Este hombre (de 48 años, casado y con cinco hijos) no tenía experiencia en perseguir a delincuentes de altos vuelos. Todo el mundo pensaba que la élite financiera, escudada en el secreto bancario y en un ejército de abogados carísimos, se lo iba a merendar. Sin embargo, ycontra todo pronóstico, ha sentado en el banquillo ya a algunos de ellos.
Islandia es el único país del mundo donde se persigue sistemáticamente a los responsables de la crisis. Hauksson recibe a XLSemanal en una sala de interrogatorios de la Fiscalía de Reikiavik. Por una vez, el interrogado es él. Solo pone una condición: por imperativos legales no puede comentar casos concretos. Su presencia es imponente. Mide dos metros y casi no cabe en el traje. Es cordial, resolutivo y tiene unos ojos de pillo que te radiografían al instante. No entenderá de ingenierías contables y otras estafas de alquimistas en administración de empresas, pero haber sido comisario en Akranes -un pueblo de pescadores de 6000 habitantes- debe de darte un conocimiento del alma humana bastante intensivo. Solo puede concederme 30 minutos. Tiene una montaña de trabajo. Su oficina lleva un centenar de investigaciones en danza. Las últimas cifras oficiales presentadas ante el Parlamento se han quedado obsoletas: 216 imputados; 471 sospechosos y testigos llamados a declarar... Le pido a Hauksson que me ponga al día. Resopla. «Ya ni podemos pararnos a contar. Tengo a 8 equipos trabajando a tiempo completo. Hemos superado con creces los 1000 interrogatorios». La sala donde hablamos está insonorizada y con las cámaras y micrófonos preparados para la siguiente grabación. En cuanto nos vayamos, será ocupada por uno de esos equipos.
LA CAÍDA DE LOS ESPECULADORES: LOS NEOVIKINGOS. Cuando estalló la crisis, Hauksson trabajaba en una comisaría de provincias y no tenía ninguna conexión con los banqueros y políticos que habían convertido Islandia en un paraíso de la especulación. Se los conocía como los 'neovikingos'. Era el verano de 2008. La economía islandesa revienta como consecuencia de la crisis de las hipotecas basura en Estados Unidos. A los pocos días de la caída de Lehman Brothers se hunden los tres principales bancos del país, que acumulan una deuda gigantesca. El Estado no los rescata porque no tiene dinero suficiente: el pufo equivale a seis veces el PIB de Islandia. Así que dejará que caigan para luego nacionalizarlos. Salvará así los ahorros de los clientes (aunque imponiendo un corralito), pero no responderá de las inversiones de riesgo que los han llevado a la quiebra. En octubre, el entonces primer ministro, Geir H. Haarde (conservador), se dirige a la nación en un discurso televisado: «Que Dios salve esta isla». Lejos de Reikiavik, Hauksson observa atónito la debacle.
EL ÚNICO CANDIDATO. En diciembre de 2008 y presionado por el malestar de los ciudadanos, que han empezado a manifestarse en la calle (algo nunca visto en Islandia), se crea el puesto de fiscal especial para investigar los tejemanejes que llevaron al desastre. Pero nadie lo quiere. Los más brillantes abogados trabajaban para los bancos o para el Gobierno. Hauksson tiene las manos limpias. ¿Por qué se presentó? «Pensé que no era bueno que la justicia persiguiese a los pequeños delincuentes y dejase escapar a los grandes. Además, nadie más se había presentado. Me sorprendió ser el único candidato, pero tampoco es que fuera un destino muy apetecible. Había que montar una oficina desde cero y estaba previsto que el trabajo solo durase un par de años. Además, los recursos eran escasos. Pero que ese puesto quedase vacante significaba lanzar un mensaje nefasto a la sociedad. En fin, era un trabajo que alguien tenía que hacer. Había mucha ansiedad y un estado de gran confusión en el país».
NOVATO A LA VISTA. El nombramiento de Hauksson sorprende a todos. Se lo tacha de novato. «Es una crítica que no acepto. Yo tenía cierta experiencia. Había participado en un par de investigaciones bastante complejas, un caso de malversación que llegó al Tribunal Supremo y otro que afectaba al Ministerio de Asuntos Exteriores». Pero la impresión general es que el Gobierno no tiene demasiado interés en que la Fiscalía investigue. «Empezamos con muy poquito, sin apenas fondos. Éramos solo cinco personas: dos policías, dos abogados y yo», recuerda.
LA REVOLUCIÓN DE LAS CACEROLAS. Las protestas aumentan. Haciendo sonar sartenes y cacerolas, los islandeses muestran su descontento con los recortes que exige el Fondo Monetario Internacional (FMI). Les subleva que se haya acudido a una institución vinculada a las ayudas al Tercer Mundo cuando hace pocos meses estaban entre las sociedades más ricas del planeta. Cae el Gobierno en enero. En febrero de 2009 sube al poder una coalición, que se compromete a dotar a la oficina del fiscal especial de medios suficientes. Se crea una comisión parlamentaria a tal efecto. «En 2010, la comisión presentó un informe en el que reconocía que había un montón de trabajo por hacer y que solo se podría afrontar si se incrementaban sustancialmente los recursos de esta oficina. Ahora somos 110 personas. Y tenemos un nuevo plazo: 31 de diciembre de 2014. Para esa fecha, todos los casos tienen que haber llegado al juzgado».
A CÁMARA LENTA, PERO INEXORABLE. Hauksson muestra un celo en su labor que pocos esperaban. Organiza redadas, coloca micrófonos y el número de detenciones supera las 200, pero los islandeses ven con escepticismo que los jueces solo hayan dictado hasta la fecha 8 sentencias. ¿Por qué esa lentitud? «Me gustaría que algunos casos se pudiesen cerrar antes, pero tenemos que ser muy meticulosos, comprobar cada detalle... La gente va entendiendo que no podemos precipitarnos, que los sumarios no deben tener cabos sueltos. No podemos permitirnos que nos tumben una investigación por querer correr. En este momento tenemos abiertas entre 90 y 100 investigaciones. Y en las últimas semanas nos han remitido nuevos casos».
LA PRESIÓN DE LA CALLE. Pero muchos ciudadanos quieren ver 'sangre'. «Siento esa presión desde el primer día. Intento que no afecte a mi trabajo. Sé que el tiempo no es ilimitado y que hay urgencia por ver resultados. Como fiscal no puedo dejar que los sentimientos interfieran en mi trabajo. El deseo mayoritario de la nación es que lleguemos hasta el fondo y que los culpables paguen. Pero el ansia de revancha o el cabreo de la gente no pueden condicionar una investigación criminal».
COLABORACIÓN INTERNACIONAL. Es una carrera de obstáculos. «El principal es la magnitud y la complejidad de los casos, la montaña de datos que hay que estudiar, el número de personas a las que se debe interrogar. Son delitos muy variados: fraude bancario, uso ilícito de información privilegiada, desvío y apropiación de fondos... Muchos banqueros y ejecutivos se han ido a vivir fuera de Islandia. Y muchos delitos tienen que ver con las filiales de los bancos islandeses en el extranjero, así que las investigaciones se convierten en transnacionales». Hauksson, que ha viajado tres veces a Luxemburgo en el curso de sus pesquisas, dice no tener quejas de la colaboración internacional. «Tuve una asesora muy buena, la magistrada francesa Eva Joly, que me instruyó en los procedimientos cuando un caso salta las fronteras». Por otra parte, los abogados de los acusados son duros de pelar... «Están muy bien preparados. Pero nosotros también. Cuando presentamos un caso en el juzgado, nos los sabemos de memoria».
ARRESTOS SONADOS. Se producen algunas detenciones sonadas entre los banqueros. Lárus Welding, director ejecutivo del banco Glitnir; Jon Thorstein Oddleifsson, antiguo tesorero del Landsbanki... Y las primeras condenas, aunque con cuentagotas: Ragnar Z. Gudjónsson y Jon Thorsteinn Jonsson, director ejecutivo y presidente del consejo de administración, respectivamente, del banco Byr: cuatro años y medio de cárcel cada uno. Sigurdur Einarsson, expresidente del banco Kaupthing, obligado a devolver 3,2 millones de euros... También entre la clase política se ven las primeras escaramuzas judiciales: Baldur Gudlaugsson, exsecretario permanente del Ministerio de Finanzas, es condenado a dos años de prisión. Y el mismísimo ex primer ministro, Geir H. Haarde, es declarado culpable por no informar a su gabinete de los acontecimientos que precipitaron la crisis, aunque el tribunal lo exime de cumplir cualquier condena y Haarde se burla de la acusación. «Es de risa», dijo. ¿Qué siente Hauksson cada vez que un juez dicta sentencia? «Alivio».
EL PEOR MOMENTO. Hauksson confiesa que a veces le abruma la tarea que aún le queda, pero que nunca ha pensado en abandonar. «Cuando un caso avanza a paso de tortuga o no se mueve en absoluto, te desesperas. Sientes impaciencia. Pero cuando ves que las piezas del puzle empiezan a encajar, se te pasa. Hace uno o dos años era peor, ahora estamos llegando al punto culminante de muchas de nuestras investigaciones». Hay momentos de desfondamiento. «Entonces, me apoyo en el equipo. Somos un grupo muy unido. Si metemos la pata, hacemos autocrítica entre todos». Hauksson tuvo que encajar que dos de sus hombres, expolicías, fueran acusados de vender información sobre un caso en el que estaba involucrada una aseguradora y el Banco Central. «Quiero puntualizar que ya habían dejado de trabajar para esta oficina cuando se supo que habían violado el compromiso de confidencialidad. Esta Fiscalía debe estar por encima de todo reproche. Nuestra reputación es vital porque muchos islandeses han dejado de confiar en las instituciones».
¿JUSTICIA EXPORTABLE? Los bancos no solo han cometido abusos en Islandia. Hauksson no sabe si el modelo islandés es exportable. «Yo soy un eslabón de la solución que se ha puesto en marcha en Islandia. La razón de que aquí sí pidamos responsabilidades penales y en España o en otros países europeos no se haga es algo que se me escapa. Sé que se nos presta mucha atención en el extranjero. Pero es pronto. Cuando se vea el resultado de todo este trabajo, se podrá evaluar si nuestro método funciona, pero estamos a mitad de camino, aunque vamos en la buena dirección». ¿Y cuál es el método? «Cuando se nacionaliza un banco, un equipo de auditores mira con lupa los libros. Y si ven indicios de delito, se investiga. También cambiamos las leyes del secreto bancario. Es la única manera de tener acceso a todos los datos. Si tienes que pedir una orden judicial una y otra vez, todo se ralentiza. Y el código de silencio de los bancos es casi impenetrable. Levantar el secreto bancario fue decisivo».
PURITANISMO EN LOS NEGOCIOS. «Creo que si sale algo bueno de todo esto será un regreso del puritanismo en los negocios. Si los especuladores saben que las autoridades van a investigar seriamente lo que hagan, es evidente que se lo pensarán dos veces a la hora de saltarse las reglas. No será tan tentador y el número de delitos disminuirá», reflexiona Hauksson. «Creo que la sociedad islandesa, cuando mire atrás y vea el trabajo de esta Fiscalía, estará contenta de por lo menos haber intentado que haya justicia».
FUTURO ESPERANZADOR. Los islandeses aprobaron en varios referendos que los contribuyentes no debían hacerse cargo de las deudas de los bancos, que era un asunto privado entre las entidades y sus acreedores internacionales. Y lo hicieron, a pesar de la presión de los mercados y de las instituciones financieras, que amenazaban con convertir Islandia en un paria internacional. «Creo que ya tocamos fondo y ahora estamos saliendo poco a poco de la crisis», opina Hauksson. Islandia dejó la recesión en 2011 y ahora crece casi al 3 por ciento. Esta recuperación es elogiada por Financial Times y alguien tan poco sospechoso de alentar soluciones heterodoxas como la directora del FMI, Christine Lagarde, la considera «impresionante». «Nuestras cifras de paro están algo maquilladas porque muchos jóvenes emigraron a Noruega, pero, teniendo en cuenta el desastre que hemos vivido, veo el futuro con esperanza».
ELIOT NESS, ¿YO? Sus admiradores lo comparan con Eliot Ness, el detective legendario que se enfrentó a la mafia de Chicago. Hauksson ríe. «No soy yo quien tiene que decir si soy Eliot Ness o no. Pregúntele a la gente. Lo único que me preocupa es que los malos vayan a la cárcel. ¿Y cuando termine todo? «Pedí una excedencia, así que tengo mi antiguo trabajo esperándome en el pueblo».
UNA CRISIS EN TRES ACTOS
1.Islandia ideal. Con una población de poco más de 300.000 habitantes, Islandia era uno de los países más desarrollados del mundo hasta la crisis financiera sufrida en 2008.
2.Caceroladas. En 2009 se suceden las protestas -en la foto, una en el centro de Reikiavik en el mes de junio- contra los recortes que exige el FMI tras estallar el colapso del sistema financiero.
3.Referendo. En el país se han celebrado dos referendos para decidir sobre el pago de la deuda externa de los bancos y decidieron que era un asunto entre los bancos y sus acreedores.
SEÑORES...AL BANQUILLO
Baldur Gudlaugsson. Dos años de cárcel. Era secretario del Ministerio de Finanzas. Vendió sus acciones en el banco Landsbanki antes de que quebrase, ganando 1,2 millones de euros.
Jon Thorsteinn Jonsson. Cuatro años y medio de prisión. Expresidente del banco Byr, acusado de fraude. Usaba como aval acciones que estaban a punto de perder todo su valor.
Ragnar Z. Gudjónsson. Cuatro años y medio de cárcel. Consejero delegado del Byr, daba préstamos millonarios sabiendo que el banco estaba al borde de la quiebra
Lárus Welding. Pendiente de juicio. Era consejero delegado del difunto banco Glitnir, el primero que quebró, rebautizado Íslandsbanki cuando el Estado tomó el control. Fue detenido en diciembre en el curso de una operación en la que se interrogó a 20 ejecutivos.
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