. La critica literaria, que Vd menciona, puede ser correcta sin ser experimental, pero todo crítico literario responsable prueba sus hipótesis, y al hacerlo obra científicamente.
Tampoco el marxismo sale bien parado en su libro. Confunde, en su opinión, la lógica y la ontología; adolece de una escasa lógica formal; infravalora el papel de la cultura, la política y la ideología; su gnoseología es de un realismo ingenuo que “no deja sitio a la naturaleza simbólica de las matemáticas o de la física”. No continuo, su lista es larga. ¿Todas las tradiciones marxistas encajarían en esa aproximación? Pienso, por ejemplo, en la obra de Geymonat, Casari o Sacristán, o incluso en la de Marx, Engels y Gramsci, y no me acaban de encajar las cosas.
El marxismo es un cuerpo de doctrina enormemente rico. En él hay de todo, desde intuiciones geniales hasta desvaríos. Lo que no hay es método científico ni utilización de los hallazgos obtenidos fuera de la escuela, salvo en los caso de los historiadores marxistas británicos y los antropólogos y arqueólogos rusos, a quienes Vd no cita. Vd cita a Geymonat, Casari y Sacristán, pensadores estimables pero no originales. Gramsci fue original, al insistir en la importancia de la política y de los intelectuales, pero no tuvo la oportunidad de construir una politología ni una culturología.
Heidegger tampoco es santo de su devoción filosófica. El ex-rector de Friburgo en tiempos turbulentos no pretendía hacer ciencia. No hay, por tanto, pseudociencia en su obra. ¿No hay nada que el pensamiento racional pueda sacar en limpio del autor de Ser y Tiempo? ¿Ninguna temática, ninguna tesis, ninguna inquietud filosófica? Si no fuera así, ¿por qué está tan de moda su pensamiento desde hace décadas?
Heidegger no sólo no pretendió hacer ciencia sino que, siguiendo a su maestro, Edmund Husserl, rechazó la ciencia. Esto le impidió hacer ontología y gnoseología en serio. Es verdad que "Ser y tiempo" abordó la ontología, pero no aportó nada porque es un fárrago de sinsentidos y de trivialidades dignas del siglo X. Todo el existencialismo es una gran estafa de la que nada queda. ¿Quién puede tomar en serio enunciados tales como "El tiempo es la maduración de la temporalidad?"
También yo me pregunto por qué sigue de moda ese farsante. Una explicación posible es que sus adeptos rechazan el rigor lógico e ignoran todas las ciencias. También debe influir el hecho de que Heidegger escribió en alemán y enseñó en una universidad prestigiosa (en la que fui profesor visitante de física en 1966). ¿Se le admiraría si hubiera escrito en castellano y profesado en una universidad latinoamericana?
Tal vez sí, no lo sé. Déjenme defender causas que no son las mías. Ortega, por ejemplo, no siempre es claro; tampoco lo son María Zambrano, García Bacca o Zubiri, y son filósofos reconocidos. Incluso, puestos a citar grandes nombres, Hannah Arendt tampoco es una enciclopedia de la claridad expositiva. En el ámbito de la epistemología, Feyerabend no siempre es un vértice destacado de la precisión conceptual o incluso, si me apura, Bohr o Schrödinger
De acuerdo: todos los pensadores que usted menciona, con la excepción de Schrödinger, han sido oscuros. Yo no dije que baste escribir en castellano para hacerlo con claridad. Dije que los autores alemanes son mas respetados que los hispanoamericanos, a veces por el solo hecho de expresarse en alemán.
El término “socialista” aparece varias veces en su libro. ¿Qué es para usted el socialismo? ¿Puede citarme un socialista que sea un autor de interés, aparte de usted mismo, claro está?
Hay muchas clases de socialismo, pero todos ellos dicen tener algo en común, a saber, la aspiración a la sociedad de socios, de iguales, que compartan las riquezas naturales y culturales en lugar de permitir que éstas sean acaparadas por minorías. Obviamente, el socialismo autoritario es imposible, ya que, al concentrar el poder político en una minoría, excluye a la mayoría del control de las riquezas naturales y culturales. Ese fue el peor error de Marx y sus secuaces: el proclamar la necesidad de la dictadura del proletariado. El socialismo auténtico promueve la participación de todos en el gobierno de la cosa pública.
Hay muchos socialistas dignos de ser leídos. En particular Rousseau, Louis Blanc, John Stuart Mill, Marx, Engels y Rosa Luxemburg. Yo los admiro, pero para ser socialista hoy, en 2011, no basta conocer a los clásicos, sino que hay que investigar el mundo social contemporáneo. Y la enorme mayoría de los marxistas no exploran la realidad sino que comentan textos. Hacen escolástica, no ciencia social; son librescos, no científicos. Sólo dos de los seis autores marxistas que Vd. cita hicieron investigacion social: Marx y Engels. Pero, salvo Engels antes de conocer a Marx, ellos no hicieron sociología. Y ni Marx ni Engels (ni Lenin) tuvieron una teoria del Estado, acaso porque eran deterministas históricos. El resultado fue que, cuando los bolcheviques tomaron el poder en 1917, no supieron ejercerlo. Termino haciéndole dos preguntas a Vd.: ¿Por qué suelen ser tan crédulos los izquierdistas contemporáneos, algunos de los cuales han sido posmodernos? ¿Y por qué ningún marxista contemporáneo ha hecho aportes originales importantes a la filosofía ni a las ciencias sociales?
Si me permite, antes de responderle, no sé si Marx, Engels y Lenin fueron siempre deterministas históricos y no sé en qué secuaces marxistas está usted pensando. Contesto a sus preguntas. La primera: ser crédulo no veo que sea una característica singular de los pensadores de izquierda, a los que yo no llamo izquierdistas, término usado entre otros por Álvaro Vargas, que me parece muy borroso y un pelín malintencionado. Sea como sea, habría que concretar a qué pensadores incluimos bajo el concepto de “izquierda contemporáneo”. Los que yo pienso tras esa expresión no son crédulos en absoluto. No lo son, por ejemplo, dos de los pensadores de izquierda españoles más importantes que yo conozco y leo: Francisco Fernández Buey y Antoni Domènech.
La izquierda política y filosófica, por lo demás, admitiendo excepciones desde luego, no es muy postmoderna o no lo son en absoluto muchos de sus miembros aunque algunos hayan podido tontear en algún momento. No lo ha sido nunca, si no ando errado, Alan Sokal; no lo es Jean Bricmont; pensadores españoles de izquierda, además de los citados, como Carlos Fernández Liria, Santiago Alba Rico, Nicolás González Varela o Miguel Ángel Quintanilla, por citarle autores con posiciones políticas muy diferenciadas, nunca han abonado esa senda filosófica. Y también creo que muchos o bastantes filósofos o intelectuales marxistas han hecho aportaciones originales a la filosofía y a las ciencias sociales. Gramsci, Lukács, Mike Davis, Domenico Losurdo o Lucio Magri serían algunos nombres. La lista puede ampliarse. Basta con que usted mismo añada nombres del rico y documentado marxismo británico al que usted mismo hacía referencia anteriormente.
Supongo que usted tiene razón. Lo que pasa es que yo no conozco ninguna crítica de esos pensadores de los disparates que escribieron Marx, Engels, Lenin y sus secuaces sobre la dialéctica tomada de Hegel y la teoría del conocimiento tomada del empirismo. Y sepa usted que ésta es una autocrítica, porque yo mismo, en mi juventud, tragué todo eso sin chistar. En todo caso, no tengo tiempo para seguir esta polémica. Lo acordado fue una entrevista, no una polémica. Tengo un plan de trabajo y no me sobran años para llevarlo a cabo. Y creo que la construcción de nuevas teorías vale más la pena que la polémica periodística.
De acuerdo, profesor Bunge, muchas gracias por su tiempo y por sus respuestas.

En: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=128104

miércoles, 4 de mayo de 2011

Científicos estadounidenses predijeron zona dónde se escondía Bin Laden

Última actualización: Miércoles, 4 de mayo de 2011

Análisis regional
Científicos usaron imágenes nocturnas para estudiar la densidad poblacional.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos se abocó durante casi una década a seguirle los pasos al ahora fallecido líder de al-Qaeda, Osama bin Laden. Pero, en 2009, un grupo de científicos anticipó con alto grado de certeza dónde podía estar escondido el hombre "más buscado" por el gobierno estadounidense.
Mediante un modelo probabilístico, un equipo de geógrafos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) afirmó que existía un 88,9% de posibilidades de que Bin Laden, señalado como el "cerebro" detrás de los ataques del 11 de septiembre de 2011, estuviera a menos de 300 kilómetros del lugar donde había sido localizado por última vez.
Fue apenas unos meses después de los atentados, en la región montañosa de Tora Bora, en Afganistán, donde se interceptaron comunicaciones de radio que llevaron a las tropas estadounidenses a atacar en busca del escurridizo fundador de la red islámica, aunque sin éxito alguno.
"Usamos esa información, así como principios de geografía e imágenes satelitales, para sugerir que el hombre estaba en Pakistán, en un área limitada a 300 kilómetros desde Tora Bora", dijo a BBC Mundo Thomas Gillespie, profesor de UCLA y autor de la investigación.
La ciudad de Abbottabad, donde Bin Laden fue arrinconado y muerto el pasado domingo en un operativo militar estadounidense, queda a unos 280 kilómetros de Tora Bora.

Teorías para animales

Las hipótesis de Gillespie se basaron en nociones básicas de su especialidad: la biogeografía, que observa la distribución de animales y plantas en el espacio.
"Usamos esa información, así como principios de geografía e imágenes satelitales, para sugerir que el hombre estaba en Pakistán"
Thomas Gillespie, profesor de UCLA y autor de la investigación.
El estudio -firmado en conjunto con otro colega y varios alumnos de su cátedra- fue publicado en febrero de 2009 en el MIT International Review, del prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), y cobró ahora nueva relevancia.
Detrás de las conclusiones, hay dos teorías que geógrafos y ambientalistas usan para establecer estrategias de conservación de fauna: la de la "decadencia por distancia" y la de la "isla biogeográfica".
La primera sugiere que una especie no viaja lejos de su ecosistema o, aplicada a los grupos humanos, un individuo no se va lejos de un entorno socio-cultural reconocible en situaciones de emergencia o si tiene que garantizar su supervivencia.
"A medida que uno de aleja de su hábitat de referencia, la posibilidad de encontrar un entorno similar decrece exponencialmente. En decir que cuanto más se alejara Bin Laden, más se hubiera encontrado con una composición diferente a la suya y, por tanto, hubiera quedado más vulnerable a ser detectado", detalla Gillespie.
En el análisis a escala global los científicos habían elegido una ciudad diferente a Abbottabad como estadísticamente "favorita": en Parachinar, en la región tribal de Kurram sobre la frontera, había –según ellos- 98% de probabilidades de encontrar al líder de al-Qaeda.
"A nivel global tuvimos un margen de error, pero Abbottabad está a 400 kilómetros de allí y dentro de la zona definida como "altamente probable"", reconoció el académico.

Abbottabad, la "isla"

Teoría de la "decadencia por distancia"
Según la teoría de la "decadencia por distancia", un individuo en crisis no se aleja demasiado de su hábitat natural.
Donde las predicciones de Gillespie fueron aún más precisas es en el análisis a nivel regional y local: anticiparon que el líder de origen saudita iba a estar en una ciudad y en una vivienda con características similares al complejo donde fue ultimado.
Para esta tarea, los geógrafos utilizaron información de detección remota (remote sensing, en inglés) obtenida de satélites, así como un archivo de fotos administrado por la agencia espacial NASA.
"Pero no se trata de información confidencial, sino de imágenes disponible en Internet, para cualquier usuario que quiera mirarlas o, como nosotros, ponerlas al servicio de una hipótesis científica", señaló a BBC Mundo.
Ellos descartaron de plano que el fugitivo estuviera en una cueva, como se había especulado, porque un refugio entre rocas hubiera requerido ventilación y un sistema de aprovisionamiento regular fácilmente detectable mediante imágenes aéreas.
Una ciudad, en cambio, cumple con la teoría de la "isla biogeográfica", que Gillespie ha aplicado generalmente a sus estudios de aves: establece que si alguien trata de sobrevivir, buscará hacerlo en un ecosistema con baja tasa de extinción.
En otras palabras: que si una especie queda aislada, por ejemplo, en Hawai, es más probable que sobreviva que si queda en una isla remota con una única palmera. O bien que si Osama bin Laden intentaba pasar desapercibido, era mucho más fácil que lo lograra en una "isla" del tamaño de una ciudad que en una aldea de unas pocas casas.

Al detalle

"A nivel global tuvimos un margen de error, pero Abbottabad está a 400 kilómetros de allí y dentro de la zona definida como 'altamente probable'"
Thomas Gillespie, profesor de UCLA y autor de la investigación.
Luego, el documento académico fue un paso más allá y definió cómo podía ser la casa que albergaba al militante islámico.
Basándose en sus atributos físicos y en lo que se había dado a conocer sobre su estilo de vida, establecieron que la guarida debía tener una altura mayor a los 1,92 a 1,95 metros que medía el hombre, además de contar con suministro eléctrico para abastecer a la máquina de diálisis con la que debía tratarse regularmente.
"También consideramos que el complejo debía tener al menos tres habitaciones para albergar a los custodios y alrededor, paredes de al menos 3 metros. La casa donde lo hallaron tenía un parecido sorprendente con la que nosotros presentamos en el trabajo", afirmó el profesor de UCLA.

lunes, 2 de mayo de 2011

Las revoluciones árabes acaban con la ideología y el discurso de Al Qaeda





Artículo de Jáled Harub publicado en el diario palestino Al Ayam traducido por Al Fanar Traductores


El efecto más importante de las revoluciones árabes pacíficas sobre la lógica y la ideología de Al Qaeda consiste en haber acabado con el recurso de la violencia totalmente y demostrar su incapacidad para producir un cambio interno en los crueles regímenes. Los pueblos árabes y musulmanes no necesitan organizaciones armadas ni violentas generadoras de los más altos niveles de terrorismo para hacer caer a regímenes que no quieren. La palabra clave que han aportado las revoluciones árabes pacíficas al diccionario del cambio político y social es «efectividad». Estas revoluciones que no se han apoyado en ningún tipo de armas ni en ninguna forma, por remota que sea, de violencia armada han sido «eficaces», han logrado todo lo que no habían conseguido el resto de medios de cambio. Los regímenes, confusos ante como responder ante estas revoluciones pacíficas, deseaban que éstas se inclinasen hacia la violencia para poder justificar el uso de sus aparatos sanguinarios de represión. Extremo que queda patente en el caso libio cuando el régimen abrió en los primeros días de la revuelta los arsenales de armas para la gente tuviese acceso a ellas. De esta forma las manifestaciones pacíficas de la revolución se convirtieron en un levantamiento armado que fue reprimido por medio de las armas y el ejército.

Aiman al Dawahiri específicamente, pero también otros de los ideólogos de la violencia de Al Qaeda, han asegurado una y otra vez que solo las revoluciones armadas tenían posibilidades de lograr sus objetivos. Por ello la violencia y las armas han sido el motor principal de la estrategia y la táctica de las organizaciones ligadas a Al Qaeda. Al margen de estos dos elementos no queda nada que se pueda calificar de ideas, alternativa, programa político o soluciones a los problemas del mundo islámico como conjunto o para alguno de sus países en particular. El uso de la violencia ha prolongado la vida de los regímenes, como ha sucedido ahora con el libio, pues la violencia proporciona una justificación para desplegar el ejército en la calle y reprimir al pueblo sin misericordia.

Estas reflexiones son parte de las conclusiones de un importante encuentro organizado la semana pasada por el Gulf Research Centre de la Universidad de Cambridge sobre «La yihad electrónica y sus discursos». También señalan que la clara confusión de las organizaciones de Al Qaeda a la hora de interactuar con las revoluciones árabes refleja cómo se han visto superadas por dichas revoluciones. Los lemas de las revoluciones árabes gravitan, y siguen haciéndolo, sobre la libertad, la dignidad y la participación política, sin ningún eslogan de ideología islamista. En este sentido, las revoluciones no solo han dejado atrás a las organizaciones violentas de Al Qaeda, sino también a las principales corrientes del islam político y sus eslóganes, especialmente aquel de «el islam es la solución». Amplios sectores de la juventud que han liderado estas revoluciones, y que son su columna vertebral ideológica, son las capas de jóvenes globalizados, conectados y abiertos al mundo que rechazan la lógica de Al Qaeda de que la regla de relación de los musulmanes con los no musulmanes es la guerra y el resto es la excepción.

La violencia de Al Qaeda se ha quedado sin justificación al haber sido desmontada por las revoluciones pacíficas poniendo al descubierto la fragilidad de una región basada en coyunturas sobre las que los regímenes se sustentan para utilizar la violencia contra sus pueblos, como es el caso de Libia o Yemen por poner un par de ejemplos. Las consecuencias del plan libio de transformar la revolución pacífica en una revuelta armada abre la puerta a todas las posibilidades. En este abanico se incluye los llamamientos de Al Qaeda a sus «seguidores» para que se apresuren a hacer acopio de armas y aprovechen el caos violento que ha creado el régimen criminal. Esto significaría que Libia se podría transformar en un segundo Iraq situado entre dos opciones, cada cual peor: el terrorismo de Al Qaeda o la intervención extranjera. En cualquier caso, la presencia de las armas en las calles en estas revoluciones tiene un claro perdedor: sus pueblos y sus aspiraciones, mientras que el mayor beneficiado son las organizaciones terroristas y el control occidental sobre la región. Hay que valorar el grado de independencia del dominio occidental que pueden lograr los países árabes: el máximo grado de soberanía en la toma de decisiones se alcanzará si triunfan las revoluciones pacíficas, por el contrario, los logros se nublarán si triunfa la revolución mediante los métodos violentos que propone Al Qaeda o mediante la petición de una intervención occidental.

El fracaso de la «era de Al Qaeda» y de sus estrategias violentas consiste en que se basan en la destrucción, el caos y el derramamiento de sangre como único resultado, sin que tenga ningún proyecto que llevar a término. La táctica por excelencia para reclutar miembros y enrolarlos en sus filas eran las armas y el discurso de la «yihad», la creación de un romanticismo falso en torno a las armas, vanagloriándolas y creando cánticos sobre ellas. El manejo de las armas, como usarlas y como perpetrar acciones son su principal misión sin tener un objetivo más amplio o más importante, o una estrategia convincente. Si analizamos el esfuerzo para crear ideas, dar con nuevos métodos vemos que solo se concentran en como colar explosivos o suicidas a bordo de aviones civiles y estrellarlos. De vez en cuando escuchamos noticias de que acciones fallidas de este tipo, cada vez se trata de un nuevo método o una táctica. Posiblemente hay dos explicaciones para esta fascinación absoluta por la utilización de aviones civiles. La primera es la obstinación por retar a las fuerzas de seguridad occidentales y los sistemas de seguridad de los aeropuertos, apuntándose puntos contra los servicios secretos occidentales, sin que tenga el tema ninguna relación con ninguna yihad aunque sea imaginaria. La batalla se ha convertido en una caricatura ridícula de un combate de lucha por puntos entre Al Qaeda y los servicios secretos, a expensas de los pueblos de la región, su futuro y sus vidas. La segunda explicación sería la fascinación por la imagen. A pesar de toda la penuria que ha caído sobre los musulmanes como resultado del terrorismo del 11-S, Al Qaeda y sus líderes siguen extasiados por los medios de comunicación y la capacidad dramática.

Todo lo anteriormente expuesto deja clara la ausencia de lógica en Al Qaeda y que solo les interesa el medio, pues carecen de objetivos o estrategia. Están obsesionados con la imagen y los medios de comunicación, sobre todo en su vertiente provocativa y violenta al más puro estilo hollywoodiense. Sobre este último aspecto, tal y como ha quedado reflejado en las ponencias del mencionado encuentro, hay una especie de pasión adolescente en Al Qaeda por los medios de comunicación, la imagen televisiva, los videos y las grabaciones. Está claro que tras esta pasión se esconde el éxito a la hora de reclutar y atraer a nuevos miembros para la organización. Pero este grado de obsesión por la imagen tiene su origen en la falta total de contenido.

Las revoluciones árabes pacíficas, a través de los vídeo e internet, han logrado marginar a Al Qaeda como referencia en el uso de la imagen. Las imágenes y los símbolos de las revueltas pacíficas han invadido la imaginación árabe y su estética, su capacidad de persuasión y su efectividad superan incuestionablemente los intentos de Al Qaeda en este campo, pasados y presentes.


Texto original en árabe: