Mostrando entradas con la etiqueta Derecho a la Información. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Derecho a la Información. Mostrar todas las entradas

domingo, 22 de mayo de 2011

Crímenes económicos contra la humanidad

por Carmen Sarasúa, Lourdes Benería

Según la Corte Penal Internacional, crimen contra la humanidad es "cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, cometido como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil". Desde la II Guerra Mundial nos hemos familiarizado con este concepto y con la idea de que, no importa cuál haya sido su magnitud, es posible y obligado investigar estos crímenes y hacer pagar a los culpables.

Situaciones como las que ha generado la crisis económica han hecho que se empiece a hablar de crímenes económicos contra la humanidad. El concepto no es nuevo. Ya en los años 1950 el economista neoclásico y premio Nobel Gary Becker introdujo su "teoría del crimen" a nivel microeconómico. La probabilidad de que un individuo cometa un crimen depende, para Becker, del riesgo que asume, del posible botín y del posible castigo. A nivel macroeconómico, el concepto se usó en los debates sobre las políticas de ajuste estructural promovidas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial durante los ochenta y noventa, que acarrearon gravísimos costes sociales a la población de África, América Latina, Asia (durante la crisis asiática de 1997-98) y la Europa del Este. Muchos analistas señalaron a estos organismos, a las políticas que patrocinaron y a los economistas que las diseñaron como responsables, especialmente el FMI, que quedó muy desprestigiado tras la crisis asiática.

En la actualidad son los países occidentales los que sufren los costes sociales de la crisis financiera y de empleo, y de los planes de austeridad que supuestamente luchan contra ella. La pérdida de derechos fundamentales como el trabajo y la vivienda y el sufrimiento de millones de familias que ven en peligro su supervivencia son ejemplos de los costes aterradores de esta crisis. Los hogares que viven en la pobreza están creciendo de forma imparable. Pero ¿quiénes son los responsables? Los mercados, leemos y oímos cada día.

En un artículo publicado en Businessweek el 20 de marzo de 2009 con el título "Wall Street’s economic crimes against humanity", Shoshana Zuboff, antigua profesora de la Harvard Business School, sostenía que el que los responsables de la crisis nieguen las consecuencias de sus acciones demuestra "la banalidad del mal" y el "narcisismo institucionalizado" en nuestras sociedades. Es una muestra de la falta de responsabilidad y de la "distancia emocional" con que han acumulado sumas millonarias quienes ahora niegan cualquier relación con el daño provocado. Culpar solo al sistema no es aceptable, argumentaba Zuboff, como no lo habría sido culpar de los crímenes nazis solo a las ideas, y no a quienes los cometieron.

Culpar a los mercados es efectivamente quedarse en la superficie del problema. Hay responsables, y son personas e instituciones concretas: son quienes defendieron la liberalización sin control de los mercados financieros; los ejecutivos y empresas que se beneficiaron de los excesos del mercado durante el boom financiero; quienes permitieron sus prácticas y quienes les permiten ahora salir indemnes y robustecidos, con más dinero público, a cambio de nada. Empresas como Lehman Brothers o Goldman Sachs, bancos que permitieron la proliferación de créditos basura, auditoras que supuestamente garantizaban las cuentas de las empresas, y gente como Alan Greenspan, jefe de la Reserva Federal norteamericana durante los Gobiernos de Bush y Clinton, opositor a ultranza a la regulación de los mercados financieros.

La Comisión del Congreso norteamericano sobre los orígenes de la crisis ha sido esclarecedora en este sentido. Creada por el presidente Obama en 2009 para investigar las acciones ilegales o criminales de la industria financiera, ha entrevistado a más de 700 expertos. Su informe, hecho público el pasado enero, concluye que la crisis se hubiera podido evitar. Señala fallos en los sistemas de regulación y supervisión financiera del Gobierno y de las empresas, en las prácticas contables y auditoras y en la transparencia en los negocios. La Comisión investigó el papel directo de algunos gigantes de Wall Street en el desastre financiero, por ejemplo en el mercado de subprimes, y el de las agencias encargadas del ranking de bonos. Es importante entender los distintos grados de responsabilidad de cada actor de este drama, pero no es admisible la sensación de impunidad sin "responsables".

En cuanto a las víctimas de los crímenes económicos, en España un 20% de desempleo desde hace más de dos años significa un enorme coste económico y humano. Miles de familias sufren las consecuencias de haber creído que pagarían hipotecas con sueldos mileuristas: 90.000 ejecuciones hipotecarias en 2009 y 180.000 en 2010. En EE UU, la tasa de paro es la mitad de la española, pero supone unos 26 millones de parados, lo cual implica un tremendo aumento de la pobreza en uno de los países más ricos del mundo. Según la Comisión sobre la Crisis Financiera, más de cuatro millones de familias han perdido sus casas, y cuatro millones y medio están en procesos de desahucio. Once billones de dólares de "riqueza familiar" han "desaparecido" al desvalorizarse sus patrimonios, incluyendo casas, pensiones y ahorros. Otra consecuencia de la crisis es su efecto sobre los precios de alimentos y otras materias primas básicas, sectores hacia los que los especuladores están desviando sus capitales. El resultado es la inflación de sus precios y el aumento aún mayor de la pobreza.

En algunos casos notorios de fraude como el de Madoff, el autor está en la cárcel y el proceso judicial contra él continúa porque sus víctimas tienen poder económico. Pero en general, quienes han provocado la crisis no solo han recogido unas ganancias fabulosas, sino que no temen castigo alguno. Nadie investiga sus responsabilidades ni sus decisiones. Los Gobiernos los protegen y el aparato judicial no los persigue.
Si tuviéramos nociones claras de qué es un crimen económico y si existieran mecanismos para investigarlos y perseguirlos se hubieran podido evitar muchos de los actuales problemas. No es una utopía. Islandia ofrece un ejemplo muy interesante. En vez de rescatar a los banqueros que arruinaron al país en 2008, la fiscalía abrió una investigación penal contra los responsables. En 2009 el Gobierno entero tuvo que dimitir y el pago de la deuda de la banca quedó bloqueado. Islandia no ha socializado las pérdidas como están haciendo muchos países, incluida España, sino que ha aceptado que los responsables fueran castigados y que sus bancos se hundieran.

De la misma forma que se crearon instituciones y procedimientos para perseguir los crímenes políticos contra la humanidad, es hora de hacer lo mismo con los económicos. Este es un buen momento, dada su existencia difícil de refutar. Es urgente que la noción de "crimen económico" se incorpore al discurso ciudadano y se entienda su importancia para construir la democracia económica y política. Como mínimo nos hará ver la necesidad de regular los mercados para que, como dice Polanyi, estén al servicio de la sociedad, y no viceversa.

Autoras: Lourdes Benería y Carmen Sarasúa
Fuente: El País

miércoles, 1 de diciembre de 2010

TRIBUNA: La gran filtración NORMAN BIRNBAUM El mensaje que no puede oírse

NORMAN BIRNBAUM 01/12/2010

La reacción de Estados Unidos a la publicación por Wikileaks de los cables diplomáticos indica que en ese país es imposible oír su mensaje central: que su aparato imperial persiste en una tarea cada vez más imposible, la extensión de su poder en un mundo que se resiste frente a él.
Sin duda, muchos miembros de la clase política se habrán dado cuenta de que esa resistencia, muchas veces, está descoordinada, que es consecuencia del hecho de que otros pueblos experimentan el mundo desde sus respectivos puntos de vista. Sin embargo, a pesar de su educación y su experiencia, son incapaces de actuar con arreglo a ese análisis que han hecho.
La reacción de Estados Unidos ignora en gran parte el contenido de los cables. Los xenófobos exigen que se erradique a los responsables de Wikileaks y los equiparan con "terroristas". Algunos han calificado su comportamiento de "traición", con lo que están pretendiendo tener mando sobre unas personas que no deben ninguna lealtad a Estados Unidos. Otros, más refinados, lamentan el daño causado al ejercicio normal de la diplomacia por unas comunicaciones que no están sometidas al escrutinio público. La ex gobernadora Palin y la secretaria de Estado Clinton, que encabezan bandos opuestos, proceden respectivamente de lo más alto y lo más bajo de nuestra cultura. Y las dos tratan de dar legitimidad, ante sus respectivos electorados, a sus aspiraciones de poder.
Mientras tanto, nuestros dos principales periódicos han dado una extraordinaria lección de filología. Bill Keller, el director del New York Times , ha explicado que sus redactores han consultado con el Gobierno y que no van a publicar material de Wikileaks que pueda poner en peligro la "seguridad nacional". Diana Priest, en The Washington Post , ha dicho que, cuando informa sobre la CIA, siempre pide consejo a la agencia. Está claro que la traducción del término ruso partinost, en Estados Unidos es responsabilidad.
A nadie se le ha ocurrido evocar la descripción que hace Kafka del imperio chino en La muralla china. La muralla, pese a los grandes esfuerzos que se llevaron a cabo, nunca se completó. Peor aún, la dimensión del imperio hacía que fuera imposible gobernarlo. Los leales funcionarios enviados a todos los rincones cumplían las órdenes de unos emperadores que, para entonces, hacía ya tiempo que habían ido al encuentro de sus antepasados. El tiempo transcurría de distinta forma en el centro y la periferia. Los dos ámbitos, eternamente separados, estaban unidos por su adhesión irreflexiva a la rutina.
La China contemporánea obsesiona a las clases dirigentes estadounidenses. En un principio, los chinos eran unos campesinos inmigrantes que, sujetos a una explotación brutal, construyeron nuestro ferrocarril. Ahora, los chinos quieren vendernos los trenes de alta velocidad que nosotros no tenemos. ¿De verdad se han liberado de su pasado y son capaces de desafiar a Estados Unidos, que se considera a sí mismo la vanguardia del progreso humano?
Los cables muestran a los diplomáticos estadounidenses practicando, según los casos, sobornos políticos, presiones brutales, advertencias e injerencias explícitas en los asuntos de otros países. Las personas que actúan de esta forma pertenecen a los círculos más educados, experimentados y cosmopolitas de Estados Unidos. Es indudable que su conducta puede atribuirse en gran parte a las limitaciones de sus puestos. Los funcionarios no tienen la libertad intelectual de quienes participan en seminarios universitarios sobre ética política. No obstante, muchos están convencidos de que sirven a una causa superior, y no solo nacional.
El realismo cínico puede racionalizarse como necesidad moral al servicio de un propósito supremo. El día en el que se publicaron los cables, The Washington Post decía que está comenzando un nuevo debate político nacional, con ataques al presidente (y a muchas de esas personas cultivadas) por considerar que tiene un apego insuficiente a la extraordinaria bondad que encarna la nación estadounidense. Dadas nuestras divisiones internas, los diplomáticos padecen una enorme desorientación: ¿A qué sector del país sirven?
Una ruidosa minoría de ex diplomáticos, ex agentes de los servicios de inteligencia y ex altos mandos militares está en desacuerdo con las políticas que tuvieron que ejecutar. Saben que el enfrentamiento con la Unión Soviética no tuvo como consecuencia inevitable la lealtad de sucesivas generaciones de europeos a Estados Unidos. Para Brandt y De Gaulle, el enfrentamiento abrió también nuevas posibilidades de coexistencia. Estados Unidos no quiso probar esas posibilidades más que en sus propios términos y se propuso cultivar unos sectores de europeos, en la cultura, la economía y la vida pública, con los que fuera posible contar para apoyar la hegemonía norteamericana.
En los años sesenta, en Harvard, el profesor Henry Kissinger organizaba unos seminarios anuales de verano para jóvenes dirigentes de todo el mundo. De 1948 a 1968, el Congreso para la Libertad Cultural subvencionó a estudiosos, pensadores y escritores extranjeros, sobre todo europeos, que apoyaban a Estados Unidos. La CIA financió todos esos proyectos de manera encubierta. Cada cual es muy libre de pensar que todo eso es cosa del pasado.
Desde luego, el dinero es un instrumento rudimentario. Con frecuencia, el atractivo gravitacional del poder es más eficaz. ¿Qué, si no, pudo empujar al ministro alemán de Defensa a visitar al embajador estadounidense en Berlín para denunciar a su colega, el ministro de Exteriores, por considerarlo demasiado poco entusiasta sobre la guerra de Afganistán?
Pero ahí reside el problema de los diplomáticos estadounidenses. No solo el poder militar de Estados Unidos es limitado (o autodestructivo). Su modelo económico está fracasando y es posible que sufra graves reducciones de su Estado de bienestar. No está claro que en una situación de grave conflicto social permanezcan intactas sus libertades civiles. La irritación y el enfado que se ven en los informes de los diplomáticos dan fe de una inmensa tensión interna. Muchos se incorporaron al Servicio Exterior por la recompensa espiritual que esperaban conseguir al trabajar en el servicio público. El hecho de que el país al que querían servir esté transformándose para empeorar es una certeza incompatible con la serenidad interior.
La modificación de la diplomacia estadounidense, por tanto, aguarda la resolución de la lucha cada vez más intensa que libra Estados Unidos consigo mismo sobre la naturaleza de su sociedad. El reexamen del imperio exige una visión diferente del reparto interior del poder y la riqueza. La política exterior de Estados Unidos va a ser, durante un tiempo indeterminado, algo que habrá que interpretar como un texto muy complejo, lleno de tantas referencias internas como externas.

El País

Noam Chomsky: “El secretismo de los gobiernos es la defensa de esos gobiernos contra su propia población”

Ñ Digital comienza con una serie de entrevistas y análisis sobre fenómeno WikiLeaks. Aquí, una charla con uno de los intelectuales más importantes del Siglo XX y también uno de los críticos más virulentos de los Estados Unidos.

Por ANDRES HAX - ahax@clarin.com

Las últimas revelaciones del sitio WikiLeaks han puesto a la comunidad internacional, a la diplomacia, al gobierno de los Estados Unidos y al periodismo mismo en un estado de debate, alerta y consternación. Aun es imposible predecir cuáles serán los efectos de las acciones actuales (pasadas y futuras) de la enigmática organización, liderada por el enigmático ¿periodista? ¿provocador? ¿activista? ¿hacker? australiano Julian Assange. A un lado del espectro de opinión se ubican los esperanzados que marcan estas acciones como un paso hacia la transparencia en las maniobras y acciones de los gobiernos del planeta. En el otro extremo se ubican los que acusan a Assange de ser casi un cómplice del terrorismo internacional; alguien que, lejos de estar cumpliendo un ideal periodístico, esta poniendo en riesgo las vidas de personas.
Entre ambas visiones se abre un debate gigantesco para el que Ñ Digital convoca a intelectuales y pensadores de distintos rubros. Este es el turno de Noam Chomsky, el lingüista más importante del siglo XX y uno de los críticos más prolíficos y feroces del gobierno de su propio país, los Estados Unidos. Desde su despacho en el Massachusetts Institute of Technology, en Cambridge, Massachusetts, contundente Chomsky ofreció algunas de sus impresiones iniciales sobre este tema que ocupa las tapas de todos los diarios del mundo en estos días.
¿Considera que lo que esta haciendo WikiLeaks es una forma legítima y ética del periodismo? ¿Y cuáles serán las consecuencias de estas revelaciones al corto y largo plazo?
Vale la pena recordar que el secretismo de los gobiernos se trata, sustancialmente, de la defensa del gobierno contra su propia población. Y en una sociedad democrática la población tendría que saber qué está haciendo su gobierno para poder monitorearlo y —de hecho— determinar qué hace el gobierno. Ahora, hay excepciones con las cuales todos están de acuerdo, pero en general el caso es así. Yo no he leído todos los cables, por supuesto, pero de lo que he visto me parece que ilustra la significancia de este punto: hay cosas en los cables que los gobiernos no quisieran que su propia población supiera.
Creo que es una forma legítima del periodismo, pero creo que se tomarán medidas severas para bloquearlo.
¿Lo sorprende el trabajo que esta haciendo WikiLeaks
No es completamente nuevo. Ha habido muchas filtraciones antes —los Papeles del Pentágono, por ejemplo, en la cual yo participé, fue muy importante y más sustancial que este último. No me sorprende. Creo que mientras la accesibilidad a la información aumente con las modalidades electrónicas habrá más casos similares a este.
Qué WikiLeaks eligiera a medios tradicionales para editar y emitir las filtraciones en un primer instante, ¿es contradictorio con su postura filosófica de apertura?
Creo que no. Supongo que lo podrían haber subido directamente a Internet. Pero de esa manera circularía solamente dentro de la cultura de Internet y no entre un público general.
¿Cómo están manejando la información los medios estadounidenses?
Antes que nada tenemos que tener en cuenta que desde el principio hay un mecanismo de filtros muy severo. Entonces, los cables diplomáticos mismos proveen al gobierno lo que los diplomáticos quieren que sepan y lo que asumen que el gobierno mismo quiere oír. Entonces ya de entrada están muy editados, desde el principio.
Por ejemplo, uno de los cables más incendiarios salidos hasta ahora: el rey Saudita llamando por el bombardeo de Irán. Bueno. Eso fue seleccionado. No sabemos el contexto. Solo tenemos las frases que eligieron los diplomáticos.
Después hay una forma de censura mucho más severa que son los títulos de los diarios que dicen que los estados árabes están aterrorizados por Irán y que quieren que los Estados Unidos hagan algo al respeto. Bueno, hay un hecho muy significante escondido en esta cuestión: hay encuestas de opinión del occidente árabe. La más reciente fue publicado por el Brookings Institute el mes pasado —una encuesta muy cuidadosa— que mostró que en el mundo árabe el 10 por ciento de la población ve a Irán como una amenaza, mientras que un 80 por ciento ve a los Estados Unidos e Israel como una amenaza. Esto no se revela acá [en estas noticias]. Antes que nada, a los diplomáticos no les importa, no les importa la gente, solo les importan los dictadores. Al Departamento de Estado tampoco le importa, por las mismas razones, y aparentemente a los medios tampoco les importa: porque esto es información pública… Y todo esto refleja un profundo desprecio por la democracia. Y no solo en el gobierno, también en la cultura intelectual y de los medios. Esto es otro tipo de selección; selección severa. Y si miras a los otros documentos publicados ves muchos casos similares.
¿Estos cables demuestran que la administración de Obama es, en muchas formas, una continuación de la de Bush?
Sí, pero eso ya lo sabíamos.
¿Tiene algún mensaje esperanzador de cara al futuro?
Bueno, mi último libro publicado se llamó Esperanzas y perspectivas que salió primero en castellano, porque su origen fue en charlas que di en Sudamérica… La parte de esperanza es mayormente sobre Sudamérica. Creo que han estado pasando cosas de gran esperanza allí en la última década. No podemos predecir la historia humana. Pero si miras hacía atrás puedes encontrar un momento cuando parecía imposible que se abandonará la esclavitud, o que se permitiría derechos a las mujeres… Las cosas cambian. Pero cambian si la gente las cambia. No cambian solas y no cambian gracias a los líderes políticos.

Ñ Revista de Cultura

El fiscal jefe del Gobierno de Aznar, Fungairiño, también era "interlocutor de gran valor" de EEUU

30/11/2010
  POLÍTICA
Fue un feroz opositor al procesamiento de Pinochet
El fiscal jefe del Gobierno de Aznar, Fungairiño, también era "interlocutor de gran valor" de EEUU
S.C.
Entre las revelaciones de Wikileaks sobre los tejemanejes de la diplomacia estadounidense figuran las presiones a la Justicia española y los contactos para resolver asuntos relacionados con aquel país. Y en ese capítulo destaca un nombre propio, Eduardo Fungairiño, el que fuera fiscal jefe de la Audiencia Nacional con el Gobierno Aznar. Cuando Fungairiño dejó la Audiencia en 2006 la embajada estadounidense no pudo ocultar su preocupación, y es que habían mantenido "una estrecha relación de colaboración" con él "durante muchos años". Este jurista ascendido por el Gobierno del PP protagonizó varias polémicas durante su carrera, desde la 'rebelión de los fiscales' para arropar a Mario Conde hasta su feroz oposición al intento de procesamiento de Pinochet emprendido por Baltasar Garzón desde la Audiencia Nacional.
La embajada de EEUU en España no pudo ocultar su preocupación cuando a principios de 2006 y tras enfrentarse con el Fiscal General del Estado, Cándido Conde-Pumpido, Foungairiño abandonaba su cargo de fiscal jefe de la Audiencia Nacional, a donde había sido aupado en 1997 con el Gobierno de Aznar.

“Estrecha relación” durante “muchos años”
Un informe del 3 de febrero de la diplomacia de la Administración Bush en España, que ha visto ahora la luz en el marco de las filtraciones de Wikileaks y recogido por El País, apuntaba lo siguiente: “La embajada ha mantenido una estrecha relación de colaboración con Fungairiño durante muchos años. Su marcha dañará la cooperación judicial entre España y EEUU, por lo menos a corto plazo”.

La colaboración continuó en el Supremo
El destino del jurista fue entonces el Tribunal Supremo, donde siguió colaborando con EEUU. Así, un informe de la embajada estadounidense de julio de 2006 muestra cómo Fungairiño suscribía las tesis estadounidenses contrarias a la puesta en libertad del conocido como talibán español, Hahmed Abderraman.

'Rebelión de los fiscales' para arropar a Conde
Fungairiño abandonó su cargo como fiscal jefe de la Audiencia enfrentado por el proceso de negociación con ETA con su superior, que en aquel momento era Conde-Pumpido. Pero el jurista tenía una larga tradición de insubordinación antes sus jefes. De hecho alcanzó notoriedad cuando lideró junto a María Dolores Márquez de Prado –esposa de Gómez de Liaño- la llamada ‘rebelión de los fiscales’ contra el procesamiento de Mario Conde en contra del criterio de la Fiscalía General.

Defensa de Pinochet
Como Fiscal Jefe de la Audiencia Nacional tampoco le abandonó la polémica, ya desde su nombramiento en 1997, y es que el Ejecutivo de Aznar actuó en contra del Consejo Fiscal, que había rechazado su candidatura por tres veces. En el desempeño de su cargo destacó por su oposición a la extradición de Pinochet, llegando a justificar que el golpe militar no pretendía subvertir el orden constitucional sino “preservarlo”. Conviene recordar que la dictadura chilena contó con la complacencia y ayuda de EEUU, por lo que el procesamiento del dictador también era una cuestión espinosa en aquel país, de hecho el papel del ex secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, en la operación Cóndor para reprimir la izquierda chilena, también estaba en el punto de mira de Audiencia.

Sus diligencias en el Yak-42 o en el 11-M
Fungairiño también se apresuró a negar que hubiera delito desde el Ministerio de Defensa de Trillo en el accidente del Yak-42. Y en otro caso dramático, los atentados del 11-M, sorprendió por sus declaraciones en su comparecencia ante la comisión parlamentaria que investigaba la masacre. En julio de 2004, más de tres meses después de los atentados, declaró que desconocía la existencia de la furgoneta que los terroristas dejaron abandonada cerca de la estación de Renfe de Alcalá de Henares, y que contenía temporizadores y una cinta magnetofónica con suras del Corán. El fiscal jefe de la Audiencia se justificó diciendo que "por higiene mental" no solía leer los periódicos ni ver la televisión, a excepción de "reportajes de la BBC".

 El Plural

domingo, 6 de junio de 2010

La responsabilidad de los líderes en la crisis europea

Por Hans-Jürgen Schlamp / Der Spiegel, derechos exclusivos para La Nación 
 
Europa “sufre un vacío de liderazgo en su hora de crisis”, dice Markus Ferber, jefe del grupo de la Unión Social-Cristiana en el Parlamento Europeo. Esto es especialmente evidente en Bruselas.

Viernes 4 de junio de 2010 | | Blog Columnistas 
 
Cuando las instituciones financieras del mundo capitalista occidental comenzaron a estremecerse en el otoño (del hemisferio norte) de 2008, algunas de ellas colapsando y arrastrando consigo a otras, el miedo irrumpió en los pasillos del poder. ¿Qué podía hacerse para evitar un derrumbe económico? Los ministros de Hacienda y los líderes mundiales se congregaron en cumbres de crisis, donde aplicaron parches curita a un sector financiero gravemente herido, utilizando miles de millones de dólares y euros de dinero de los contribuyentes y prometieron estabilizar por toda la eternidad al frágil sistema. Ha pasado más de un año desde entonces, pero no se ha hecho nada muy sustantivo.
Cuando los primeros estados se encontraron al borde de la bancarrota (Lituania, Estonia, Hungría y luego Grecia), los líderes donaron más y más miles de millones de dinero de los contribuyentes y recetaron remedios drásticos bajo la forma de estrictas medidas de austeridad, incluso para ellos mismos.
“Hicimos lo que era necesario”, dijo una aplomada Canciller alemana Angela Merkel en cada etapa de la crisis. Sus colegas asentían con satisfacción. Al mismo tiempo, la mayoría de ellos ni siquiera atisban si sus actividades han sido útiles o contraproducentes, o si han tenido algún efecto. “Me preocupa que muchos políticos creen que las cosas serán iguales después de la crisis a como eran antes de ella, cuando el mundo todavía estaba en orden”, dijo a un grupo de colaboradores Carsten Pillath, director general del Consejo Europeo, responsable por la política financiera. Pero Pillath, como muchos otros economistas, cree que eso es un gran error. “En el largo plazo, tendremos tasas lentas de crecimiento, mientras al mismo tiempo tendremos que limpiar los presupuestos sobreendeudados”, dijo. Sin embargo, para que Europa logre hacer eso necesita un “modelo macroeconómico”; en otras palabras, una meta que pueda brindar la base para decisiones de política económica. Pero el hecho es que los políticos ni siquiera están pensando en esto. Los hombres y mujeres elegidos para los altos cargos están sobre todo interesados en una cosa: ser reelegidos y conservar su poder. Todo lo demás es secundario.
Desolación
Si se mira en estos días el paisaje político, la imagen que se obtiene es en gran medida de desolación: los partidos políticos en Bélgica, Luxemburgo y Holanda, países básicos del proyecto europeo original, están atrapados en batallas interminables, crisis de gobierno y payasadas provincianas.
• En Europa Oriental (Hungría y Eslovaquia, por ejemplo), los partidos nacionalistas están alimentando los fuegos de la ira en sus propios países.
• En Grecia, el actual gobierno tiene problemas para lidiar con un legado heredado de sus predecesores. Durante décadas, tres familias se han turnado en gobernar al país, con sólo unas breves interrupciones de vez en cuando. El clan Papandreou del actual Primer Ministro es uno de ellos. Los manejos corruptos de su abuelo, quien dirigió una vez al país, son materia de leyenda. Y el pueblo de Grecia, ya fuera pasiva o activamente, se adaptó al sistema.
• La situación no es diferente en Italia: el país, uno de los miembros fundadores de la Unión Europea, se ha mantenido en un estado de negación política durante años. El pueblo italiano dormita frente a los programas de televisión del zar de los medios y Primer Ministro, Silvio Berlusconi, quien dedica tiempo completo a proteger a sus partidarios en el Parlamento con más y más leyes nuevas que los salven de procesos judiciales. Por su parte, los políticos de oposición se devoran entre sí por trivialidades.
Durante largo tiempo, el doble acto alemán-francés aseguró por lo menos una cantidad mínima de liderazgo y orientación en Europa. Pero esos días terminaron también hace rato. Considere, por ejemplo, las siguientes preguntas: ¿necesitamos una gobernabilidad económica europea? ¿Deberíamos prohibir los fondos de riesgo? ¿Cuán masivas deberían ser las medidas de austeridad que se están instaurando? ¿Necesita ser estimulada la economía de Europa?
Los gobiernos de Alemania y Francia están dando actualmente respuestas contradictorias a estas preguntas; o, peor, no están dando ninguna respuesta. Casi peor es el hecho de que los líderes de los países no sólo están muy distanciados en lo que respecta a las metas. Difieren también radicalmente en su estilo de hacer las cosas: Nicolas Sarkozy es un egomaníaco hiperactivo, mientras Angela Merkel es una taimada vacilante. No tiene sentido tratar de “esconder el hecho de que hay tensión entre Francia y Alemania”, escribió el senador francés Jean Bizet en un reciente ensayo para Le Monde; y es improbable que haya usado su pluma de una manera tan controversial sin discutirlo primero con Sarkozy, un estrecho aliado político.
La crisis de Europa no es un accidente causado por la economía globalizada. Es el resultado de un fracaso político:
¿Quién fue responsable de liberalizar los mercados financieros, y de celebrar ese hecho, hasta que prácticamente ningún control siguió siendo posible? ¿No fueron acaso los políticos: los conservadores por aquí, los izquierdistas por allá, y los liberales de mercado en todas partes?
¿Y no fueron los políticos los que aceptaron el hecho de que las economías de la zona del euro se estaban separando, diciéndole al mismo tiempo a la gente que eso no era malo?
¿Y quiénes fueron los que acumularon las gigantescas montañas de deudas, porque resultaba tan conveniente y porque les evitaba tener que hacer exigencias al electorado? ¿No fueron esos mismos políticos que hoy llaman a esta deuda la raíz de todos los males y que están tratando heroicamente de despejarla?
¿Y es el regreso a los intereses nacionales y el distanciamiento de la solidaridad europea, sólo para mantener contentos a los votantes de mente nacionalista y populista, realmente la vía para solucionar los problemas de Europa?
El enfermo continente necesita nuevos y mejores políticos. Pero ¿dónde los podríamos encontrar? No hay señales de un Obama europeo ni de nada que remotamente se le parezca.
A la gente se la está engañando con “tendencias de renacionalizaciones” y con políticas que son cada vez más provincianas, sostiene Manfred Weber, de la conservadora Unión Social-Cristiana alemana, partido hermano de la CDU de Angela Merkel, y jefe adjunto del Partido Popular del Parlamento Europeo. Hay personas “que piensan que pueden resolver mejor los problemas por su cuenta, en su propio país”, dice. Pero afirma que esa manera de pensar es incorrecta: “Sólo refuerza los prejuicios”. Su conclusión: “No hay suficientes europeos de verdad involucrados en la política”.
Europa está “sufriendo un vacío de liderazgo en su hora de crisis”, asegura Markus Ferber, jefe del grupo de la Unión Social-Cristiana en el Parlamento Europeo. Eso es especialmente evidente en Bruselas, centro de control de la Unión Europea. Es el lugar donde idealmente deberían producirse propuestas rápidas y decisivas para abordar la crisis, ensambladas de tal manera que protejan los intereses de los 27 estados miembros. Pero en el momento de la crisis más amenazadora desde la fundación del bloque, las personas a cargo del timón en Bruselas son figuras pálidas y débiles.
La Comisión Europea, a la que le gusta presentarse orgullosamente como guardián del Santo Grial, bajo la forma de los tratados europeos, y que se considera a sí misma como el centro del proyecto político del siglo, ha estado completamente fuera de foco cuando se trata de gestión de crisis. Primero, permaneció en silencio para no poner en peligro la reelección de su Presidente, José Manuel Barroso. Y una vez que fue confirmado en el cargo tras un prolongado punto muerto, ha sufrido tantas indignidades que los líderes de las capitales europeas importantes ya no lo pueden tomar en serio. Además, la ratificación del Tratado de Lisboa, el documento sucesor de la fracasada Constitución Europea, puso al Parlamento Europeo (que previamente era un sitio de conversación sin demasiado poder) en un pie en gran medida de igualdad con la Comisión. El Parlamento y el Consejo Europeo, que comprende a los jefes de Estado o de Gobierno de los 27 miembros de la UE, se han convertido de pronto en los polos del poder en Bruselas, dice el profesor Jörg Monar, del Colegio de Europa, una universidad conocida por adiestrar a futuros burócratas. Dice que la Comisión Europea “está quedando crecientemente aplastada” entre los dos.
Desayuno los lunes
El ex Primer Ministro belga Herman van Rompuy lo ha hecho hasta ahora todo para cambiar la situación de malestar en Bruselas. Fue elegido como el primer presidente permanente del Consejo Europeo y se suponía que brindaría más solidaridad europea a las reuniones de los líderes de la UE. Esa iniciativa se diluyó bastante. “Van Rompuy viajaba por el Asia cuando se realizaba la cumbre por la crisis en Bruselas”, se quejó Ferber, agregando que el presidente de la Comisión Europea, Barroso, estaba “dedicado a la cumbre UE-América Latina”.
Ahora, los impotentes quieren reagruparse. Van Rompuy anunció la creación de un “gabinete de crisis” que congregaría a “los principales actores y las principales instituciones”. Incluiría al presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, al presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, y naturalmente al mismo Van Rompuy. “Es hilarante”, dijo un asesor del gobierno en Berlín, como respuesta. Y dentro del Palacio del Eliseo, la residencia oficial de Sarkozy, la gente “se rió a gritos”, según conocedores. Desde entonces, Barroso y Van Rompuy han rebajado un poco su ambicioso plan. Ahora se reúnen al desayuno todos los lunes.
 La Nación

Resistiendo a “La Matrix”

Por Rodrigo Quiroz Castro / La Nación Domingo
Es uno de los máximos exponentes de los estudios de discurso en los medios de comunicación. En “Discurso y poder” desactiva mecanismos de control en Latinoamérica y entrega directrices para no tragarse todo lo que nos venden. “En Chile el problema es aún más serio porque no hay una prensa independiente para equilibrar el poder de ‘El Mercurio’”, dice.

Domingo 6 de junio de 2010 | | LND Cultura
Teun A. van Dijk es especialista en estudios del discurso. Y si su nombre suena tan difícil como una primera aproximación a las ciencias en las que se mueve, el riesgo vale la pena. Penetrar en sus conocimientos requiere esfuerzo y cariño, porque tras la complicación hay luz. Este lingüista nacido en países bajos analiza los mensajes que envía el poder a través de los medios de comunicación y como se editó en Chile “Discurso y poder”, antología que reúne sus mejores textos, comenzamos pidiéndole recomendaciones.
“Puedo recomendar solamente autores y autoras de mi propia área, que son los estudios del discurso. Dentro de esta transdisciplina, el (abuso de) poder se analiza y se critica sobre todo dentro de una línea que se llama Estudios Críticos del Discurso. Los ECD empezaron con el libro “Lenguaje y Control”, de Roger Fowler y sus colegas, publicado en 1979 en Inglaterra, presentando lo que llamaron la “lingüística crítica”. Después, investigadores/as prominentes como Norman Fairclough, Ruth Wodak, Paul Chilton amplificaron esa idea hacia lo que inicialmente sobre todo se llamaba “Análisis Crítico del Discurso” (ACD). Recomiendo la lectura de artículos en la revista digital (gratis) Discurso & Sociedad (www.dissoc.org) para conocer artículos sobre ACD en América Latina -y las referencias citadas en los artículos de esa revista- por ejemplo de autores/as chilenos como María Eugenia Merino (Temuco), Ana María Harvey, Leda Berardi, Teresa Oteíza, Miguel Farias, Guillermo Soto (Santiago), entre otros.

-¿Cuál es su opinión sobre el manejo del acceso que tienen las elites al discurso público en Latinoamérica y especialmente en Chile?-Creo que tanto en América Latina en general, como en Chile, en particular, el acceso al discurso público se controla sobre todo por las grandes empresas de los medios de comunicación masiva y por los directores (casi no hay directoras) y editores que emplean. Sin embargo, en Chile el problema es aún más serio, porque casi no hay una prensa independiente para equilibrar el poder y la influencia de la prensa de derecha como El Mercurio y sus periódicos asociados. En otros países de América Latina, como en México, Argentina y Brasil, hay más diversidad de prensa, con periódicos y voces más independientes y críticas. Es extraño que un país tan próspero en América Latina como Chile no tenga una prensa crítica de gran tiraje e influencia.

Imagen-¿Cómo se lucha desde el margen frente a esas elites que controlan la agenda pública?
-En este momento esa lucha se hace sobre todo en internet, el único medio donde hay acceso más amplio a grupos de oposición, con blogs, páginas web, etc. Si hay influencia sobre la agenda pública, a veces también cooptada por los medios dominantes, es ahí.

-En más de una ocasión, en su texto se plantea la posibilidad de investigar una reunión editorial de un periódico, ¿qué imagina ahí?-Mi interés, desde años, en tener acceso a las reuniones diarias de la redacción de los periódicos viene del hecho que casi no sabemos nada sobre eso, como resultados de una investigación empírica de las decisiones sobre lo que (no) se publica como noticia o artículo de opinión: Cuáles son los argumentos, normas y valores, que se aplican en esas decisiones… eso me interesa.

-“No hace falta la coerción si uno puede persuadir, seducir, adoctrinar o manipular al pueblo”, escribe usted. En el ejercicio de control que vivimos cotidianamente, ¿qué es lo más peligroso que percibe?-Puede ser que no podamos evitar las estrategias de persuasión y de manipulación de los medios de comunicación, pero sin duda ayuda si, desde el colegio, aprendemos los mecanismos detallados de esas estrategias, como una forma de resistencia, de disenso y de oposición. Por otro lado, en la formación de periodistas, me parece crucial que aprendan mucho más sobre los procesos sociales y cognitivos de la influencia de sus textos sobre el público.
 http://www.lanacion.cl/resistiendo-a-la-matrix-/noticias/2010-06-04/235236.html

miércoles, 6 de enero de 2010

Juica: “Poder Judicial no se comportó a la altura” en dictadura

Recién nombrado nuevo presidente de la Corte Suprema admitió que tiene un juicio crítico sobre la actuación de magistrados durante el régimen de Augusto Pinochet.

Viernes 18 de diciembre de 2009 | Actualizada 12:50 | País
Juica: “Poder Judicial no se comportó a la altura” en dictadura
Foto: Poder Judicial

ARTÍCULOS RELACIONADOS
    Milton Juica elegido nuevo presidente de la Suprema
Bajo la premisa de que la “justicia no estuvo a la altura” de las circunstancias durante la dictadura, el recién electo presidente de la Corte Suprema, Milton Juica, admitió las debilidades en ese período del Poder Judicial.
Tras ser aclamado por unanimidad por los integrantes del máximo tribunal, Juica no dudo en afirmar que “en la época de la dictadura el Poder Judicial no se comportó a la altura, especialmente la Corte Suprema” al tiempo en que añadió que esta frase corresponde a su visión personal de los hechos.
El magistrado que reemplazará a Urbano Marín, quien deja el puesto el próximo 6 de enero, detalló los magistrados de ese período “han tenido sus razones para haber actuado como lo hicieron y yo tengo, por supuesto y siempre lo he dicho, un juicio crítico respecto de la gestión que se hizo en ese momento respecto del tema de los derechos humanos”.
 Juica tuvo en sus manos investigaciones como la Operación Albania en que logró confesiones claves para develar este crimen.
El magistrado que se desempeña en la actualidad como ministro en la Tercera Sala, que ve temas civiles, se refirió superficialmente al caso del magistrado Alejandro Madrid suspendido momentáneamente del proceso por la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva. Al respecto dijo “no quisiera entrar en hacer una apreciación respecto de un juicio que incluso se encuentra bajo el conocimiento de la Corte Suprema y nosotros somos muy respetuosos de no anticipar ningún juicio respecto de un proceso pendiente”.
 El ex vocero del máximo tribunal analizó también la independencia económica que ansía el Poder Judicial, panorama que dijo conversará con los representantes del Ejecutivo y Legislativo para analizar proyectos "emblemáticos" que otorgarán este beneficio y ayudarán al proceso de modernización de la justicia.