lunes, 31 de octubre de 2011

La fiebre de cultivos perturba África

La carrera internacional para explotar tierras fértiles en el continente amenaza el equilibrio en el reparto del agua y espolea protestas de comunidades campesinas

Madrid 30 OCT 2011 



La pugna para el acceso al petróleo, al gas y a los minerales es una fuerza subterránea que ha contribuido significativamente a plasmar el mundo moderno. En el siglo XXI, se hace cada vez más evidente que, para comprender las relaciones internacionales, a esos factores habrá que añadir otro: el acceso a tierras fértiles.

La carrera por el control de superficies cultivables está en pleno desarrollo. La poderosa subida de los precios de los alimentos ocurrida en 2007-2008 impulsó el fenómeno. Muchos gobiernos de países dependientes de las importaciones de alimentos se convencieron de la necesidad de reducir su vulnerabilidad comprando o alquilando tierra en otros países. En 2011, tras un par de años de relativa calma, los precios han estado constantemente por encima del pico de 2008, según el índice elaborado por la Organización para los Alimentos y la Agricultura de la ONU (FAO, por sus siglas en inglés). La fiebre de los cultivos sigue ardiendo y, según vaticinan los expertos, no hay visos de que vaya a remitir a corto y medio plazo.

África es el principal escenario de la carrera. La falta de transparencia de muchos acuerdos y la ausencia de fiables registros públicos en varios países impide perfilar estadísticas exhaustivas a escala global acerca del fenómeno. Pero los datos disponibles indican que este es de amplísimas proporciones, con contratos que cubren extensiones de miles de kilómetros cuadrados. Tan solo en Etiopia, Mozambique, Sudán y Liberia, unos 43.000 kilómetros cuadrados fueron vendidos o arrendados a inversores extranjeros entre 2004 y 2009, según datos oficiales recopilados por el Banco Mundial. Se trata de una superficie equivalente al territorio de Suiza. Si se tiene en cuenta que son muchos los países que —en África, pero también en otros continentes— viven experiencias similares, la magnitud del asunto es evidente.
El incremento de la población mundial, la dieta más rica de millones de personas en países emergentes y la creciente cantidad de cultivos destinados a biocombustibles explican la subida del precio de los alimentos y, en gran parte, la consiguiente búsqueda de tierras. Más allá de su dimensión económico-social, este empuje tiene implicaciones geopolíticas.
Una de ellas es el control del agua. “Estas grandes inversiones se sitúan en zonas con un acceso estratégico al agua”, comenta en conversación telefónica Michael Taylor, analista del International Land Coalition, una ONG que sigue de cerca el fenómeno. “Por ejemplo, varios países de las cuencas del Nilo y del Níger son grandes receptores de este flujo de inversiones. Muchos de los contratos firmados en estos países no regulan claramente la cuestión del uso del agua. La utilización del caudal del Nilo ya es motivo de tensión entre Egipto y otras naciones de la cuenca. Cuando todos estos proyectos estén en pleno funcionamiento, son de esperar crecientes extracciones de agua. Hay un alto potencial para que se generen conflictos". Unos 200 millones de personas vivían en la cuenca del Nilo en 2005, y la ONU estima que serán 330 millones en 2030.

Crece en varios países la frustración de campesinos y pastores expropiados
Malí, uno de los países por los que pasa el río Níger, vendió o alquiló unos 2.400 kilómetros cuadrados de tierra a extranjeros tan solo en 2010, según datos recopilados por el Oakland Institute. Más de 100 millones de personas viven en la cuenca del Níger.

Países que sufren escasez de agua —como Arabia Saudí, Catar o los Emiratos Árabes Unidos— figuran entre los mayores protagonistas de la carrera por la tierra. “Pero también hay otras clases de inversores: países como China o India, que tienen agua para cultivar pero temen que en el futuro su sector agrícola sea incapaz de abastecer a sus grandes poblaciones; y empresas de países occidentales, que quieren tierra para cultivar biocombustibles, o simplemente vender más en el mercado internacional”, observa Taylor. No faltan tampoco inversores que simplemente buscan refugio de las turbulencias del mercado financiero.

La pugna por el agua está detrás de muchas de las compras de tierra
La pugna del agua no es la única evidente consecuencia geoestratégica en este fenómeno. También tiene un potencial desestabilizador en la política de Estados en los que la tierra es una cuestión vital, el medio de subsistencia directa de grandes porcentajes de la población.

Disturbios y tensiones

Madagascar es un caso premonitor de lo que puede ocurrir. En 2009, el rechazo a un proyecto para conceder a la empresa surcoreana Daewoo la explotación de una superficie de 13.000 kilómetros cuadrados —aproximadamente la mitad de Bélgica— fue el catalizador de un profundo malestar social que estalló con unos tremendos disturbios que dejaron decenas de muertos. El Gobierno que asumió el poder tras los desórdenes tumbó inmediatamente el proyecto. La frustración de campesinos o pastores expropiados o despojados del derecho de acceso a las tierras ha creado ya tensiones en varios otros países.

Los defensores de esta clase de proyectos alegan que las inversiones permiten crear nuevas infraestructuras, puestos de trabajo y una mejora de la productividad agrícola. Los detractores alertan de que, en la mayor parte de los casos, suponen el desalojo de comunidades enteras, que la creación de puestos de trabajo es muy inferior al número de personas que han perdido su medio de vida, que la exportación de la producción de esos terrenos daña países con mercado alimentarios muy precarios. Varias ONG han denunciado en los últimos años numerosos atropellos a los derechos de las comunidades locales.

Para reducir esos riesgos, el Comité sobre la Seguridad Alimentaria está impulsando un código voluntario de conducta internacional. El comité celebró una sesión en Roma del 17 al 22 de octubre, pero no logró terminar las negociaciones. Olivier de Schutter, relator especial de la ONU sobre el derecho a la Alimentación, alertó de que “está en marcha una carrera entre los inversores [que quieren obtener más terrenos] y la comunidad internacional, que quiere regular este proceso para evitar que tenga consecuencias pavorosas”.

“La atmósfera en la negociación es constructiva”, señala en conversación telefónica Duncan Pruett, consultor de Oxfam que asistió a la sesión del CSA. “El problema es que incluso si se llegara a un acuerdo en los próximos meses, ese código voluntario no tocaría en todo caso los factores que impulsan el fenómeno”.

Esos siguen ahí. “Nuestros análisis sugieren que nos espera una fase de volatilidad del mercado de alimentos”, explica George Rapsomanikis, economista de la FAO. “Además, varios casos de restricciones a las exportaciones —como las de India y Vietnam sobre el arroz en 2008, y la de Rusia sobre cereales en 2010/2011— parecen haber reforzado el deseo de autosuficiencia. Hemos pasado de una era en la que se impulsaba un mercado abierto, a otra en la que cada uno quiere protegerse”. Históricamente, actitudes semejantes han terminado a menudo causando graves tormentas en las relaciones internacionales.
El País

domingo, 30 de octubre de 2011

“Este fenómeno tiene un potencial conflictivo”

 
DAVID ANDERSON / Profesor de Estudios Africanos de Oxford
“África está siendo explotada otra vez. Sus tierras son la solución barata para los problemas de otros. Y es una situación con un potencial conflictivo”. Esta es la radiografía del gran acaparamiento de terrenos de cultivo en el continente africano por parte de inversores extranjeros que hace David Anderson, profesor del Centro de Estudios Africanos de la Universidad de Oxford, en una entrevista telefónica desde Reino Unido.

Pregunta. ¿El arrendamiento de estas grandes superficies para cultivos puede dinamitar los equilibrios de reparto del agua?
Respuesta. La cuestión del agua es central en toda esta historia. Gran parte de estos proyectos solo son viables si la tierra puede ser bien regada. Lo que me preocupa es que ninguno de los Gobiernos en cuestión está desarrollando adecuados estudios hidrológicos del impacto del arrendamiento de estas enormes superficie. Pese a que hay acuerdos internacionales sobre el uso del agua, los Gobiernos están actuando sin cuidado. En parte, es porque creen que no todos los proyectos se desarrollarán realmente. Pero la falta de planificación, coordinación y análisis de las consecuencias es inquietante.

P. ¿Cree que este fenómeno puede alimentar disturbios?
R. Sí. Especialmente en el este de África. El agua ya es a menudo una causa de conflictos. Y a medida que se haga más escasa, inevitablemente se agudizarán las fricciones. En casos como estos, además, cuando lo que puede causar desabastecimiento es la introducción de proyectos con capital extranjeros, es fácil para la gente local ver la intervención extranjera como el enemigo y considerar que el gobierno local ha sido cómplice de esa situación. Entonces creo que este fenómeno tiene el potencial para ser conflictivo. En partes de Uganda y Etiopía, poblaciones locales ya han avisado de que si habrá desabastecimiento de agua, lucharán. Pero los gobiernos que están desarrollando estos proyectos tienen una visión muy autoritaria de la cuestión. Piensan que podrán sencillamente acallar estas protestas enviando el Ejército.

P. ¿Piensa que el fenómeno se acentuará en el futuro?
R. Es difícil hacer predicciones porque no hay datos fiables. Creo que los gobiernos en cuestión han deliberadamente enmascarado algunas de las actividades. Es importante fijarse en el precio de los alimentos, que es una de los mayores factores que han causado lo que está ocurriendo. Esto es una respuesta a la crisis global en la que estas tierras africanas aparecen como una solución barata para los problemas de otros. África se convierte en el lugar en el que otras partes del mundo pueden producir de manera más barata lo que necesitan. África es explotada otra vez.


sábado, 29 de octubre de 2011

¿Qué es la regla Volcker?

¿Qué es la regla Volcker?

Credito:
Alinn Bravo
La llamada regla Volcker es la propuesta de ley de reforma del sistema bancario que lanzó el gobierno de Obama en el año 2010 y recibe el nombre en honor a Paul Volcker, expresidente de la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos.

La regla Volcker consiste en limitar el tamaño de los bancos y restringir sus actividades de riesgo.
“Prohíbe operaciones que buscan ganancias rápidas, pero ofrece exenciones para suscribir y construir mercados de valores, además de cubrir riesgos. También se incluye un programa para garantizar que los bancos no hagan operaciones propias haciéndolas pasar como cobertura”.

Entre otras medidas, establece un límite de 3% del capital total de los bancos, para aportar capital a fondos de inversión alternativa o realizar operaciones a corto plazo con la cartera propia para su beneficio y les exige llevar un registro más exhaustivo de sus actividades.

Asimismo, impide a cualquier banco que capte depósitos garantizados por el Estado tener hedge funds, o fondos de private equity o comprar y vender títulos por cuenta propia (en particular, hipotecas subprime).

Con estas medidas, se quiere evitar que se creen entidades demasiado grandes para quebrar y que obliguen al Estado a salir siempre a su rescate, como ocurrió en el 2009.
fondos@eleconomista.com.mx

El Economista

La Casa Blanca propone limitar el tamaño de bancos de EE.UU.

Sigue el endurecimiento de las restricciones:

La medida alteraría en forma importante el negocio de las principales entidades del sector en ese país. Tras el anuncio de "la regla de Volcker", los mercados reaccionaron con fuertes bajas, arrastrados por los títulos bancarios.  

Jonathan Weisman, Damian Paletta y Robin Sidel WASHINGTON.- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, propuso nuevas regulaciones orientadas a limitar el tamaño y las actividades de los mayores bancos del país. Con el ex presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, a su lado, Obama dijo que pretendía endurecer las actuales restricciones al tamaño de los bancos y obligarlos a elegir entre la red de protección que otorga el gobierno y el a menudo lucrativo negocio de transar valores con recursos propios y poseer fondos de cobertura o de capital privado. 
Falta su aprobaciónVolcker ha sido una de las voces más críticas de los bancos, pero hasta hace poco los principales asesores de la Casa Blanca, como el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, no parecían muy convencidos. "El contribuyente estadounidense nunca volverá a estar a merced de un banco demasiado grande para caer", prometió Obama.Si son aprobadas por el Congreso, las propuestas alterarán en forma significativa el negocio de las principales entidades financieras del país. La posibilidad de que las nuevas normas disminuyan las ganancias de los bancos hizo que los inversionistas castigaran las acciones financieras, lo que contribuyó a una caída de 213,27 puntos, equivalente a 2%, del Promedio Industrial Dow Jones. 
El índice cerró la jornada en 10.398,88 puntos. La acción más vapuleada fue la de J.P. Morgan Chase, que declinó 6,6%.El destino de la legislación, en todo caso, probablemente dependerá en buena medida de los republicanos. Sin embargo, en un entorno político marcado por la hostilidad hacia la banca, es posible que los demócratas sólo necesiten convencer a un puñado de legisladores republicanos para aprobar una variante de lo que el propio Obama bautizó como "la regla de Volcker". La iniciativa busca que los bancos comerciales que acepten depósitos del público no puedan invertir ese dinero para beneficio del propio banco. A los bancos comerciales se les prohibiría poseer, invertir o asesorar a fondos de cobertura o firmas de capital privado.
Los reguladores bancarios no sólo tendrían la potestad de hacer cumplir dicho reglamento sino que estarían obligados a hacerlo. "Uno puede elegir dedicarse a negociar con recursos propios o ser propietario de un banco, pero no puede hacer ambas cosas", aseveró un representante de la Casa Blanca. Los bancos y los grupos que representan sus intereses atacaron la propuesta, la que tildaron de innecesaria y poco inteligente. 
Durante los últimos años, los bancos estadounidenses han apuntalado sus ganancias en negocios que van mucho más allá de las actividades tradicionales de un banco como captar depósitos, conceder préstamos y transar acciones y bonos a nombre de sus clientes. Algunos han comprado o auspiciado fondos de cobertura. Otros han invertido su propio dinero en los mercados. Decidiendo la dirección. Después del colapso de Lehman Brothers y el rescate de American International Group, a finales de 2008, los bancos de inversión Goldman Sachs y Morgan Stanley se transformaron formalmente en bancos. 
Esto les permitió acceder a préstamos de la Fed y contar con una garantía fiscal sobre su nueva deuda en los mercados financieros. Cuando la crisis empezó a amainar, Goldman y otras empresas se endeudaron a tasas muy bajas y generaron jugosas ganancias al negociar con recursos propios. Esto le dio a Volcker y sus aliados nuevos argumentos para respaldar la iniciativa. "Lo importante es que las instituciones que cuenten con el respaldo del gobierno no puedan generar ganancias de sus propios recursos", manifestó Austan Goolsbee, economista de la Casa Blanca y miembro del comité presidencial encabezado por Volcker. 
Funcionarios del gobierno dijeron que los nuevos reglamentos obligarán a grandes instituciones como J.P. Morgan Chase y Bank of America a decidir la dirección de sus negocios. Insistieron, sin embargo, que la medida no constituye una versión remozada de la ley Glass-Steagall, que separó durante décadas a los bancos comerciales de los de inversión y que fue derogada a finales de los años 90.
LA INICIATIVA busca que los bancos comerciales que acepten depósitos del público no puedan invertir ese dinero para el beneficio propio del banco, ni poseer, asesorar o invertir en fondos de cobertura. 

Viernes 22 de Enero de 2010
El Mercurio

jueves, 27 de octubre de 2011

Todos a merced de Alemania

27 octubre 2011 Eleftherotypia Atenas

Los dirigentes de la eurozona han aligerado la deuda griega y han aumentando la cantidad de su ayuda. Pero para Eleftherotypia, que expone en su portada que “Alemania impone el plan de rescate”, esta decisión sitúa a los griegos y a todos los europeos bajo la autoridad de Berlín. 

Respaldada por más del 80% de los diputados que le dieron su aprobación, Angela Merkel llegó a la cumbre de Bruselas para encontrar una solución al problema griego.

Pero la canciller ya había anunciado ante sus diputados casi punto por punto la decisión tomada por los dirigentes europeos. Da la impresión de que ni siquiera tuvo en cuenta el intercambio de puntos de vista de los demás dirigentes, como si no hubiera ningún otro país en Europa.
Está claro que todo el mundo sabe que Alemania es el país más fuerte de Europa. Todo el mundo sabe que su opinión tiene más peso que las demás. Pero no puede tener siempre la última palabra. Porque en política, no hay que aplicar las mismas reglas que en el fútbol, donde, “al final, siempre ganan los alemanes”, como decía un ex jugador inglés.

De hecho, tal y como van las cosas, nos encontramos en la situación contraria. Porque en fútbol, los alemanes pierden a menudo, mientras que en Europa imponen siempre su criterio. Además, no se enfrentan a ninguna objeción. Incluso el presidente francés es objeto de las críticas de su propia prensa porque apoya las posiciones alemanas.

La canciller Merkel hace lo que quiere

Otros dirigentes, como el primer ministro luxemburgués Jean Claude Juncker, se preocupan por la hegemonía alemana. Pero no sirve de nada. La canciller Merkel hace lo que quiere. Con respecto a Grecia, ha impuesto la solución que incluye una reducción del 50% de la deuda y reformas estructurales profundas, lo que se traduce en última instancia en medidas de austeridad.

Y ahí es donde se encuentra la contrapartida del “regalo” de la reestructuración: la austeridad. Aunque Merkel explicara a sus diputados que siente “respeto” por los sacrificios aceptados por los griegos, no cambia nada la realidad de la austeridad. Esto se aplica a Grecia, pero también a los demás países que se encuentran en el punto de mira, como Italia, más allá de la reticencia de Berlusconi.

Grecia, al igual que el conjunto de la eurozona, se encuentra a merced de Alemania. Cuando se debaten las decisiones importantes y al final las impone un país que no cede ante nada, los demás tienen que dar marcha atrás a la fuerza.

Si los demás países siguen sin imponer su punto de vista, lo que ocurrirá en Europa no será nada bueno, en especial para los países pequeños, los eslabones débiles de la cadena.

presseurop

viernes, 14 de octubre de 2011

Un político, trece cargos

Un aplauso para el plusmarquista nacional de pluriempleo político, el insigne Agustín González. Nuestro hombre, del que tal vez nunca hayan oído hablar a pesar de su asombrosa ubicuidad, es alcalde de El Barco de Ávila por el PP. Y presidente de la diputación de Ávila. Y presidente de Caja Ávila. Y presidente de ASIDER, la asociación que gestiona en la zona los fondos europeos. Y presidente de la mancomunidad de servicios de Barco y Piedrahita, que se ocupa del agua o la recogida de basuras. Y presidente de la Fundación Cultural Santa Teresa. Y consejero del Banco Financiero de Ahorros, la matriz de Bankia.

De momento van siete cargos al mismo tiempo, pero el pluriempleado Agustín González ocupa algunos puestos más, a medida que se bucea en las cuentas de Caja Avila. González no sólo es el presidente del consejo de administración de la caja. También es el presidente de la comisión ejecutiva. Y presidente de la comisión de retribuciones, que decide los salarios. Y presidente de la comisión de obra social, que es la que elige los proyectos que patrocina la caja.

Pero su currículum no acaba aquí. Agustín González llegó a tener otros tres cargos más, hasta sumar trece. Hasta hace un año, también era presidente de la Federación de Cajas de Ahorro de Castilla y León. Y presidente del consejo de administración del grupo de supermercados El Arbol. Y presidente de Madrigal Participaciones, una sociedad de inversión de las cajas.

¿Se puede ser al mismo tiempo un buen alcalde, un buen presidente de la Diputación, un buen presidente de la Caja y un buen consejero de administración de otras tantas empresas? ¿Cuánto cobra entre sueldos y dietas el señor Agustín González?

jueves, 13 de octubre de 2011

La reforma constitucional, el déficit y la sorprendente historia de Guy Abeille

Publicado el 25 agosto, 2011 por nosinmibici

Hace dos días se produjo en el parlamento el anuncio de lo que puede ser un verdadero atentado contra la soberanía económica de España: el Presidente, sin ni siquiera haberlo discutido con su propio partido, propone una reforma por vía de urgencia de la constitución para fijar un límite al déficit y al gasto público, un hecho de especial trascendencia para la vida económica del país que no se someterá a referéndum, aceptando una propuesta de la oposición que tiempo antes se había menospreciado y a poco más de dos meses vista de las elecciones generales. Con la sospecha, más que fundada, de que se actúa bajo mandato directo del Banco Central Europeo y las presiones de Alemania.


Después de 30 años sin atender a justas y necesarias demandas de reforma constitucional (ley electoral, posibilidad de referéndum vinculante, elección de cargos del poder judicial, reforma del senado, etc) resulta que un Presidente al que le quedan dos telediarios quiere reformar la constitución por presiones de poderes económicos exteriores.

La reforma consiste en limitar de forma estricta mediante mandato constitucional el déficit y el gasto público. Esto de limitar el déficit, en principio, está muy bien, y si nunca fuera necesario pues mucho mejor. Pero el déficit no es más que una diferencia negativa de los ingresos respecto a los gastos. Resulta que en todos estos años de crisis no sólo no hemos visto ni una sola medida seria para reducirlo aumentando los ingresos (fiscalizar las grandes fortunas -como se hará en Francia, hasta algunos grandes empresarios lo han pedido voluntariamente-, luchar a fondo contra el fraude fiscal y la sangrante evasión de divisas a los paraísos fiscales, plantear un debate acuciante sobre la tasación de las transacciones financieras…) y ahora nos salen con que van imponer constitucionalmente un límite estricto y sin precedentes al gasto público.

Esto, como cualquiera puede imaginar, supone un aval constitucional a decisiones que impliquen disminución de la inversión pública, recortes del gasto social, recortes salariales de los funcionarios, políticas de privatización de bienes y servicios públicos y limitación de políticas de reactivación económica mediante el gasto público que aumenten de forma razonable el déficit.
Por otra parte, no hace falta ser catedrático de economía para saber que esta magnitud es una medida que por si sola no dice gran cosa, y que incurrir en él (al igual que cuando nos endeudamos al pedir un crédito) no tiene por que ser siempre negativo. Sin embargo, si puede ser necesario y fundamental para la política económica de un país en determinadas coyunturas. Por otro lado, es particularmente curioso y grave que esta decisión se tome en un país que no tiene una excesiva deuda pública, sino una gran deuda privada que puede aumentar si perdemos servicios y bienes públicos en el futuro a causa de este cerrojazo.

Observa la ministra Salgado que es una medida acertada porque genera confianza en los mercados… pero ¿qué coño les importará a los buitres que especulan día a día una reforma que entrará en vigor entre 2018 y 2020?

En fin, así es el Presidente del talante, que será talante de cualquier cosa menos democrático. Porque cuando se toma una decisión unilateral que afecta directa y sustancialmente a nuestra soberanía económica, nada menos que reformando la constitución, sin consultar al pueblo y cediendo ante las presiones de la Europa más conservadora, entonces se puede afirmar que, como siempre digo, lo que tenemos no es una democracia, sino una plutocracia de libro. Y todavía recuerdo aquél «no os decepcionaré» gritado desde Ferraz el día que ganó las primeras elecciones…

Hasta aquí la opinión. Ahora la parte más interesante de este artículo, en la que os contaré una historia que muy pocos conocen (supongo que Zapatero tampoco) y que todo el mundo debería saber, para ser conscientes de hasta que punto las grandes decisiones económicas (como la que se va a tomar en nuestro país) se apoyan a veces en dogmas sin ningún fundamento ni sentido. Os presento la historia del amigo Guy Abeille y el origen del ratio déficit/PIB como criterio sagrado de la estabilidad presupuestaria.

La sorprendente historia de Guy Abeille
Como sabéis, uno de los criterios de convergencia del Tratado de Maastrich, y quizás el más cacareado, es el de que los estados miembros no deben sobrepasar un déficit del 3% en relación al PIB. Uno podría pensar que es un criterio económico elaborado por sesudos expertos y fundamentado en sólidas teorías económicas. Pues bien, nada más lejos de la realidad. Fue una invención oportunista, una operación de imagen sin ningún sentido económico para contener las ansias inversoras de los ministros del primer gobierno de Mitterrand en la Francia de 1981 y poder tranquilizar a la opinión pública sobre el aumento constante del déficit. Sin más, os dejo con la aleccionadora historia de Guy Abeille, revelada en La Tribune de 01/10/2010 (este es el enlace para los que puedan leer en francés), contada en primera persona por su protagonista y resumida por mí. Pásalo, porque en este criterio sin criterio puede apoyarse el despropósito que Zapatero y Rajoy están cocinando.

“Soy un antiguo funcionario del Ministerio de Economía, destinado entre octubre de 1977 y junio de 1982 a la Dirección de Presupuesto. Me encargué de seguir y analizar mes a mes la ejecución de los presupuestos generales y de proporcionar a lo largo de todo el año la previsión de su saldo, y, en consecuencia, del déficit. Esta información la comunicaba redactando una nota mensual revisada y firmada por mis superiores que llegaba al ministro y, finalmente, al Eliseo.

Al final del ejercicio recibíamos la orden, en función de la proximidad de las elecciones y del clima electoral, de jugar sobre determinadas partidas poco claras de la contabilidad para arreglar el resultado que terminaría siendo publicado, traspasando de un ejercicio a otro determinadas facturas o gastos que se habían vuelto milagrosamente migratorios. Era yo y sólo yo quién entre diciembre y febrero estaba encargado, haciendo gala de inventiva y sagacidad, de establecer la lista cifrada y manuscrita (no se imprimiría nada) de lo que fuera posible hacer para el arreglo. Todo sin otro apoyo que la aprobación oral dada por mis superiores.

La llegada del déficit
En 1973 llegó la crisis del petróleo que cuadruplicó los precios y trastornó la economía mundial. A partir de 1975, con el plan de reactivación de Chirac (un modelo keynesiano de libro) las finanzas públicas se ponen al rojo, un déficit del que ya nunca se saldrá. A continuación, en 1979, llega la segunda crisis del petróleo. El presidente Giscard d’Estaing tiene una fijación: no dejar que el déficit supere la linea de los 30 mil millones de francos. Los dos presupuestos antes de la llegada de la izquierda aguantan en ese nivel (31 mil millones en los años 79 y 80), mediante el arte de los manejos contables que después de tres años de práctica en la Dirección del Presupuesto ya dominaba bastante.

Llega 1981
Con la llegada de Mitterrand, la cifra del déficit se actualiza a 55 mil millones de francos, cifra que el ministro del Presupuesto Laurent Fabius hace pública.
A finales de junio, urge preparar los presupuestos generales del año 1982, que serán los primero con la izquierda en el poder. Pero los nuevos ministros multiplican sus ruegos al Presidente para obtener más créditos para satisfacer sus necesidades. Entonces nos damos cuenta de que vamos a sobrepasar el límite de los 100 mil millones de francos, cifra que ni los más osados jamás se hubieran atrevido a murmurar.

Un encargo de última hora
En estas circunstancias recibimos una llamada del reciente número 2 de la Dirección del Presupuesto, para convocarnos a una reunión a mí y a Roland de Villepin, jefe del despacho. Eramos considerados entre la fauna local como esa especie, rara en la Dirección, de los economistas manipuladores de cifras (somo de alguna forma ingenieros de la economía). Nos hacen saber que el Presidente ha pedido personal y urgentemente disponer de una regla simple y práctica, pero con la marca del experto y por lo tanto sin apelación, que pueda blandir ante los más coriáceos visitantes «presupuestívoros».

Es necesario actuar rápido. Villepin (primo de Dominique de Villepin) y yo, no tenemos ni idea de qué hacer y a decir verdad ninguna teoría económica nos puede orientar. Pero la petición viene de lo más alto. Ponemos pues al animal presupuestario sobre la mesa de disección. Miramos del lado de los gastos, de su volumen, su estructura, con deuda y sin ella, reagrupando por aquí y por allá. Podemos establecer diversos índices, pero ninguno contundente como arma arrojadiza. Damos la vuelta a la bestia del lado de los ingresos: miramos por el lado de los impuestos, pero estos fluctúan con la coyuntura, varios tienen un desfase de un año… Todo es confuso y difícil de argumentar, y nos han pedido algo para la ostentación pública. El camino de los ingresos no tiene salida. Sólo nos queda una vía: el déficit.

El déficit le suena a todo el mundo: tener déficit es estar mal de dinero; o, si se prefiere, tirar de cheques que habrá que pagar mañana. Además el déficit ha adquirido después de Keynes su título de nobleza económica: es una de las variables más visibles de los modelos económicos. Por si sólo, tiene la envergadura y la claridad para salir del paso. ¡El déficit! Pero, ¿que hacemos con él? ¿A qué compromiso hay que someterle para extraer una norma?

La cosa está clara: el salvavidas todo-terreno de los macro-economistas con falta de referencias es el PIB: todo empieza y acaba en el PIB. Todo lo que es un poco grande parece dirigirse razonablemente a él. Así pues, será el ratio del déficit sobre el PIB. Simple; elemental incluso. Con el déficit sobre el PIB, parece que enseguida vemos algo claro.

Un criterio dudoso
Llegados a este punto se impone un poco de reflexión. Comiéncese por notar que el déficit es un saldo, no una magnitud económica de primer orden, sino el resultado de una operación entre dos magnitudes. Este simple hecho, trivial, comporta dos observaciones. La primera es que un mismo déficit puede obtenerse por la diferencia entre dos cantidades de magnitud muy desigual: 20 mil millones son tanto la diferencia entre 50 y 70 mil millones como entre 150 y 170 mil millones. Ahora bien, y esta es la segunda observación, no puede ser en absoluto indiferente a la economía el hecho de que la masa de gastos e ingresos públicos sea de una cierta amplitud (menos del 35% del PIB como en EEUU o Japón) o que lo sea de otra mucho más grande (más del 50% como en Francia o los países escandinavos); sin ni tan siquiera hablar del contenido de cada una de las masas: no es lo mismo un cierto volumen de ingresos con un IVA al 10% y un impuesto sobre la renta que llegue hasta el 80%, que con un IVA al 20% y un impuesto sobre la renta del 30% como máximo. O alinear un mismo volumen de gastos, pero con un 5% de subvenciones en inversión en un caso o del 20% en el otro. Por lo tanto, vemos que el valor del déficit por si mismo sólo tiene un sentido relativo.
La segunda observación afecta a la pertinencia del índice mismo: ¿dividimos coliflores entre zanahorias? Un déficit no es más que una deuda: es la cifra exacta de lo que hace falta pedir prestado a otros, y, por lo tanto, de lo que habrá que ahorrar durante los próximos años para devolver ese préstamo. Dicho de otro modo, mostrar un déficit en relación al PIB, es relacionar el flujo particionado, escalonado, de los vencimientos a pagar en los años venideros con la única riqueza producida en el año de origen. Hay un desfase temporal. De donde se deduce que el único criterio pertinente es el de la capacidad de reembolso en un horizonte dado (que es el del préstamo), la cual está en función, no tanto del déficit consentido en un año dado, como de la deuda global acumulada (ese año, pero también los precedentes y quizás los venideros) y de la previsión que se puede hacer de los recursos futuros, es decir, de la pareja crecimiento/rendimiento fiscal. El resto no es más que imagen.

Ultima observación, más general: un déficit no tiene el mismo sentido económico según sea algo puramente puntual en una serie de años de equilibrio, el cual será reabsorvido en unos años por la reactivación misma de la economía que ese choque habrá provocado (keynesianismo puro), o según sea un jalón más de un largo período de déficits instalados de forma crónica en la marcha de la economía.
Se comprende entonces que fijarse en el déficit de un año dado no tiene sentido. Y que llevarlo al PIB de ese mismo año menos aún. El ratio déficit sobre el PIB puede como mucho servir de indicador. Sopesa una magnitud y proporciona una idea, inmediata, intuitiva, de la deriva, pero nada más. En ningún caso puede servir de brújula de una política económica. No mide nada: no es un criterio. Sólo tiene el valor de un análisis razonado de la capacidad de reembolso, es decir, de un análisis de la solvencia.

Sin embargo, la cuestión política, no económica, permanece: ¿cómo trasmutar el plomo de un análisis razonado de la solvencia en el oro aparente de una regla sonora, impactante, que pueda ser una llave maestra? Es la cuestión que a última hora de la tarde, en junio del 81, se nos plantea.

Fabricar una norma
Presionados fabricamos la idea del déficit sobre el PIB, una redonda y bonita quimera. Ese será el ratio. Queda ponerle una tasa. Es cuestión de segundos. Miramos cual es la previsión del PIB más reciente proyectada por el INSEE (Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos) para el 82. Por otro lado tenemos 100 mil millones de euros de déficit para nuestros presupuestos en preparación. Metemos calculadora: la relación entre los dos no está lejos de dar el 3%.
Efectivamente, el 3%. No tiene otro fundamento que el de las circunstancias, pero está bien. 1% sería poco, 2% inaceptablemente comprometido en estos momentos y con pinta de ser demasiado redondo, prefabricado. Mientras que el 3 es una cifra sólida. Y además, en camino de los 100 mil millones de francos de déficit, marca la última frontera que somos capaces de concebir.
Volvemos a la Dirección del Presupuesto con nuestro 3% del PIB, del cual estamos contentos sin llegar a estar orgullosos, y les decimos que en vista de la hora que es y palabra de economista, es lo más serio y fundado que tenemos en ese momento en la trastienda.

Como se dispara el 3%
Francia se hunde. Mitterrand rebaja el déficit real de 120 mil millones de francos hasta los 95 mil millones que son anunciados, menos que el umbral simbólico de los 100 (nuestro 3% del PIB). Es la primera vez en la historia que Laurent Fabius refiere el déficit al PIB, para volverlo más leve, ya que, al fin y al cabo, el 2,6% del PIB que cita a los periodistas no es más que un pellizquito de este.
En el eterno combate económico con Alemania, el Ministro de Economía, Jacques Delors, es el primero en hacer saber que el déficit no debe sobrepasar el 3% del PIB. Aquí nacen las nociones de «déficits aceptables» y de «cifras razonables». A partir de entonces, en las declaraciones de Fabius, Delors y del Primer Ministro Mauroy, el 3% del PIB es la luz que alumbra el camino. Se convierte en el martilleo de una «política controlada de las finanzas públicas». El proceso de aculturación está terminado: lo que es razonable, no es ver en el déficit un accidente, quizás necesario, pero que es necesario corregir; no, lo que se decreta como razonable es añadir cada año a la deuda solamente una centena de miles de millones de francos.

Extensión del alcance del ratio
Y un buen dia aparece el Tratado de Maastricht. Teniamos el 3% en la manga. ¡En Francia lo usamos, es una cifra de expertos! Así pues, pasa a Europa. Y de ahí se extiendería a todo el mundo. Sin ningún contenido, y fruto de las circustancias, de un cálculo por encargo a falta de algo mejor, un buen dia, ¡voilà el paradigma!

A veces, cuando oigo como un mantra repetir el 3% del PIB, me divierto con ese 3 que escogimos y me viene a la memoria el proverbio «numero deus impare gaudet»: Dios ama los números impares.”

Fuente No sin mi bici

La Policía Local de Palma denuncia a Revolta Global Mallorca por recoger firmas.

(11/10/2011)
Hoy dos compañeros de Revolta Global-Esquerra Anticapitalista Mallorca han sufrido en carme propia el fascismo, el caciquismo y el autoritarismo de un cuerpo represivo y enemigo de la libertad como es la Policía Local de Palma. Jaume Calafell y Gabriel Amengual han sido denunciados por una agente del mencionado cuerpo cuando recogían firmas en la puerta del Mercado de Pere Garau. De nada ha servido que los compañeros le mostraran a la agente 931 del cuerpo de Policía Local un documento de la Junta Electoral Central donde se informaba de que no era necesario pedir permiso a los ayuntamientos para recoger firmas, amparándose en el artículo 169.3 de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General (LOREG), siempre que ello no contraviniese la prohibición de mostrar propaganda electoral antes de la convocatoria de campaña. 
No, esta señora ha decidido que eso que nuestros compañeros hacían legítimamente y amparados por la ley vigente era una ilegalidad que se merecía una denuncia. Podríamos haber entendido que se les hubiera recomendado comunicar la recogida al Ayuntamiento de Palma para evitar problemas, pero como la realidad es más alucinante que la ficción, el motivo de la denuncia ha sido “pedir firmas para la entidad Revolta Global sin permiso municipal”. Es decir, ya no es que esta señora no tenga ni idea de las leyes que tiene que hacer cumplir, sino que además no tiene ni idea de a qué ha puesto la denuncia. Revolta Global es un partido político legal, y por tanto, está haciendo lo que la ley nos pide: recoger firmas. Aún así, lo peor no ha sido eso: lo peor ha sido que la mencionada agente ha amenazado a nuestros compañeros con confiscarles el material. Sí, sí. Como lo leéis. Esta mujer pretendía confiscar las hojas de firmas oficiales de la Junta Electoral Central. Ni a Fellini se le habría ocurrido. Quizás alguien le debería decir a esta chica con gorra y porra que los tiempos de amedrentar a la gente por la calle ya pasaron.
Evidentemente, Revolta iniciará las acciones que sean necesarias para solucionar este atropello por parte de una funcionaria con muy pocas luces… o con órdenes directas de entorpecer cualquier iniciativa democrática en Palma.
Revolta Global-Esquerra Anticapitalista Mallorca.

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Pepe Mejía

miércoles, 12 de octubre de 2011

"Europa no está unida ni se unirá"

El filósofo José Luis Sampedro ofrece una conferencia magistral sobre su vida y el agotamiento del sistema capitalista, en la Fundación Juan March

PEIO H. RIAÑO MADRID 12/10/2011 15:06 Actualizado: 12/10/2011 15:06

El maestro ha vuelto a hablar. Va donde le llaman, lo mismo en la plaza del Dos de Mayo, que en la Fundación Juan March, donde ayer ofreció una conferencia magistral titulada Autobiografía intelectual. Allí, en el centro del imperio cultural del banquero, soltó varias bombas contra la voracidad capitalista. "Los economistas se dividen en dos: los que hacen más ricos a los ricos y los que hacen menos pobres a los pobres. Buena parte de lo que está pasando hoy tienen la culpa los primeros", y el aforo, hasta la bandera, estalla en aplausos. Han dicho de él que como economista tiene un problema: nunca ha sabido hacer dinero, y él confirma que siempre le interesaron más los efectos sociales. Su mujer, Olga Lucas, que condujo el encuentro, apuntó que tiene una "mancha en su currículo": casi todos los ministros de economía de este país han sido alumnos suyos, Boyer, Solchaga, Solbes, Salgado "Hasta el director de El Corte Inglés".
Antes, a los 30 años de edad, trabajó para un ministro de Comercio en el váter de su despacho, que era "muy amplio". Allí tenía una mesita y con eso le bastaba. De hecho, ha escrito durante toda su vida sobre una tabla roída que apoya sobre los brazos de su butacón. Aquel ministro no quería tenerlo lejos, le consultaba constantemente y un buen día le pasaron una visita a su despacho: Juan March. Le advirtió que no se preocupara, que estar en el cuarto de baño, aunque fuera en su compañía, era "un honor". El humor no le ha abandonado, como tampoco lo ha hecho la lucidez, ni la memoria.
"Para falangistas y comunistas fui un peligro fusilable", recuerda Sampedro

La vida en un suspiro

Tras pasar sus recuerdos por la guerra y la posguerra, "mucho más ancha y larga que la guerra"; tras reconocer que él es un inmigrante que pertenece a un país que ya hadesaparecido: España, año 1935, hundida en el fondo del olvido; después de hablar de su paso por el batallón de anarquistas, de los que aprendió un credo claro e imborrable, "Ni Dios, ni amo", y asegurar que a los 9 quería ser jesuita y a los 19 anarquista; de reconocer que por aquel entonces él era más bien de derechas, porque le hablaban de crímenes, él sabía que no habían ganado "los suyos" (también combatió en el bando sublevado cuando Santander cae en sus dominios); tras subrayar con especial cariño el esfuerzo educativo de José Vidal-Beneyto en el proyecto CEISA, que duró apenas tres años porque "tenía un rigor y una fuerza tal que alarmó a las autoridades franquistas". Después de toda una vida abreviada en un suspiro: "Para falangistas y comunistas fui un peligro fusilable", entró a fuego con los problemas que ocupan nuestros días.
Primera mordida: la enseñanza. "Bolonia es el final de la universidad de siempre", lanzó agrio y abatido. "La universidad de siempre era la que se hacía para saber, la que se estudiaba para desprenderse de prejuicios, la que confirmaba que imperaba la razón. Ahora se pretende una universidad para hacer, para ofrecer productividad. Hoy las tres diosas del capitalismo son la productividad, la competitividad y la innovación. La universidad se hizo para pensar. Hoy hablamos de la necesidad de la libertad de expresión, ¿pero qué pensamiento va a usted a expresar? La libertad de pensamiento es esencial para pensar por cuenta propia, para apartarse de un pensamiento dogmático", dijo. A la grada hambrienta de intelectualidad y experiencia tiró otro axioma con ovación: "La sabiduría es el arte de vivir y lo importante es vivir al máximo".
Contó cómo trabajaba en el cuarto de baño del despacho de un ministro de Comercio

Un futuro oscuro

Segundo mordisco: Europa. Reconoce que ha evolucionado hacia el escepticismo. Vio nacer Europa, en los años cincuenta, con el Benelux, tuvo "entusiasmo europeísta para eliminar a Franco". Recurre a una imagen habitual de quien no quiere atender: "Europa está reunida", dando a entender que no atiende, que comunica. "Europa está hundida y con ella se hunde el capitalismo. No hace nada de lo que tenía que hacer, llevan 50 años tratando de ponerse de acuerdo, pero han fracasado porque el sistema capitalista está agotado. Asistimos a la decadencia de Europa: no se ha unificado, ni se unificará", sentenció el economista.
Antes de acabar quiso aclarar que él como novelista una docena de títulos ha escrito por necesidad. "No sé si bien o mal, pero lo he hecho lo mejor que he podido". Y retomó el último consejo de la tarde: "Nuestro deber y felicidad es llevar la vida al máximo. Para ello necesitamos la libertad, que la vida sea nuestra, que no nos la impongan". Un alegato a la humanidad y a la convivencia. Y recuperó su imagen favorita y más acertada: la libertad es una cometa bien atada, cuando más sujeta más alto vuela.

Público

viernes, 7 de octubre de 2011

Bluecoat: tecnología estadounidense para vigilar a los usuarios de Internet sirios

En el contexto de la represión que ejercen los gobiernos en Oriente Medio y Norte de África, ha sido clave el papel de la tecnología de vigilancia de la actividad de los ciudadanos en la Red. La mayor parte de estos productos, desarrollados específicamente para esta labor de seguimiento y censura de los ciudadanos online, ha sido fabricada en Occidente, según la investigación “Occidente censura a Oriente” de la OpenNet Initiative.  Una de las muestras más dramáticas de la relación directa entre este tipo de tecnología y las repercusiones para la vida y seguridad de las personas en estos países  es la empresa estadounidense Bluecoat, que ha servido mejor que ninguna otra el propósito de control del régimen sirio. El colectivo de activistas Telecomix sacó el 5 de octubre a la luz los archivos de registro de Bluecoat, revelando 54 Gigas de información sobre la actividad de los usuarios de Internet sirios.

Telecomix publicaba el 4 de octubre un comunicado en el que anunciaba la liberación de los archivos de registro en su posesión extraidos de dispositivos BlueCoat. Estos dispositivos son proxies (servidores que funcionan como intermediarios) que el Sistema de Telecomunicaciones Sirio usa para filtrar y monitorizar las conexiones en el país. La información sobre estas conexiones permite a las autoridades el seguimiento de personas implicadas en las manifestaciones en el país o en cualquier forma de oposición a sus políticas, y su arresto, asesinato o tortura. Es difícil conocer las cifras exactas pero se estima que entre unas 3000 y 6000 personas han sido asesinadas desde que comenzaron las movilizaciones en el país en marzo, y decenas de miles se encuentran detenidas y desaparecidas, en una brutalidad sin precedentes contra la población civil.
Los archivos de registro pertenecen al período entre el 22 de Julio y el 5 de Agosto de 2011. Entre la información que revelan está la identificación de dos de las palabras clave prohibidas en Siria:  “israel” y “proxy”.

Telecomix anuncia la publicación de estos datos “para permitir a quien quiera analizarlos el acceso a una visión más profunda de la censura en Sria y promover el conocimiento sobre cómo sortear los ataques a la libertad de expresión”. Pero  ¿es este el modo adecuado de hacerlo? El comunicado especifica que las direcciones IP de los usuarios han sido eliminadas para protegerlos, pero a continuación añade que es posible acceder a datos personales de esos mismos usuarios a través de las direcciones a las que han accedido. Según el investigador en el ámbito de seguridad digital Jacob Applebaum para Phumano: “Publicar esos datos es arriesgado porque no sabemos a ciencia cierta quién ha accedido a ellos hasta el momento. Probablemente esos datos ya estaban en conocimiento de quienes quieren dañar a la población siria, pero ahora lo están sin lugar a duda. Airear esos datos ha sido irresponsable, habría sido más adecuado hacer un análisis, una interpretación de esos datos, sin revelarlos.”

Más allá de las repercusiones que pueda tener en la seguridad de los usuarios a los que se pretende ayudar, la publicación  deja en evidencia  la relación directa entre la tecnología Bluecoat y la represión que lleva a cabo el gobierno sirio de sus ciudadanos. Blue Coat ha negado en otras ocasiones que venda sus productos al régimen sirio, una venta que además violaría la política de embargo comercial de Estados Unidos con países como Siria, así que es posible que este acceso a la tecnología BlueCoat del régimen sirio se haya hecho de forma indirecta a través de Emiratos Árabes o Líbano sin el consentimento de la propia empresa, como explica Telecomix.
La exportación de tecnología occidental sin mecanismos de control sobre el uso que se hace de ella socava, según el investigador Evgeny Morozov,  “la libertad en Internet del mismo modo en que la exportación de armas socava las iniciativas de paz occidentales”. Según Jillian York, de la Fundación Frontera Electrónica, “la falta de controles significativos implica que hemos dejado la privacidad y la seguridad de los individuos en manos de las empresas y su aplicación del concepto de Responsabilidad Social Corporativa.”

Periodismohumano