Mostrando entradas con la etiqueta Africa. Medio Ambiente. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Africa. Medio Ambiente. Mostrar todas las entradas

domingo, 30 de octubre de 2011

“Este fenómeno tiene un potencial conflictivo”

 
DAVID ANDERSON / Profesor de Estudios Africanos de Oxford
“África está siendo explotada otra vez. Sus tierras son la solución barata para los problemas de otros. Y es una situación con un potencial conflictivo”. Esta es la radiografía del gran acaparamiento de terrenos de cultivo en el continente africano por parte de inversores extranjeros que hace David Anderson, profesor del Centro de Estudios Africanos de la Universidad de Oxford, en una entrevista telefónica desde Reino Unido.

Pregunta. ¿El arrendamiento de estas grandes superficies para cultivos puede dinamitar los equilibrios de reparto del agua?
Respuesta. La cuestión del agua es central en toda esta historia. Gran parte de estos proyectos solo son viables si la tierra puede ser bien regada. Lo que me preocupa es que ninguno de los Gobiernos en cuestión está desarrollando adecuados estudios hidrológicos del impacto del arrendamiento de estas enormes superficie. Pese a que hay acuerdos internacionales sobre el uso del agua, los Gobiernos están actuando sin cuidado. En parte, es porque creen que no todos los proyectos se desarrollarán realmente. Pero la falta de planificación, coordinación y análisis de las consecuencias es inquietante.

P. ¿Cree que este fenómeno puede alimentar disturbios?
R. Sí. Especialmente en el este de África. El agua ya es a menudo una causa de conflictos. Y a medida que se haga más escasa, inevitablemente se agudizarán las fricciones. En casos como estos, además, cuando lo que puede causar desabastecimiento es la introducción de proyectos con capital extranjeros, es fácil para la gente local ver la intervención extranjera como el enemigo y considerar que el gobierno local ha sido cómplice de esa situación. Entonces creo que este fenómeno tiene el potencial para ser conflictivo. En partes de Uganda y Etiopía, poblaciones locales ya han avisado de que si habrá desabastecimiento de agua, lucharán. Pero los gobiernos que están desarrollando estos proyectos tienen una visión muy autoritaria de la cuestión. Piensan que podrán sencillamente acallar estas protestas enviando el Ejército.

P. ¿Piensa que el fenómeno se acentuará en el futuro?
R. Es difícil hacer predicciones porque no hay datos fiables. Creo que los gobiernos en cuestión han deliberadamente enmascarado algunas de las actividades. Es importante fijarse en el precio de los alimentos, que es una de los mayores factores que han causado lo que está ocurriendo. Esto es una respuesta a la crisis global en la que estas tierras africanas aparecen como una solución barata para los problemas de otros. África se convierte en el lugar en el que otras partes del mundo pueden producir de manera más barata lo que necesitan. África es explotada otra vez.


sábado, 6 de agosto de 2011

La ONU condena los vertidos de Shell en el delta de Nigeria

CONXA RODRÍGUEZ 06/08/2011 08:00 Actualizado: 06/08/2011 11:02

Naciones Unidas pide que las petroleras y el Gobierno paguen 700 millones de euros para comenzar de inmediato la mayor operación de limpieza de la historia.

En el Golfo de México, la petrolera BP contaminó durante cinco meses. En Ogoniland, en el sur de Nigeria, distintas petroleras, con Shell a la cabeza y Total y Agip detrás, llevan 50 años degradando la tierra, el agua, la vegetación y los recursos naturales. Es una polución lenta, silenciosa y duradera frente a la ruidosa del año pasado, contra la que hasta el mismo presidente estadounidense, Barack Obama, levantó la voz. Ayer se presentó en Londres el primer informe oficial, elaborado por Naciones Unidas, sobre la contaminación producida por la industria petrolera en Ogoniland, una décima parte del territorio del delta del río Níger.
Las conclusiones del estudio son demoledoras y la ONU propone que la industria petrolera y el Gobierno nigeriano pongan mil millones de dólares (700 millones de euros) inmediatamente para comenzar la limpieza del delta. Puede ser, advierten, la mayor operación de este tipo de la historia.
El informe señala a Shell, Total y Agip como culpables del desastre ambiental
Durante 14 meses, un equipo de investigadores ha estudiado el impacto de la polución en 200 puntos, ha examinado 122 kilómetros de oleoductos, ha analizado 5.000 fichas médicas y ha consultado a 23.000 personas para concluir los efectos de la contaminación en la vida y la salud de las comunidades de Ogoniland.

A la espera del Gobierno

En algunos de los lugares analizados el crudo ha penetrado ocho centímetros en la tierra que antes producía manglares. En otros puntos el agua contiene un nivel de sustancias tóxicas 900 veces por encima de lo permitido. El científico marino Olof Linden, uno de los autores del informe, aseguró ayer que "la pesca está muy afectada de forma directa por el agua sucia y también de manera indirecta por la contaminación de la vegetación, que contribuye a la degradación marina".
Unos 2.100 millones de litros de crudo han acabado en las orillas del Níger
Frente al devastador análisis medioambiental, el equipo de la ONU propone un programa de recuperación inmediato para el próximo año en el que comenzarían las operaciones de urgencia y se fijaría un periodo de transición para posteriores fases.
La recuperación total de Ogoniland, mil kilómetros cuadrados habitados por unas 70.000 personas, requerirá entre 25 y 30 años si se sigue al pie de la letra el programa de recuperación propuesto por la ONU. En términos económicos, los autores del informe no quisieron fijar la cifra de lo que costará la regeneración total de Ogoniland, más allá de los mil millones de dólares para el primer año y el periodo de transición.
El informe presentado ayer en Londres fue entregado el jueves al presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan, en la capital del país, Abuya. Nick Nuttall, portavoz del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), espera y desea que el estudio no quede en agua de borra-jas o se lo coma el polvo en las estanterías.
"Sólo el tiempo dirá si este informe es útil o no, pero la señal dada el jueves por el presidente Jonathan, que es originario de la zona del delta del Níger, indica que quiere aplicar las recomendaciones, aunque antes tienen que digerirlas. En cuestión de semanas o meses sabremos si el Gobierno se lo toma en serio", señala Nuttall.
Los ciudadanos del delta viven 50 años de media. La mayor empresa petrolera en la zona es la Royal Dutch Shell, que en Nigeria opera como Shell Petroleum Development Company Ltd, una iniciativa conjunta con el Gobierno nigeriano y otras compañías petroleras representadas en menor proporción que la holandesa Shell. El científico jefe del PNUMA, Joseph Alcamo, aseguró que "en términos acumulativos, esta es la zona más contaminada del mundo, como ocurrió en algunos lugares de la ex- Unión Soviética en la década de 1990". Hoy en día un 10% del petróleo mundial sale de África.
El portavoz del PNUMA asegura que "el Gobierno de Nigeria aplica el principio de que quien contamina paga, por eso ha obligado a la industria a implicarse en la elaboración del informe, incluida la financiación". Para Nuttall, este dinero del petróleo no cuestiona la imparcialidad del estudio científico llevado a cabo por la ONU. "Yo sugiero que se lea el informe para ver que es imparcial en su metodología y para comprobar la independencia de los científicos que lo han hecho en nombre de la ONU".

Un 'Exxon Valdez' al año

A tenor de las cifras, en el delta del Níger, con numerosos afluentes y riachuelos, se han vertido 2.100 millones de litros de crudo en las cinco décadas en las que se ha extraído petróleo, a un ritmo de 42 millones de litros derramados cada año. Es una cifra muy superior a los 400 millones de litros vertidos el año pasado en el Golfo de México tras la explosión de la plataforma petrolífera de BP. En 1989, el petrolero Exxon Valdez encalló en aguas de Alaska y arrojó unos 41 millones de litros de crudo.
El equipo de la ONU que presentó ayer el informe señaló también los obstáculos con los que se ha topado para su elaboración, como la falta de normas de seguridad o médicas. "Ahora tenemos la base científica para resolver la polución de Ogoniland. Y espero que también tengamos la voluntad política, y con ella la económica, para aplicarla".

Público

sábado, 30 de abril de 2011

África se muere de sed

| Actualizado 28 Marzo 2011 - 13:11 h.
10.02.2011

Este continente tiene un buen potencial de agua para sus 850 millones de habitantes con 6.460m3 por persona/año, cifra muy importante. Este dato es más estadístico que real y se da por efecto del caudaloso río Congo y los humedales de los trópicos.
África tiene el mayor desierto del mundo, el Sahara, con 8.600.000 de km2. Hay otros dos muy importantes, el de Kalahari y el de Namibia. La desertización está aumentando continuamente, sobre todo en la desembocadura del río Senegal, en Somalia y en la franja que abarca desde Mozambique hasta la zona costera de Sudáfrica.


Las estadísticas proporcionadas por la ONU, en el año 2002, nos aseguran que 258 millones de africanos no tienen posibilidad de acceder al agua potable. Prácticamente todos sus ríos y lagos están contaminados por la sobreexplotación humana, sobre todo por razones económicas.

La utilización de aguas contaminadas se revela en África como uno de los mejores aliados para la expansión del SIDA, pues debilita los cuerpos y contribuye a quebrar la inicial y precaria inmunidad de estos enfermos.

En 1985, hubo una sequía que duró cuatro años, en la que murieron varios millones de personas, debido a las malas políticas del agua, que provocaron que las cosechas fueran malas lo que originó grandes hambrunas.

Los enormes ríos de África Occidental empiezan a perder caudal, lo que origina que la economía de los países ribereños entre en crisis. Sirva como ejemplo Ghana que depende para su desarrollo del suministro eléctrico de la presa de Akasombo, sobre el río Volta.

Malí es uno de los países más pobres del mundo, dependiendo íntegramente del río Níger para su alimentación, transporte y agua. En consecuencia, tiene un alto riesgo de catástrofe medioambiental, debido al nivel de contaminación que presenta. Nigeria, país con más de 130 millones de habitantes no da acceso al agua potable a la mitad de su población.

La cuenca del río Zambeze, ubicado en el sur de África, es uno de los sistemas hídricos más sobre utilizados del mundo. Los países, que componen dicha cuenca, compiten por sus aguas y ha dado origen a graves conflictos. Estos países han sufrido inundaciones y lluvias torrenciales, como la de marzo del año 2000, que estuvieron a punto de provocar una guerra entre Mozambique y Zimbawe, porque este último abrió la presa de Kariba aumentando los efectos devastadores, convirtiéndose en una gran catástrofe humana.

África dispone de tres grandes acuíferos, el de Nubia (Sudán) con un volumen de agua de 75.000 km3, el del norte del Sahara con 60.000 Km3 y el de Karoo (Sudáfrica y Namibia).

Se está produciendo un desastre medioambiental de grandes proporciones en el lago Chad. Éste tiene una cuenca de tipo endorreico que se extiende por unos 2.700.000 km2, ocupando las regiones áridas y semiáridas del Sahara y del Sahel.

Se aprueba un plan de desarrollo con apoyo internacional, en la década de 1960, para conseguir que todas las zonas del lago Chad tuvieran agua y lograr así una fuerte expansión agrícola. Su planificación se inició, en 1962, pero todo el proyecto fue un auténtico despropósito. El estudio hidrológico se hizo en tres semanas y no se tienen en cuenta datos fundamentales como es el nivel del agua del lago Grandes zonas del lago están ya sin agua, en el año 1992, muchos barcos yacen abandonados a más de sesenta km de la costa y algunas zonas están ya completamente secas. El lago pierde dos metros anuales por evaporación y los caudales de los ríos Logone y Chari han reducido su caudal a la mitad. El problema del lago Chad no está en las lluvias o en la evaporación de la zona sino en la irresponsable planificación con que fue realizado este proyecto. Su agricultura en vez de mejorar está destruyéndose, unido al desastre medio ambiental que provoca.

Sirvan estas pinceladas hídricas para ver la grave problemática del agua existente en el continente africano así como los niveles alarmantes de contaminación, debido a un uso irresponsable de las multinacionales petrolíferas y agrarias que hacen prever un futuro muy oscuro para su desarrollo humano y económico.

La privatización del agua, favorecida por los organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que dicen velar por el desarrollo de los países pobres, son responsables por ejemplo de que en Kenia un litro de agua cueste el doble que el de gasolina.

Sirva otro ejemplo, la República de Guinea, en 1999, no renueva un contrato de arrendamiento de sus servicios de agua a empresas francesas. A partir de entonces Guinea no cuenta tampoco con las aportaciones del Banco Mundial ni del Fondo Monetario Internacional, que le exigen la venta de los servicios de distribución de agua y de saneamiento como condición previa para recibir ayuda de estas instituciones económicas mundiales.

EL RIÓ NILO, SOLUCION Y PROBLEMA

El río Nilo es muy importante y vital para la vida de Egipto, que apenas recibe lluvia aprovechable y no tiene más agua que unos pocos acuíferos debajo del desierto, que se están reduciendo rápidamente. Sólo el 2% de Egipto no es desierto y el estrés hídrico aumenta mes a mes. Este río atraviesa nueve países. Como ya hemos visto, Egipto ha estado dispuesto a ir a la guerra para impedir que se merme su caudal. A mediados de la década de los ochenta estuvo a punto de ordenar ataques aéreos contra Jartum porque se pensaba que amenazaba sus aguas.

Se permitió aumentar a Sudán su asignación de agua por los tratados firmados en 1959, pasando de los 4.000 millones de m3 estipulados, en el acuerdo de 1929, a 18.500 millones de m3. Se acuerda en el mismo la construcción del embalse de Rosieres y se le propone seguir adelante con el canal de Jonglei. A cambio Egipto puede construir el embalse de Assuán sin interferencias. El tratado establece un comité de ambos países que supervisa todos los proyectos de desarrollo que pudiesen afectar al curso del río.

En 1970, Sudán y Egipto comienzan conjuntamente la construcción compartida del canal de Jonglei.

Sudán sufre una guerra civil interminable que la desangra. Los dos países ya se han gastado más de cien millones de dólares donados por otros países y sin embargo Jonglei sigue sin terminarse. Egipto necesita el agua que se supone que tiene que aportarle el canal.

Etiopía es un problema para los egipcios todavía peor que los sudaneses. Se encuentra más alejado y mientras los sudaneses son musulmanes como ellos, los etíopes mayoritariamente son cristianos y siempre han ido a su aire y siguen haciéndolo.

Etiopía cuenta con grandes posibilidades de desarrollo agrícola, poseyendo regiones como Keffer y Nyala que disponen de tierras muy ricas, que pueden producir durante todo el año alimentos y cultivos comerciales. Otras regiones tienen grandes posibilidades pero no están bien regadas. Para que haya riego tiene que haber embalses pero estos no son permitidos por los egipcios, pues hacen disminuir la cantidad de agua que lleva el Nilo hasta su país.

Los etíopes no han hecho nada que perjudique a los intereses de los egipcios. Se alcanzó un acuerdo general entre los etíopes y egipcios, en 1993. El acuerdo es poco concreto pero incluye una cláusula, según la cual, cada país se compromete a no hacer nada en el Nilo que pudiese perjudicar al otro y lo que es más importante acordaron, “que la futura cooperación en lo tocante a los recursos hídricos estaría fundada en el derecho internacional”.

Los egipcios deberían almacenar el agua del Nilo en grandes embalses situados en las tierras altas, donde la velocidad de la evaporación es mucho menor que en el actual lago Nasser en medio del desierto, que pierde dos metros de altura anuales por culpa de la evaporación. En los años 1979-1988, el nivel del agua se reduce y pone en peligro la generación de energía hidroeléctrica.

Assuán tiene una primera presa construida en 1902, que ya era una gran presa, con más de dos kilómetros de largo y perforada por 180 compuertas. Esta cantidad de compuertas y que no fuese ni muy larga ni alta, hacen que su efecto neto no sea negativo en cuanto al paso del limo. Retenía cuatro millones de pies de acre de la cola de la crecida anual del Nilo a fin de distribuirlos más adelante, lo que viene muy bien en los años secos, dejando pasar el grueso de la crecida con su importantísima carga de limo.

La actual presa es diferente, mucho mayor y más larga: cien metros de altura y casi cuatro mil metros de larga. Su problema está en el famoso limo, que yo no atraviesa la presa. Se queda ahí y va acumulándose poco a poco, lo que reduce su capacidad de regeneración de las orillas río abajo y provoca una mala calidad de sus aguas por la putrefacción que sufre. Evidentemente reduce la capacidad del embalse pero sobre todo hace que sus aguas sean insanas.

Cuando se construyó, no fueron conscientes de que el limo no iba a pasar y que se acumularía en el vaso. Los egipcios piensan que la presa elimina por completo la posibilidad de las inundaciones y guarda el agua para los años en que llueve poco. Si Egipto pudo mantener su agricultura durante tantos siglos, fue exclusivamente gracias al depósito anual de limo nuevo procedente de las tierras altas etíopes, los humedales sudaneses y las zonas centrales africanas.

El limo se acumula en Assuán, y ya no llegan sus rico en nutrientes al Mediterráneo y esto destruye la pesca de la sardina en el delta del Nilo.

La consecuencia de la presa de Assuán es la destrucción lenta pero imparable de su delta. El segundo problema es que el agua corre más deprisa sin limo. Los cauces son excavados con más fuerza y se vuelven más hondos y peligrosos.

Los cambios en el reparto del agua del Nilo hacen retroceder al delta unos tres metros anuales. Este riego intensivo ha provocado un aumento constante de la cantidad de sal en el suelo que cuestiona gravemente su futuro agrícola, pues hace disminuir su productividad.

El aporte del agua del Nilo está en peligro. Egipto utiliza el agua de una manera eficiente, pero está consumiendo todo el suministro disponible. La población crece a un ritmo del 3% anual, es decir, hay 1.300.000 de egipcios más cada año.

Si Etiopía desviase o consumiese una parte considerable del Nilo, Egipto que depende por completo del Nilo, se quedaría sin el agua y los egipcios han dejado claro siempre que si esto ocurriese no tiene otra salida que la guerra.

LA REVOLUCION VERDE DE LIBIA

Libia tiene un gran acuífero situado en el sur, en pleno desierto en la región de Kufra. El presidente libio Gadafi pensó en trasvasar esta agua hacia la zona costera que es donde vive mayoritariamente su población. Para la realización de esta macro empresa se deciden por las empresas surcoreanas. Es elegida la Compañía Industrial de Construcciones Dong Ah.

Tras diez años de construcción, se acabó la conducción de agua, con una longitud de 1.900 km. Se inició con dos campos con 234 pozos perforados hasta el acuífero. Puede transportarse dos millones de toneladas de agua al día. Cada campo aporta unos 350 millones de m3 de agua al año, que han empeorado su calidad debido al gran uso que han tenido.

El coste de la obra se ha valorado en más de 4.000 millones de dólares.

Una segunda fase, ha consistido en construir un campo de pozos aún mayor para explotar el acuífero occidental, el de Marzag, con 484 pozos y dos tuberías de cuatro metros de grosor que llevan el agua a la costa. Una de estas tuberías transporta 700 millones de m3 al año hacia la costa y las explotaciones agrícolas de Gefara, con la finalidad de favorecer el desarrollo de esta zona y restablecer el equilibrio ecológico, reponiendo las capas freáticas y mejorando la calidad del agua.

La otra tubería transporta 175 millones de m3 al año a los municipios que hay a lo largo de la cordillera noroccidental. El coste de esta segunda fase ha costado 6.400 millones de dólares.

El proyecto conjunto es de cinco fases, como vemos están realizadas dos. La tercera fase es conectar un nuevo campo de pozos a la conducción de la fase primera, añadiéndole un caudal de 560 millones de m3 al año. La cuarta fase conecta las ramas oriental y occidental llevando un aporte adicional de 350 millones de m3 a las llanuras de Gefara. La última fase consiste en extender la rama oriental de la fase primera hasta la ciudad de Tobruk.

NAMIBIA

Es uno de los países más secos del mundo, donde la escasez del agua y la impermeabilidad de sus suelos constituyen un escollo permanente para el desarrollo nacional. El promedio de precipitaciones anuales es de 250 mm3. Esta poca pluviosidad dura poco pues el 83% de la misma se pierde por evaporación, las plantas absorben el 14% que pasa a la atmósfera y queda sólo el 2% para alimentar sus efímeros ríos y el 1% se filtra hacia los acuíferos

Las aguas subterráneas en Namibia cubren actualmente el 45% de las necesidades, pero van cobrando mayor importancia en la misma medida que aumenta la población y se desarrolla económicamente y cuando las sequías se vuelvan más frecuentes y asoladoras.

Namibia estuvo al borde de la guerra con Botswana. A los ya habituales problemas fronterizos se une la intención de los namibios de desviar una parte del río Okavongo, que es el tercer río de África, con la finalidad de captar el 2% de su caudal para poder abastecer a su capital Windhoek. Para solucionar sus problemas hídricos se han realizado negociaciones con otros países para regular la cesión de aguas del río Zambeze.

Namibia no tiene ningún río de curso regular que pueda considerarse como propio. Es una tierra de ríos volátiles, que surgen casi con violencia y desaparecen sin avisar, pueden fluir durante un corto periodo de tiempo después de lluvias torrenciales para desaparecer en la arena roja del desierto o las hierbas de la sabana.

Se empieza a trabajar actualmente sobre los acuíferos existentes, algunos de ellos transfronterizos. A través de los acuíferos del subsuelo se intenta economizar sus reservas, evitando la evaporación y llenando los acuíferos convirtiéndolos en los depósitos de agua más grande del continente. Se hace bloqueando los desagües de los tres grandes embalses que abastecen de agua a la capital.

Estos tres embalses se conectan por medio de un canal abierto que atraviesa 250 km de sabana cubierta de vegetación. Cuando el agua llega a la capital, no sólo ha de ser tratada, sino que se ha perdido mucha por evaporación. Se está planteando que en vez de dejarla expuesta al sol se inyectará al acuífero debajo de la ciudad.

Namibia Lesotho y Sudáfrica están trazando el mapa de una enorme serie de acuíferos denominados Karoo, que a través del desierto de Kalahari, se extiende por los tres países. Se espera que estas investigaciones permitan descubrir en Namibia grandes reservas de agua que constituyan una alternativa al río Okavongo.

Con una extensión de 65.000 km2 en territorio de Namibia, los acuíferos del Karoo están reduciendo su existencia.

SUDÁFRICA

En la provincia surafricana de Kwazuli-Natal se desata, en el año 2000, la mayor epidemia de cólera de los tiempos modernos. La causa es el cambio del agua comunal gratuita por otro sistema privatizado, para beneficio de la empresa multinacional. Más de 120.000 personas son infectadas cuando el nuevo operador suspende el servicio por falta de pago de las facturas y más de 300 de ellas mueren, incluyendo muchos niños, por enfermedades transmitidas por el agua, al ser insanas.

En Sudáfrica, en la conocidísima ciudad de Soweto, la gente pobre sufre la carencia de agua. La solución del gobierno surafricano, siguiendo las recomendaciones del Banco Mundial ha sido la privatización de las empresas municipales. Se crea la JohannerburgoWater, subsidiaria de la francesa Suez, decide que para conectar el agua a las poblaciones de bajos ingresos se instalen medidores prepago para el servicio de agua.

Las familias, que contratan este sistema en Soweto, hacen como con el teléfono móvil comprar una tarjeta con el consumo adelantado que se propone realizar. Cuando el medidor indica que el consumo autorizado se ha agotado, las tuberías dejan de llevar agua.

Entonces las mujeres acarrean el agua de los camiones cisternas. Si no tiene para adquirir una nueva cuota de agua, permanecen así hasta que puedan hacerlo. El sistema permite además diversos menús intermedios, según el poder adquisitivo. Todo vale en la medida que la multinacional pueda reducir el riesgo de no ser pagado y en consecuencia, asegurar su beneficio, no importa la calidad de sus vidas ni su salud, sino el beneficio empresarial.

Como vemos, agua hay en África pero está mal repartida y la que hay está muy contaminada, por lo que la población padece grandes epidemias.

La solución pasa por la inversión en agua potable segura y redes sanitarias de alcantarillado y la posterior depuración de las aguas usadas. Es fundamental que todo se haga desde el sector público y se eviten las tendencias privatizadoras que desean las multinacionales con resultados nefastos para la población.

 nuevatribuna

sábado, 1 de enero de 2011

De regreso con los habitantes del pantano

Lecturas sobre el desarme del petróleo en el Golfo de México y recuerdos de las vidas perdidas en el Delta del Níger

El Mundo que viene | 29/12/2010 - 12:02h

El año de la tardía conciencia petrolera global, 2010, me recordó que yo he estado en el negocio del petróleo desde hace bastante tiempo. Todo empezó en los años anteriores a la independencia de Nigeria, cuando por casualidad leí una breve nota sobre el descubrimiento de petróleo en una aldea poco conocida hasta entonces, que llevaba el apropiado nombre de Oloibiri.
En ese tiempo, yo era estudiante en Gran Bretaña; es decir, vivía en un país que estaba explorando los recursos naturales de otros lugares, especialmente en sus antiguas colonias. Esto no significaba que yo tuviera la más ligera noción sobre la búsqueda de recursos energéticos por parte de las naciones industrializadas ricas. Lo que eso significara para los países pobres y en desarrollo, distinguidos con el don del petróleo y que estaban empezando la carrera por controlar tales recursos, no estaba en mi radar.
La noticia me afectó profundamente en una forma no industrial ni comercial. Reflexioné en el tipo de transformación que podría provocarse cuando la mercancía básica pasara de aceite de palma a petróleo crudo.
Nunca había estado en el delta del Níger, ciertamente no antes de mi estancia en una universidad extranjera en 1954. Sabía de él sólo por mis clases de geografía en la escuela secundaria: un lugar de densos pantanos con manglares y con la folclórica Mami Wata, nuestra sirena local, mitad humana, mitad pez pero toda seducción. Mi imaginación se desplazó a la reinserción de una presencia extraña en los ritmos antiguos de la vida en el lugar: primero misioneros, comerciantes y potencias coloniales; ahora, exploración petrolera.
Mi obra “Los habitantes del pantano” tenía muy poco que ver con lo que había suscitado la idea. Mi diálogo compulsivo con la naturaleza se apoderó de mí. Las consecuencias económicas, el impacto de la lucha global por nuestra riqueza, revoloteaban débilmente en el fondo.
Se necesitarían unos decenios más para que se hicieran sentir esas consecuencias. Se necesitaría aun más tiempo para demostrar que la irresponsabilidad corporativa de los cazadores de tesoros en un oscuro rincón del mundo tenía su propia forma de extenderse, como una mancha de petróleo, hasta las costas mismas de las naciones industrializadas donde se había originado.
A mi regreso a Nigeria empecé a recorrer el país, investigando el teatro tradicional. La fase de extracción – la perforación – ya estaba en marcha y su titilante firma en los cielos era la llamarada de petróleo. Tuve la fortuna de volar por el sureste, por cortesía de una empresa constructora de carreteras. Esas llamaradas indicaban en ese tiempo nada más que la misión de la compañía: abrir la tierra a la industrialización. El petróleo sólo era el facilitador de este proceso.
Poco a poco, sin embargo, las noticias se filtraron y después empezaron a salir a borbotones como la otra cara del petróleo. El suelo de los habitantes del pantano estaba bajo asedio.
Desalojos, confiscación de tierras, demolición de casas, deterioro ambiental, pérdida de medios de subsistencia: las llamaradas de petróleo ya no eran sólo una inocua escritura en los cielos, sino el fuego de la imprevisión y la indiferencia.
En 1975, mucho antes del desastre del Exxon Valdez en 1989, otro buque cisterna, el Colocotronis, se quebró por el casco frente a las costas holandesas. Ahora bien, el derrame resultante pudo haber sido considerado una advertencia. Para mí, el nombre Colocotronis tenía ecos, de una manera siniestra, con el de Oloibiri.
Cuando empezó a conocerse la devastación ambiental del delta, yo obtuve copias de las actas judiciales del caso del Colocotronis: el veredicto había sido en contra de la compañía naviera. La atención a los detalles era impresionante; fue la primera vez que vi el valor de un ave, un insecto o un metro de tierra de labranza evaluado en dólares y en centavos. Me di cuenta de que el desglose de la flora y la fauna destruidas es contabilidad de rutina en caso de derrames petroleros, excepto, al parecer, cuando el incidente afectaba a África u otros países del tercer mundo.
Cuando un batallador amigo y también escritor tocó a mi puerta, recién llegado de la región de los habitantes del pantano, yo estaba más que preparado. Su nombre era Ken Saro-wiwa, y llegó armado con una agenda de reformas dirigida al gobierno y a las compañías petroleras. La cruzada que emprendió en nombre de su pueblo, los ogoni, lo llevaría al martirio. Sin embargo, antes de ese final devastador, logró despertar la conciencia del mundo.
A cambio de ser la olla de la riqueza en la que cada parte del mundo metía su cuchara, se habían destruido los modos tradicionales de los habitantes del delta para generar su subsistencia. Gracias a Ken, la causa del medio ambiente se volvió la causa de los pueblos indígenas y de las minorías de todo el mundo; estos querían que se les devolviera su modo de vida y que se escuchara su voz.
Le aseguré a Ken que podía dar por descontado mi apoyo.
Avanzo rápido hasta el 20 de abril del 2010 y hasta la noticia del enorme derrame de crudo en el golfo de México. Este suscitó la furia de los legisladores estadounidenses y catapultó a su presidente en mangas de camisa al lugar de los hechos. Una audiencia del Congreso congregó a ejecutivos del petróleo, que mascullaron excusas. Las noticias de todo esto dominaron los medios informativos de todo el mundo.
Cuando leí la confirmación de lo obvio –que el petróleo perdido en el golfo de México era apenas una fracción de las cantidades que se habían filtrado en las tierras de los habitantes del pantano desde hacía más de medio siglo–, cuando escuché las manifestaciones de remordimiento del director ejecutivo de British Petroleum, mi mente regresó con Saro-wiwa, ese hombre rechoncho que llevaba una pipa sin encender entre los dientes.
Su mente siempre había estado fija en las tierras de los habitantes del pantano, ese frágil ecosistema. Él tuvo una dilatada experiencia con la colaboración de las compañías petroleras y gobiernos nigerianos anteriores, que, con el tiempo, despertó la resistencia del pueblo, que tuvo sus primeros chivos expiatorios en nueve seres humanos, los Nueve de Ogoni. Me pregunté si él habría experimentado, como yo me atreví a hacerlo en su nombre, una sensación de autoafirmación o, quizá, algo parecido a un punto final.
______
Distribuido por The New York Times Syndicat
 La Vanguardia