Por Pam Martens (*)   
El debate sobre la crisis económica se ha centrado en los  síntomas: rescates, la corrupción en Wall Street, el colapso de los  precios de la vivienda, un nivel de paro intratable, la política  monetaria de la Reserva Federal
Pero para mucha gente se ha silenciado  socialmente la causa misma de la enfermedad: una perniciosa  concentración de riqueza. Se oye muy poco el aplastante argumento de que  es de hecho la concentración de riqueza la causa última de esta  persistente crisis, porque a los pocos milisegundos de haberlo dicho en  un foro público saltan ya por todos lados los gritos de "¡Socialista!,  ¡Socialista!". Un ejército de idiotizados locutores de derecha  llenan las ondas radiofónicas de funestas advertencias sobre el  creciente peligro comunista que es la redistribución de riqueza; Rick  Santelli se despacha en la CNBC; y los del Tea Party se dedican a  pisotearnos (figuradamente o a veces literalmente).Pero la gente  que más ruido hace no son los archirricos que controlan la riqueza; son  en realidad miembros de una red laberíntica de mercenarios, que actúan  como un cuerpo de elite de guardaespaldas mediáticos para quienes  acaparan toda la riqueza. Los ultrarricos de verdad son los colegas que  aparecen en la lista Forbes de los más ricos; gente como Charles y David  Koch, cada uno de los cuales con más de 21.500 millones de dólares en  su haber, quienes además crean múltiples estratos de respetables  organizaciones, como el Americans for Prosperity, para así hacer no sólo  socialmente aceptable su tremenda acumulación de riqueza, sino  convertirla en el nirvana del debate político. Los Koch celebran  una vez al año reuniones secretas con sus colegas ultrarricos, donde  comparten el rosario de sus penas y confabulan para lograr que se  mantengan los recortes de impuestos a los ricos de Bush, no vaya a ser  que se conviertan en el número 6 de la lista Forbes en lugar del 5. Y  ello mientras 43 millones de sus compatriotas estadounidenses viven por  debajo del umbral de la pobreza, incluyendo a uno de cada cinco niños.David  Barber, profesor asociado de Historia Americana en la Universidad de  Tennessee, no teme a la algarabía de esa conspiración de acaparadores de  riqueza, y escribe sin tapujos sobre los peligros de la concentración  de la misma. Respondiendo a una pregunta por email de la semana pasada,  el Dr. Barber comentaba: "La fantásticamente sesgada distribución  de riqueza de la sociedad americana sigue siendo uno de los principales  problemas estructurales que subyacen a esta crisis. El 1% más rico de  los americanos ostenta alrededor del 40% de la riqueza del país  (excluyendo la propiedad de viviendas), en esta que es la más opulenta  sociedad que ha visto jamás la historia. Por otro lado, el 60% más pobre  de los americanos tienen sólo un 1% de la riqueza total del país.  Mantener los recortes de impuestos de Bush simplemente perpetúa parte de  la contradicción que nos llevó a la presente situación de crisis  económica mundial".Las estadísticas que cita el Dr. Barber  provienen de un estudio llevado a cabo por Edward N. Wolff para el Levy  Economics Institute del Bard College en marzo de 2010. Otros hallazgos  del mencionado estudio son los siguientes:El 1% más rico se hizo  con 1/3 del total de las ganancias generadas por la riqueza en forma de  bienes comerciables durante el periodo 1983 2007 begin_of_the_skype_highlighting              1983 2007      end_of_the_skype_highlighting.  El siguiente 4% recibió alrededor de otro tercio del total de ganancias  y el siguiente 15% aproximadamente un quinto de las mismas, de modo que  el quintil más rico de la distribución se llevó un 89% de todo el  aumento de riqueza producido, mientras que el restante 80% de gente se  quedó con sólo el 11%.En 2007, el 1% más rico de los hogares era  propietario del 38% de todos los activos bursátiles; el 5% más rico, del  69%; y el 10% más rico, del 81%.Las deudas fueron de hecho el  componente más equitativamente distribuido en los balances de las  familias, con el 90% más pobre de ellas soportando el 73% de todo el  endeudamiento.La concentración de riqueza en demasiadas pocas  manos mientras el resto de la población carga con demasiadas deudas como  para poder comprar los bienes y servicios que producen las empresas, de  las que además los más ricos ostentan el 81% de las acciones y por lo  tanto de su capital, es simplemente reproducir las condiciones que  llevaron al Crack de 1929 y pusieron en marcha la Gran Depresión (el  sistema de la Seguridad Social nació a raíz de esa debacle. Ahora  los ultra ricos esperan poder poner las zarpas sobre los fondos que el  resto del 90% más pobre de la población destina a la Seguridad Social,  para así hacer subir el precio de las acciones y beneficiar a ese  restante 10% más rico. Cualquier acción que posponga hoy el inevitable  proceso de una mayor redistribución de la riqueza, como pueda ser  privatizar la Seguridad Social o mantener los recortes impositivos de  Bush, simplemente va a acelerar la producción de daños económicos hasta  que sea la deflación la que devore la riqueza de los que están en los  quintiles más altos).En su libro "The Worldly Philosophers"  (Filósofos Mundanos), Robert Heilbroner explica la situación que llevó a  la Gran Depresión de los años treinta:"El torrente de renta  nacional era sin duda impresionante en cuanto a su volumen total, pero  cuando uno rastreaba el camino de los millones de arroyos que lo  componían se hacía evidente que la nación como un todo se beneficiaba de  ello de forma muy desigual. Unas 24.000 familias en la cúspide de la  pirámide social recibían un flujo de renta tres veces mayor que el de  los 6 millones de familias aplastados debajo el ingreso medio de las  familias más afortunadas era de 630 veces el ingreso medio de las  familias en la base de la pirámide y luego estaba el hecho de que el  americano medio había utilizado su prosperidad de una forma suicida; se  había hipotecado hasta las cejas, había multiplicado peligrosamente sus  recursos a través de las compras a plazos, y finalmente había sellado su  destino comprando con avidez fantásticas cantidades de acciones se  estima que unos 300 millones de ellas y no con sus fondos, sino en el  margen, es decir con dinero prestado".En ambas épocas, Wall  Street dejó de ser un mecanismo para asignar capital a las buenas  empresas y se convirtió en un sistema institucionalizado de  transferencias de riqueza encubiertas. Los principales mecanismos esta  vez han sido los falsos derivados emitidos a sabiendas; poner de acuerdo  a grandes clientes institucionales para comprar a precios  predeterminados el primer día de la emisión de un nuevo paquete de  títulos (práctica conocida como laddering) lo que hace que el precio  parezca que se dispare y atrae así al pequeño inversor; amenazar con  quitarle la comisión al corredor de bolsa (una penalización) si éste  permitía que el pequeño inversor sacara beneficios de esa nueva emisión  de títulos la práctica era reconocida como irregular y se reservaba para  los peces gordos.Cuando la euforia de las punto com se esfumó y  quedó claro que se trataba de un timo, los pequeños inversores salieron  en estampida. Wall Street, con la inestimable ayuda de la FED, se  encargó de engrasar la que iba a ser la nueva burbuja la vivienda y  diseñó derivados aún más complejos para transformar ese mercado en la  gallina de los huevos de oro para Wall Street, y en un montón de  ejecución de hipotecas para el resto de la gente. El 21 de enero,  el Tribunal Supremo decidió que las empresas pudiesen tener una  asombrosa influencia financiera en nuestras elecciones (Citizens United  contra la Comisión Electoral Federal), y los resultados de las  elecciones intermedias del pasado 2 de noviembre deberían ser un claro  mensaje de alerta. No hay ayuda en camino. La consecuencia última de  esta concentración masiva de riqueza va a ser una deflación a largo  plazo, miseria económica y varias futuras generaciones que nos van a ver  como aquella desventurada sociedad que no pudo poner freno a la  avariciosa maquinaria de Wall Street, por carecer de un plan para ello.Los  estadounidenses que se preocupan por ello no pueden seguir esperando a  que nos rescaten los políticos. Cuando a un entregado servidor público  como el senador Russ Feingold de Wisconsin se le ningunea sin  paliativos, mientras que alguien ultra-financiado como el senador Rand  Paul de Kentucky presta juramento para lo que ha dado en llamarse un  mandato popular, el testigo para la salvación económica pasa a manos del  individuo de a pie. Por ello a continuación ofrezco diez ideas  para empezar con el primer paso destinado a privar de su sustento a la  bestia de Wall Street. Y para ser clara con aquellos a punto de saltar  sobre sus asientos al grito de "¡Socialista!", no estoy hablando de  "redistribuir" la riqueza; estoy hablando de devolvérsela a quienes se  les quitó de las manos mediante un mecanismo fraudulento de  transferencia de riqueza. 
(1) Acorte su hipoteca: el  anterior juez del Tribunal Supremo Louis Brandeis lo resumió así:  "Podemos tener democracia en este país, o podemos tener una gran  concentración de riqueza en manos de unos pocos, pero no podemos tener  ambas cosas". La bestia de Wall Street crece gracias a los intereses que  pagamos por nuestras deudas, y los utiliza para contratar lobistas y  financiar a políticos para que defiendan sus intereses, no los nuestros.  Según datos a 31 de marzo de 2009 de la Federal Deposit  Insurance Corporation (FDIC, una agencia federal independiente creada  por el Congreso de los EEUU para asegurar los depósitos bancarios N. del  T.), cuatro gigantes de Wall Street controlan el 35% de todos los  depósitos bancarios asegurados y el 46% de los activos (aunque la  calidad de dichos "activos" está sujeta a un importante debate). Esas  empresas son: Bank of America Corporation, JPMorgan Chase & Co.,  Wells Fargo & Co. y Citigroup, Inc. Ello deja a las restantes 8.242  instituciones bancarias aseguradas por la FDIC repartiéndose lo que  queda. Los depósitos nacionales totales fueron de 7,5 billones de  dólares mientras que el total de activos era de 13,5 billones a marzo de  2009. Ello implica claramente una concentración de riqueza demasiado  grande y en demasiadas pocas manos, como tristemente hemos comprobado al  tener que acabar rescatando financieramente a esas cuatro entidades. Así  pues pida consejo a su contable o su asesor financiero para convertir  su hipoteca a 30 años en una a 15 y así mover riqueza desde los  bolsillos de los accionistas del banco a los suyos propios. Las tipos de  interés no han estado nunca mejor para una jugada de este tipo. De  media, durante la vida de su hipoteca se va a ahorrar decenas de miles  de dólares en pago de intereses. Puede ver concretamente cuanto se va a  ahorrar en su caso accediendo a la siguiente calculadora de hipotecas:  www.bankrate.com (no estoy aconsejando ninguna de las hipotecas que se  ofrecen en esa página web ya que no he podido investigar esa cuestión;  solamente la menciono para usar su calculadora de hipotecas). Y  hable con sus hijos, antes de que se embarquen en una hipoteca, sobre  la diferencia del interés a lo largo de la vida de la misma entre una a  30 años y una a 15. Enséñeles como usar esa calculadora de hipotecas. 
(2)  Piense localmente: plantéese mover su liquidez desde los grandes bancos  de Wall Street que tienen puestos sus grilletes al Congreso, a su banco  local cuando éste tenga asegurados sus depósitos en la FDIC (cuidando  de no exceder el límite de la cuantía asegurable). Una buena  aproximación es estructurar el vencimiento de sus inversiones para que  coincida con los momentos en los que va a necesitar el dinero. De nuevo,  consulte con su contable y/o su asesor financiero. Ello ayudará también  a proveer de fondos para préstamos a los negocios de su municipio y al  mercado de vivienda local. (3) Empiece un negocio: no se  preocupe por la posible llegada de una carta de despido; sea proactivo.  Empiece un negocio por su cuenta. Hágalo bien haciendo lo correcto:  ¿qué producto o servicio puede ofrecer que quiera y pueda permitirse un  consumidor en dificultades? (Algunas ideas podrían ser: asesoría fiscal  sobre deudas, cuidado infantil barato, asesoría sobre ejecución de  hipotecas, si dispone de tierras agrícolas un negocio de fruta y  vegetales recolectados por uno mismo, tiendas de segunda mano, arreglos  domésticos en viviendas que se vendan, etc.). (4)  Invierta sabiamente: sea listo con el uso que le de a su plan 401(k)  (uno de los sistemas de pensiones para asalariados más conocidos de EEUU  N. del T.). Invertirlo en el S&P 500 (el equivalente al IBEX 35 N.  del T.) es simplemente alimentar a la bestia; y la bestia va a usar su  capital barato para contratar a lobistas, crear grupos de presión  (llamados Political Action Committee) y alejarlo a usted de sus  representantes políticos. Algunos planes 401(k) le permiten trasladar el  50% o más de los fondos a su propio fondo de pensiones una vez  alcanzada cierta edad. Llame a su oficina de la Seguridad Social y  averigüe qué opciones tiene. Hable con su contable y/o asesor financiero  antes de tomar ninguna decisión. Puede incluso que le interese abrir su  propia cuenta de ahorro en un banco local y comprar certificados de  depósito asegurados como alternativa a poner más fondos en su plan  401(k).(5) Acérquese a las cooperativas de crédito:  ¿alguno de los miembros de su familia pertenece a una cooperativa de  crédito? Es posible que le puedan abrir a usted también una cuenta. Si  necesita utilizar una tarjeta de crédito, trate de conseguirla a través  de la cooperativa de crédito a un precio razonable y luego deshágase de  cualquier otra tarjeta que tenga que sea más cara. Es un escándalo que  algunos de los bancos que necesitaron un rescate van a recibir el dinero  de la Reserva Federal casi gratuitamente mientras están cobrando a los  ciudadanos comisiones del 20% por sus tarjetas. (6) No  utilice tarjetas de crédito de compañías que abusen de usted: todas las  siguientes tiene algo en común: Home Depot, Exxon Mobil, Shell, Macy's,  Sears, Zales. Todas ellas dan crédito a sus clientes a través de una  tarjeta de crédito de Citigroup. Con el uso de esas tarjetas 40 millones  de clientes están ayudando a sostener a Citigroup y sus prácticas  contrarias a los consumidores y la ciudadanía. Citigroup exige a sus  trabajadores que renuncien por escrito a su derecho a acudir a los  tribunales (ver el número 8 más abajo), y ha estafado seriamente a los  inversores mediante prácticas fraudulentas. (7) Ataques a  las marcas: es bastante probable que los comerciantes de su localidad  no tengan un grupo de presión y unos lobistas a las puertas del Congreso  trabajando en contra de sus intereses, ¿no? Recompénseles con sus  compras y castigue a las empresas del S&P 500 hasta que capten el  mensaje: si quieres que respete tu marca, respeta tú mi derecho a la  representación política. (8) Devuelva los tribunales a  los trabajadores: muchas de las grandes empresas obligan a sus  trabajadores a renunciar por escrito a su derecho a acudir a los  tribunales nacionales si quieren conseguir un empleo. Se llama arbitraje  obligado y es un proceso terriblemente injusto que está además diseñado  para favorecer a la empresa. Si acude a una entrevista de trabajo,  pregunte si la empresa tiene ese tipo de política y en ese caso salga  por donde ha entrado.(9) Quéjese: no permitamos que  prácticas encubiertas sigan sin conocerse. Escriba un informe detallado y  diríjalo al organismo adecuado: el fiscal de distrito, la oficina del  fiscal general, oficinas de protección al consumidor, etc. Y escriba una  carta al editor del periódico local. Todo ello ayuda a prosperar a los  buenos negocios y pone dificultades a los engañosos y fraudulentos.(10)  Sencillamente, diga no: a las fotografías desnudo, la radiación, la  palpación genital todo solamente para subir a un avión. No vuele. Estará  luchando por los derechos civiles y dañando a Wall Street. Las empresas  de bio-escáneres operan en Wall Street y sus banqueros ya esperan que  la vigilancia policial en el interior del país va a ser su nueva gallina  de los huevos de oro.(*) Economista con larga experiencia en Wall Street, es actualmente una analista económica independiente. Estados Unidos.Bitacora
(1) Acorte su hipoteca: el anterior juez del Tribunal Supremo Louis Brandeis lo resumió así: "Podemos tener democracia en este país, o podemos tener una gran concentración de riqueza en manos de unos pocos, pero no podemos tener ambas cosas". La bestia de Wall Street crece gracias a los intereses que pagamos por nuestras deudas, y los utiliza para contratar lobistas y financiar a políticos para que defiendan sus intereses, no los nuestros.
(2) Piense localmente: plantéese mover su liquidez desde los grandes bancos de Wall Street que tienen puestos sus grilletes al Congreso, a su banco local cuando éste tenga asegurados sus depósitos en la FDIC (cuidando de no exceder el límite de la cuantía asegurable). Una buena aproximación es estructurar el vencimiento de sus inversiones para que coincida con los momentos en los que va a necesitar el dinero. De nuevo, consulte con su contable y/o su asesor financiero. Ello ayudará también a proveer de fondos para préstamos a los negocios de su municipio y al mercado de vivienda local.
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