Robert J. Callahan, el ex embajador norteamericano en Nicaragua, que pretende vincular a los presidentes progresistas Hugo Chávez y Daniel Ortega al narcotráfico, estaba de brazo derecho del criminal de guerra John Negroponte en Honduras cuando la CIA traficaba cocaína a favor de la Contra nicaragüense manejada desde Tegucigalpa.
Callahan, profundamente implicado en las operaciones de desinformación, una parte fundamental de la guerra sucia desencadenada contra los Sandinistas al poder en Managua, se encontraba en Tegucigalpa con el cargo de agregado cultural y de prensa en Honduras – en claro, responsable de las “operaciones psicológicas”. En este periodo, actúó en apoyo a nada menos que Otto Reich, el cubano-austriaco-americano que es, luego de abandonar la USAID, director del desastroso Office of Public Diplomacy (OPD), la unidad secreta de guerra sicológica y de intoxicación mediática que maneja Oliver North, desde el Consejo de Seguridad Nacional.
El periodista norteamericano Gary Webb explicó detalladamente en sus celebres reportajes publicados en Mercury News de San José, California, como en aquella época la CIA vendió toneladas de cocaína en Estados Unidos con la complicidad del cartel de Medillin durante esos años para regalarle las ganancias a la llamada “Contra”. Gary Webb apareció muerto en 2004.
Uno de los actores de estas operaciones era el terrorista Luis Posada Carriles, connotado agente de la CIA, que desde la base aérea salvadoreña manejaba sus actividades de trafico hasta que estalle el escándalo Irán-Contra con el derribo en Nicaragua de su piloto Eugene Hassenfuss el 5 de octubre de 1986.
El funcionario Callahan trabajo en Honduras precisamente cuando este país seguía sofocado bajo la bota yanqui y que el país estaba convertido en portaviones imperial, apoyado en el orden interno por escuadrones de la muerte.
Callahan estaba en la representación “diplomática” cuando se crea el Batallón 316 exterminó a cientos de hondureños; tiene que haberse enterado del caso del sacerdote jesuita estadounidense James Carney, desaparecido por los militares en 1983; en cuanto a todos los negocios sucios que rodeaban la embajada…no es por nada que muchos esbirros de los escuadrones de la muerte residen hoy en Estados Unidos.
En el Congreso de la nación ocupada, el diputado Roberto Micheletti – era ya el discípulo servil de la embajada – pretendió convertir este foro en Asamblea constituyente para mantener al poder el presidente pro-americano Suazo Córdova, implicado hasta el cuello… en el narcotráfico.
En 1985, Negroponte terminó con esta asignación y su fiel Callahan fue desplazado hacia Londres como “Asistente de la oficina de prensa” de la embajada para seguir con sus mismas operaciones de encubrimiento desde el continente europeo.
Después de unos puestos que lo asimilan a la llamada “comunidad de inteligencia” Callahan fue llamado a trabajar en Iraq por el mismo Negroponte como jefe de relaciones públicas. Un trabajo que ejecutó de manera singular: un día su convoy, escoltado por los mercenarios de Blackwater, abrió el fuego contra un taxi y mató a un pasajero de 19 años, Yas Ali Mohammed Yassiri.
Nombrado en 2006 Director de Asuntos Públicos en la oficina del Director de Inteligencia Nacional en Washington, George W. Bush lo pasó a Managua en el 2008 como embajador, donde sustituyó a otro controvertido embajador yanqui en Managua, Paul Trivelli.
El poco diplomático Callahan acusó poco después al gobierno de Daniel Ortega Saavedra de “atentar contra la democracia nicaragüense y la Carta Democrática de la OEA”, lo que le valió un rechazo general.
En septiembre, el embajador se retiró precipitadamente de un acto de celebración del 31 Aniversario del Ejército de Nicaragua cuando el presidente Ortega calificó a los representantes de las agencias de inteligencia de Estados Unidos de “estrategas de la maldad”. Ortega subrayó como estas agencias tienen planes contingentes “para todo, para invadir, para dar golpe de Estado”, y pasan por encima del Congreso y del Presidente de EEUU.
Ahí escribió su nota “revelada” por Wikileaks. Con todo el talento de un redactor de propaganda y especialista de la desinformación imperial.
El reportero de El Paìs ahora se encarga, desde España y bajo la firma de un reportero bien conectado a la extrema derecha, de difundir sus ataques.
Por Jean-Guy Alard
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